jueves, 31 de mayo de 2007

Santo y campeón, ¿el nacimiento de un nuevo grande?


No debe sorprender al aficionado al fútbol peruano el hecho que la Universidad San Martín haya logrado ganar el Apertura 2007. Para los que están acostumbrados a ver a los tres grandes peleando el título, de repente; pero para los que observan el fútbol detenidamente, y perciben que dentro de nuestro alicaído balompié, hay una institución que viene trabajando con dedicación, esfuerzo y profesionalismo, tanto de su dirigencia como del plantel deportivo, no es ninguna novedad.

Hace tres años, apareció en el fútbol profesional con el apoyo de la prestigiosa casa de estudios del mismo nombre. Pese a tener un fuerte respaldo económico, San Martín quedó último en la clasificación del Torneo Apertura 2004, con sólo 10 puntos en 26 partidos, y a 15 del Atlético Universidad de Arequipa, que en terminó penúltimo. Estaba casi descendido.

Sin embargo, el Clausura de ese mismo año observó la espectacular recuperación del cuadro “santo”. Terminó segundo en el Clausura con 47 puntos, logrando salvarse del descenso de manera increíble. Fue una primera demostración del cuadro de Santa Anita, que después fue olvidada.

Al año siguiente, nuevamente fue subcampeón del Clausura. Esa campaña le ayudó a llegar a la Copa Sudamericana 2006, donde fue eliminado por el Bolognesi de Tacna.

Estos antecedentes, en los cuales se veía un equipo en crecimiento, no fueron percibidos por mucha gente, más distraída con los desórdenes de los dirigentes del fútbol nacional, así como en los fracasos de la selección y los clubes grandes en los torneos internacionales. San Martín fue haciendo un trabajo silencioso, tanto en lo dirigencial como en lo deportivo, y los resultados se han dado. Los frutos son este triunfo en el Apertura 2007.

Parece que una nueva historia comienza en el fútbol peruano, y que un grande comienza a nacer. Muy diferente a Cienciano, que sólo aprovecho el momento (lo cual está bien) y ganó dos importantes torneos internacionales, pero que sigue manejándose de manera improvisada, sin planificación, y parece volver a sus épocas en las que era uno del montón. El tiempo dirá si San Martín se convierte en una institución modelo, o si sigue el ritmo de sus mediocres competidores.

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