domingo, 27 de julio de 2008

Lo que ofende a la nacionalidad

Nuestros políticos han puesto el grito en el cielo a causa de unas fotos en las que una guapa y exuberante bailarina de un conocido grupo de cumbia, digna representante de nuestra belleza nacional, aparece completamente desnuda, montada en un caballo cubierto por la bandera peruana. Algunos congresistas han mencionado que se ha mancillado el símbolo nacional; la cereza de la torta la puso el ministro de Defensa, Ántero Flores – Aráoz, al decir que le pondrá una denuncia penal por esta razón.

Esta actitud de nuestros políticos esta relacionada con esa moralina hipócrita que siempre han mostrado, al igual que un sector de nuestra sociedad peruana que se muestra muy recatado, pero que hace sus cositas a escondidas. Ya lo acaba de decir el ex congresista Javier Diez Canseco, uno de los pocos que puede jactarse de haber pasado por la política con pulcritud, al respecto: “Apostaría que alguno de los ministros que ahora parecen indignados debe tener en alguno de los cajones de su escritorio varias de esas fotos porque conozco perfectamente el carácter de algunos de ellos”.

Y es hipócrita porque hay cosas que los políticos han hecho, sobretodo en las últimas dos décadas, que realmente han ofendido el honor de la Patria. Empezando con el Congreso, donde han habido parlamentarios tránsfugas, que se pasaban de una tienda política a otra a cambio de gollerías (y hasta dinero); otros que han utilizado sus influencias para colocar familiares en puestos del Estado (y a las mismas “amantes”); y hasta violadores de menores de edad hemos tenido.

Otro ejemplo es el último audio descubierto donde se muestra un diálogo entre dos congresistas, en el que uno le señala al otro que lo más importante no es el interés del país, sino el personal. Y se lo dice de la manera más descarada. Esto es sólo la muestra de un botón de toda la putrefacción que los envuelve.

No obstante, peor que esto es la soberbia y el olvido del pasado, traducida en el ocultar de la responsabilidad del Estado en la época de la violencia política, vivida en las décadas de 1980 y 1990. Recordemos que hace poco más de un mes, fueron halladas varias fosas en la localidad de Putis, en Ayacucho, donde yacían cientos de restos de campesinos del lugar. Incluso se halló cuerpos de madres sosteniendo a sus hijos, que quizás no pasaban los dos años de edad.

Todo esto bajo responsabilidad comprobada del Ejército peruano, que asesinó injustificadamente a estos inocentes, en el marco de la mal llamada “lucha contra la subversión”, que al final devino en un genocidio, tanto de parte del Estado como de Sendero Luminoso.

Flores - Aráoz ha decidido demandar a la bailarina, pero también ha resuelto no entregar documentos sobre los sucesos de Putis, acaecidos hace 24 años. Esto sí mancha al Estado de sangre. Esto sí ofende la memoria y la razón de millones de peruanos marcados por un conflicto armado que hasta el día de hoy, ha dejado muchas secuelas y heridas. Los ciudadanos pagamos nuestros impuestos al Estado, para que éste gobierne con justicia y rectitud, para que reconcilie a sus ciudadanos; y no para que aproveche sucesos como los de una bailarina que oculta su desnudez en una bandera peruana, y fabrique “cortinas de humo”.

Lo otro, no merece ninguna sanción más que la moral. Esto, claro está, para quienes lo consideren así. De mi parte, que quede allí.

PD: A todos los peruanos, felices fiestas patrias. Feliz 28.

domingo, 20 de julio de 2008

Alan García y el fantasma de la inflación

Está demás decir que cuando los peruanos escuchamos la palabra “inflación”, inmediatamente lo relacionamos al presidente Alan García. Y es que en su primera gestión gubernamental fue lo que más se notó, debido a un manejo desequilibrado de la economía nacional (no necesariamente por lo estatista), tanto que llegó a ser una verdadera “hiper-inflación”. Todo esto gracias a la utilización excesiva de la “maquinita” para fabricar un dinero que era una ilusión en las manos de los trabajadores y de las amas de casa.

Esto lo ha entendido muy bien el presidente. Por ello, desde el comienzo de su segundo régimen comenzó a tomar precauciones al respecto. Desde el vamos, evitó repetir la fórmula de su primer gobierno, con lo cual la inflación mantuvo los mismos estándares de esta década: menos de uno o uno por ciento anual. Sin embargo, al final de 2007, la inflación pasó al 4 % anual, lo cual, pese a no acercarse para nada a aquellos 3 o 4 dígitos del 85 al 90, causó alarma entre un buen sector de la población, el cual sin ser entendido en la materia culparon a García, más por sus antecedentes que por sus yerros actuales.

