jueves, 14 de abril de 2011

Carta abierta a Alejandro Toledo

Estimado Alejandro:

Debo confesar que lamento mucho que no hayas llegado a la segunda vuelta. Hasta inicios de marzo, tu primer lugar en las encuestas hacía prever que no tendrías problema para pasar a esta instancia de las elecciones.

Y lo digo porque, haciendo una comparación de los gobiernos de los últimos 30 años, el que realizaste fue, sino el mejor, el menos malo. Es cierto que hubo corrupción y algunos escándalos, pero menores comparados con los de Fujimori y los dos gobiernos de García. Es cierto que no se hizo mucho por superar la pobreza, pero recién salíamos de una recesión. La economía fue mejor llevada. Y de alguna forma, respetaste los marcos democráticos. En tu gobierno, se impulsó la institucionalidad del país, y se apoyó a la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), como una forma de respeto a los derechos humanos.

Con respecto a los demás candidatos, tenías todo para llevarte la elección. Entre 28 y 30 por ciento del electorado te daba sus simpatías. Y comenzaste muy bien con este lema: Por cada insulto, una propuesta. Sin embargo, cometiste un gran error: la soberbia. Te dejaste llevar por eso, y empezaste a pelear con quien no debías. Siendo primero, te comenzaste a pelear con el quinto (PPK), quien aprovechó muy bien la situación para llevar agua para su molino. Y pisaste el palito con alguien insignificante como Luis Nava, a quien ni siquiera debiste darle bola.

Pero tu mayor error fue el de mostrar la prueba toxicológica. ¿A quién le importaba eso? A nadie. Todas esas acusaciones de borracho y coquero le llegaba a la gente. Tengo la impresión que eso hartó a todos, y tu baja en las encuestas no tuvo cómo parar.

Fue entonces cuando no dejaste de cometer errores. Ante las primeras posiciones de Ollanta Humala y Keiko Fujimori, debiste dejar que Ollanta se dispare, y presentarte como aquel que luchó contra la dictadura infame de Fujimori. Pero no; preferiste unirte al coro de la derecha de atacar al nacionalismo. Esa fue tu derrota definitiva. Tu campaña se manejó como tu gobierno, pues te disparaste a los pies mientras ibas arriba. Nadie te metió cabe.

En principio, todos esos errores me decepcionaron. A la vez, observaba las encuestas y me daba pena. Como periodista, en la semana previa a la elección, ya sabía que ibas cuarto. Pero aún así, decidí marcar la chakana.

¿Por qué lo hice? Porque decidí no llevarme por las encuestas. Porque observé que estás en el centro político, y aunque yo estoy más tirado a la izquierda (no marxista), me sentí más cercano a tu propuesta política de “redibujar el rostro social del Perú”.

Y otra razón es porque me sentía en deuda contigo.

En deuda porque, mientras muchos jóvenes de mi generación, muchos estudiantes universitarios, marchaban por las calles contra la dictadura corrupta de Fujimori y Montesinos, lucha que tú encabezaste, yo estaba en mi casa todo light mirando la tele. Pensaba que el Chino hacía un buen gobierno, llevado de las orejas y los ojos por los medios de comunicación que, como ahora, nos dicen que vamos muy bien.

Estaba completamente alienado y distraído, como estos “ppkausas” que, no es que no sean inteligentes ni otras cosas que por allí han dicho, sino que no están bien orientados, no conocen toda la realidad, y se les ha vendido una sola idea del mundo, de la política y la economía. Y que han corrido atrás de un señor (PPK) que no es nuevo, y que sus lealtades al Perú están en duda. No sé si ante una coyuntura como la de los 90, se hubieran puesto de pie.

Hasta que ví ese vídeo infame de Montesinos sobornando a Alberto Kouri, y mi visión de la realidad se cayó como un castillo de naipes. Entonces descubrí que la corrupción, el asesinato, el robo, la mentira, fueron el estilo de gobierno de Alberto Fujimori. Abrí los ojos.

Por eso decidí apoyarte con mi voto el domingo 10 de abril, como una forma de reivindicación. Pues ahora que veo en retrospectiva, te convertiste en gigante combatiendo en las calles a una dictadura realmente tirana.

Pero del pasado no se vive, Alejandro. Esas grandes victorias hay que renovarlas. Aunque no hayas ganado, y de hecho, has sido el gran derrotado de las elecciones del 2011, nadie podrá quitarte lo bailado. Y lo construido. Esperemos que no se destruya. Por lo pronto, ya eres consecuente en no apoyar a la hija del dictador. En vano hubiera sido la lucha en las calles de inicios de siglo. Por eso te agradecemos.

Un cordial saludo.

lunes, 4 de abril de 2011

La juventud conservadora: es fashion votar por PPK

Aunque su campaña ha sido un desastre, Luis Castañeda Lossio por fin dio en el blanco al opinar sobre la candidatura de Pedro Pablo Kuczynski. “Es una moda pituca… o sea, yo voto por PPK y entonces soy pituco”, dijo el exalcalde.