Aquí hay que ser justos: en primer lugar, el aumento de la inflación que tenemos en el Perú, también se está dando en Argentina y Ecuador, países que están aplicando un modelo económico muy distinto al nuestro. También se da en España, que está bajo las reglas del mercado (aunque claramente más desarrollado que el Perú). Entonces, la inflación es un fenómeno internacional, tal como lo dice García.

Pero lo mismo ocurría en la década de 1980, pues casi todos los países de América Latina sufrían de inflaciones altísimas; está claro que Perú tuvo la más alta.. La diferencia está en que esa época, América Latina tenía problemas de escasez, y corría poco dinero. Fue allí donde varios estados comenzaron a privatizar sus servicios. Perú siguió fiel a una heterodoxia económica izquierdista, que lo llevó al colapso económico.

Ahora, la razón es más globalizada: La presencia (abusiva) de las tropas norteamericanas en Irak ha causado el aumento desmedido del precio del petróleo, lo cual genera el incremento de precios de los productos de primera necesidad. Además de esto, la administración Bush ha invertido buena cantidad del presupuesto de los Estados Unidos, motivo por el que se encuentra en crisis económica. Y es obvio que la economía del país del Norte influye en economías como las nuestras, que por años han sido dependientes de que lo que haga la nación de bandera con estrellitas y rayitas.

Si bien es cierto las cifras no son enormes como en los ’80 (ni llegarán a ser como antaño, según especialistas), lo cierto es que la inflación golpea siempre a los más pobres, a los de escasos recursos. Ahora tienen que ajustarse más que antes. Y sin aumento de sueldos, la cosa va para peor.

Esta vez, la responsabilidad de Alan García radica en que sencillamente, no está haciendo nada. Esto se demuestra cuando el presidente recomienda a las amas de casa que no consuman el producto X porque está subiendo, mejor consuman el producto Y porque no sube. Eso se llama inacción. Además, está respondiendo a la lógica cruel del mercado: que el Estado no haga nada, porque el mercado lo resolverá. Más bien el Estado es el que tiene que intervenir, doctor García; pero sin fórmulas que, usted sabe, nos llevaron al fracaso.

jueves, 17 de julio de 2008

El maracanazo y los días post-paro

Los traumas son esos demonios que uno tiene en su interior, ante los cuales es muy difícil luchar, a menos que uno ponga un gran esfuerzo de su parte. Muchas veces, nos impiden avanzar hacia cosas que nos hemos propuesto hacer. Simplemente, nos inmovilizan. Otro mecanismo de defensa es no volver a usar la misma estrategia, o pasar por el mismo camino, para evitar que vuelva a ocurrir.

Sin duda alguna, un trauma para todo brasilero aficionado al fútbol es cuando su selección se enfrenta a la de Uruguay. Ver esa camiseta celeste frente a su “verde-amarelha” a veces da espanto. Pero otras veces es signo de respeto.
Este trauma se originó el 16 de julio de 1950, hace 58 años y un día, cuando la celeste se impuso a Brasil por dos a uno, como visitante en el Maracaná, y ganó una Copa del Mundo que el gigante sudamericano ya creía suya. Con goleada incluida sobre la celeste.

A Brasil sólo le bastaba empatar para ganar la Copa. Goleadas aplastantes ante Suecia (7-1) y España (6-1), le daban ventaja sobre Uruguay, que apenas empató con los hispánicos (2-2) y sufrió para derrotar a los escandinavos (3-2). Sin embargo, en la cultura futbolística brasilera, está bien presente que al rival no hay que derrotarlo simplemente, sino que hay que GOLEARLO.

Por ello, los “canarinhos” salieron al campo del Maracaná con todo, previa fiesta anticipada, con fuegos artificiales y todo ello. Pero Uruguay ya conocía a su rival, y simplemente aguantó el cero todo el primer tiempo, para que, después de encajar el primer gol, hacerles dos a los brasileros, y llevarse un título que locales no esperaban les fuera arrebatado en su propia cancha.