Podemos discrepar acerca de lo “pituco” que significa votar por PPK. Aunque las estadísticas no mienten: lidera el sector A/B en Lima, la ciudad más desarrollada del país; claro está con sus bolsones de pobreza. Y tiene gran aceptación entre el público juvenil.

Entonces, vaya que está de moda. Las cifras no son la única evidencia. Están las respuestas en las redes sociales: “voto por PPK porque es el mejor”, “vamos PPK”, “sube-sube PPK”, y otras argumentaciones que, la verdad, no tienen ningún sustento político o ideológico; y que más responden a cuestiones emocionales. Del 17 % con el que cuenta ahora, calculo que un tercio sí lo hace por convicciones ideológicas. Pero estoy seguro que la gran mayoría no procede así.

Comparaba esta actitud de estos jóvenes con las de su misma generación en otras latitudes. Por ejemplo, en Europa, más específicamente en Gran Bretaña, la juventud universitaria salió a protestar por la medida del gobierno del conservador David Cameron de triplicar las pensiones en las universidades. En Francia, los jóvenes, más que los viejos, se manifestaron contra las leyes de pensiones (¿se imaginan a los “chibolos” de aquí apoyando a los pensionistas y jubilados?) que emprendió el presidente Nicolás Sarkozy. Ni qué decir de los aguerridos jóvenes del Medio Oriente, quienes se han enfrentado a dictaduras acaso peores que las vividas en el Perú y América Latina, de las cuáles nadie pensaba que era posible tumbárselas. Túnez, Egipto, y Libia son buenos ejemplos de una juventud que quiere cambios luego de una época de oscurantismo.

Aquí nomás, en Chile, cuando comenzaba el régimen de Michelle Bachelet (quien terminó con altos índices de aprobación al final de su mandato), se llevó a cabo la “revolución de los pingüinos”, en referencia a los escolares y universitarios que protestaban por una mejor educación. Y aterricemos en el Perú, donde los jóvenes fueron activos protagonistas de la Marcha de los Cuatro Suyos para protestar contra la ilegal re-reelección del dictador Alberto Fujimori, y las sucesivas manifestaciones que no pararon hasta que éste y su compinche Vladimiro Montesinos dejaron el poder en medio del escándalo.

Diez años después, ¿qué pasó?

La pregunta viene a colación porque, además de vitalidad, energía, dinamismo, e incluso impulsividad, la juventud es sinónimo de cambio. De inconformidad, e incluso de revolución. Sin embargo, la juventud actual prefiere apoyar una propuesta conservadora como la de PPK.

Salvo la multitudinaria marcha contra el Baguazo, el 11 de junio del 2009, en la última década la juventud no se ha metido en rollos como las luchas por cambios sociales. Nadie pide que sean marxistas tampoco, no es la época.

La juventud de ahora es light. Vale decir, yo no me meto en política, estudio mi carrera, y a mí que me importa el resto. Están más pendientes del Grupo 5 y las Tremendas de la Cumbia, que de las protestas en la sierra por conflictos sociales. Una juventud indiferente y de espaldas a lo que sucede en el país.

También es altamente influenciable. A pesar de la masificación de los medios y las alternativas que se ofrecen, como los blogs y las redes sociales, creen más en los rollos oficiales. “El Perú avanza”, “Estamos bien”. Y están marcados por el consumismo y el creer que teniendo más, somos mejores. Y llevan encima una gran resignación, porque ni siquiera son capaces de protestar porque les cobran un sol en el micro por su medio pasaje, cuando deberían pagar sólo 60 u 80 céntimos. En Argentina o Chile, los estudiantes paralizan el transporte si les hacen eso.

No digo que sean todos. Hay también un sector joven que piensa, que reflexiona, y que se informa. Y que se pronuncia ante hechos como el Baguazo. Pero parece ser la minoría. Que demuestren lo contrario.

Lo cierto es que esta conducta atípica de la juventud peruana, antes decisiva en grandes momentos de la historia del Perú, es producto de varios factores. La dictadura de Fujimori, que anuló los espacios culturales y de reflexión. La desideologización. Los sistemas educativos. La propaganda oficial. La alienación gracias a los realities. Todo eso que produce una generación adormecida, distraída, sin percibir que su futuro está en juego.

Más allá del voto a PPK, le tienen resistencia al cambio. Que yo sepa, PPK no representa ningún cambio. Es más de lo mismo, y hasta peor. Quizá por eso se escoge lo más fashion, porque así se es más pituco, y es lo políticamente correcto. Y pobre que no votes por PPK, porque te hacen apanado en el Facebook. También es cierto, y hay que admitirlo, que las otras opciones tampoco ofrecen gran cosa. 

Ante este escenario trágico, hay, hermanos, mucho por hacer.