Desde allí, los partidos que Brasil disputaba ante Uruguay no serían iguales. Incluso, se vengaría en México 1970, cuando esa orquesta comandada por Pelé le volteó el partido a los “charrúas” por tres a uno. Pero, cada vez que se miden, siempre hay un temor y respeto de los brasileros a esa camiseta celeste, ahora alicaída, pero siempre gloriosa.
Quizás sea brusco el cambio de tema, pero algo parecido le sucede a nuestro presidente, el doctor Alan García. Es obvio que se quedó traumado con los resultados de su primera gestión, en la que implementó medidas estatistas. Ahora está haciendo todo al revés: incluso quiere privatizar la selva. Tiene miedo a que se venga otro desastre económico como en su gobierno de 1985 a 1990.
Pero con el crecimiento económico actual, es imprescindible que el Estado se haga más presente. No necesariamente estatizando, pero sí interviniendo ante los claros abusos del capital privado hacia el pueblo. Es por eso que, pese a que no fue una mayoría, mucha gente paró el pasado 9 de julio, para hacerle sentir al gobierno que el camino económico que está siguiendo está generando más exclusión y pobreza entre los peruanos. Si bien es cierto no fue apoyado masivamente, el paro ha generado un apoyo en sectores importantes de la población.
Por eso, es necesario un giro en esta materia. Pero Alan no se atreve, traumado porque es más fuerte su miedo a que la derecha se le venga encima, o que se venga otra crisis económica; que la necesidad de cambio que pide el país.

miércoles, 9 de julio de 2008

Gracias amigos de la Universidad de Lima

En mi blog no acostumbro escribir sobre cuestiones personales. Es más, creo que hacerlo puede lindar con el egocentrismo o la vanagloria. En principio, este espacio está dedicado a intentar analizar y emitir opinión acerca de nuestra realidad nacional, sin descuidar la de América Latina y del mundo.

Pero en esta vez haré una excepción, porque se trata de expresar un gesto de gratitud.

Hace un par de semanas, recibí un correo de unos estudiantes de Ciencias de la Comunicación (colegas míos) de la Universidad de Lima, en la que me invitaban para ser espectador de unos cortos realizados en nuestro país. La invitación me sorprendió, puesto que en primer lugar, no soy un personaje conocido (un NN absoluto). Tampoco soy un experto en materia de cine (aunque sí me gusta ir a ver películas, en especial las que son menos comerciales). Debo agregar que la sorpresa fue agradable para mí, y gustoso acepté la invitación.

Llegado el día, también me di cuenta que entre los invitados, estaba la saludable coincidencia de que todos éramos bloggers. En ese momento llegó a mi mente otra interrogante, referida a lo que mencioné antes. Los temas de Metiendo la pata van desde la política, deportes (y hasta farándula), pero nunca toqué el cine. Igual, se sintió bien por el hecho de que este espacio sea considerado.

Luego de presentarnos y saludarnos, nos dirigimos a La ventana indiscreta, donde observamos tres cortometrajes, de los cuales dos eran peruanos. El primero era El Chalán, ambientado en el norte peruano, en el que el personaje montado en caballo de paso defendía una hacienda de unos bandidos, con detalles de película de Cowboys y su música peruana de fondo. Fue el que me gustó más, coincidiendo con mis compañeros invitados, Hans y Andrés.

En cuanto al segundo, The Light Bulb, coincidimos que era malísimo. Trataba de un anciano que se iba a mudar junto con su hija y su nieta, no sin antes lograr el objetivo de cambiar el foco de la cocina, lo que logra con el apoyo de ésta última. El tercero también era lorcho, El Hijo. Escenificado en la amazonía peruana a principios del siglo XX, cuenta la historia de un hombre que vive traumatizado después de haber enviudado. Envía a su hijo de cacería, y quedan en que regresaría luego del almuerzo, pero no regresa nunca. Atormentado por la idea de su muerte, el padre va en su búsqueda, y en sus delirios mentales primero lo cree muerto. Más adelante, alucina que lo ha encontrado, y camina creyendo que van abrazados a casa, sin notar que su hijo yacía bañado en sangre metros atrás.

Me pidieron opinión sobre uno de los cortos, y escogí El Chalán, explicando que me gustó por su ambiente norteño, la música marinera y su aire a las Cowboyadas de Clint Eastwood. Agregué que en el Perú se pueden hacer muchas cosas en el cine, pero que falta apoyo del Estado y las empresas privadas. Luego, mis compañeros también opinaron sobre los demás cortos.

No creo que merezca ser invitado para dar opinión sobre un cortometraje, sin ser experto, y sin aún haber logrado algunos de los objetivos que me he trazado en la vida. Soy uno más de los tantos millones de limeños y chalacos que se sube a un micro o una combi, y pasa absolutamente desapercibido. Desde este espacio, este humilde servidor, que no le ha ganado a nadie, agradece profundamente a los estudiantes de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Lima, por este detalle que han tenido. Para mí será un placer apoyarles en todo que lo que requieran. Gracias totales.