lunes, 28 de noviembre de 2011

Adiós a la Gran Transformación


Cuando Ollanta Humala asumió la presidencia de la República y manifestó que juraba al cargo por el espíritu y los principios de la Constitución de 1979, hubo un sentimiento de optimismo en el país. Tanto para aquellos que votaron por el candidato nacionalista en la primera vuelta, como para quienes que lo apoyaron para evitar el regreso del fujimorismo al poder.

Humala había marcado la cancha y declarado la guerra a la derecha y el fujimorismo. Se comprometió a hacer un gobierno que  iba a expresar la voluntad de cambio que el país había manifestado en la última elección presidencial. Y así pareció ser en sus primeros días.

Sin embargo, el proceso de cambios comenzó a experimentarlo su gobierno. Lo primero fueron las declaraciones del ministro de Defensa, Daniel Mora, pidiendo “punto final” a los juicios a los militares implicados en crímenes de lesa humanidad durante el conflicto interno. Aunque después el inefable Mora trató de retractarse, lo que llamó la atención fue que el Presidente no le enmendara la plana, teniendo en cuenta que en su plan de gobierno contemplaba el respeto a los derechos humanos y el impulso de la justicia ante las cuentas pendientes en este tema.

Otra perla fue la lucha contra la corrupción. El caso de Omar Chehade desdibujó por completo la imagen que quería mostrar el gobierno de Humala en ese sentido. Un vicepresidente que había jurado por los “descamisados de la Patria”, pero que después estuvo implicado en un pedido para desalojar a los trabajadores de la azucarera Andahuasi a favor del grupo Wong, empresarios que pretenden hacerse de la misma. Hasta el momento Chehade se ha negado a renunciar a la vicepresidencia, pese a que el mismo Humala, en cadena nacional, le pidió que lo haga.

Cayó mucho peor que la bancada del partido de gobierno no hiciera nada para respaldar a Javier Diez Canseco, experimentado político de izquierda e implacable luchador contra la corrupción, como presidente de la comisión que investigará al gobierno de Alan García. Simplemente lo abandonaron a su suerte, para beneplácito de apristas y fujimoristas que continúan siendo aliados.

Pero la cereza de la torta es el proyecto minero Conga. En la campaña electoral, Humala anunció que priorizaría el agua para los campesinos y agricultores ante las exploraciones mineras que amenazaban el medio ambiente. Pero ahora ha dado luz verde a este polémico proyecto, que amenaza destruir todas las lagunas de Cajamarca, y muchos de los electores en el interior, que apostaron con todo al líder nacionalista, se sienten decepcionados.

Esto ha causado serias discrepancias dentro del Ejecutivo, las cuales ocasionaron la salida de personajes como el exasesor político en la PCM, Carlos Tapia, y el recientemente renunciante al viceministerio de Gestión Ambiental, José de Echave. Gente con una visión más cercana al cambio que el continuismo ha salido del gobierno, mientras que Chehade se mantiene como vicepresidente.

En síntesis, tenemos un Presidente que en vez de tener el coraje de llevar adelante reformas como la lucha frontal contra la corrupción y el cambio de un modelo basado en la explotación minera por uno consistente en la diversificación económica y la industrialización progresiva, y predicar en calles y plazas que esta apuesta es mejor que lo que hemos tenido en los últimos 20 años; se ha dejado arrinconar por la derecha y los poderes económicos, sin capacidad de respuesta. Han pasado cuatro meses, y no tenemos Gran Transformación, sino más de lo mismo.

jueves, 11 de agosto de 2011

La prensa no es divina

Es de Perogrullo decir que ningún ser humano es perfecto. Por ende, sus actos, sus decisiones, y sus creaciones, que han sido valiosas para la sociedad, al mismo tiempo han estado llenas de imperfecciones. Allí tenemos los oficios que tuvieron que desempeñar los primeros humanos para sobrevivir, que luego devinieron, gracias a la ciencia y la tecnología, en profesiones.

Uno de ellos es el periodismo, que puede ser la más noble de las profesiones o el más vil de los oficios. Ambas posibilidades están intactas, dado que quienes lo ejercemos no somos perfectos. Y por lo tanto, no somos divinos.

Sin embargo, muchos periodistas (y perdón que quien escribe hable de los colegas) han pegado el grito en el cielo porque no pudieron entrar a la sesión privada del pleno del Congreso, en la que la escandalosa y prepotente Martha Chávez fue sancionada por 120 días por su exabrupto el día del mensaje inaugural del presidente Ollanta Humala. También han pataleado hasta el techo porque el mandatario, simplemente, ha decidido no hacer declaraciones públicas. Todo en apenas dos semanas de gestión.

Esto pasa porque muchos periodistas creen que si alguien no quiere declarar, es de lo peor y se sienten ofendidos. Sobretodo aquellos que son considerados líderes de opinión, y que, como es evidente, representan grandes intereses y buscan el quinto pie al gato en todo, para comenzar a mermar la imagen de quien gobierna. Con esta actitud, pretenden generar una sensación de que fiscalizan con todo al gobierno de turno. Sin embargo, la verdad es que juegan para quien tiene el poder. Porque, vamos, el hecho de que Ollanta Humala haya llegado a la presidencia no quiere decir que tenga el poder.

En el Perú, quienes tienen el poder son los grandes grupos de poder económico. Ellos le pusieron la agenda a un Toledo tímido que no se atrevió a hacer más cambios, y terminó colocando como su jefe de gabinete al mismísimo Pedro Pablo Kuczynski, que evidentemente es un representante de esos mismos sectores. Alan García llegó por segunda vez al gobierno con una agenda de cambios incluso más a la izquierda que la de Humala en esta elección, pero prefirió casarse con el poder e incluso proclamar a los cuatro vientos que esas eran sus ideas ahora.

En ese sentido, Humala ha llegado al gobierno, pero no al poder. El objetivo del actual mandatario debe ser lograr que nuestra sociedad sea más democrática y justa, y que las elecciones no sean un mero trámite para que al final los mismos de siempre sigan dominando. Esto será posible en la medida en que pueda implementar cambios que, desde luego, el poder económico no querrá que se implementen, utilizando a los grandes medios de comunicación, en los que están bien representados por colegas que se creen divinos, para buscar cualquier tontería como que, por ejemplo, el Presidente no quiere hablar.

Si el señor Humala no quiere hablar, está en su derecho. No tenemos que ofendernos ni rasgarnos las vestiduras por eso (aunque es claro que esa supuesta indignación tiene un objetivo). Cuando Alan García no quería hablar, nadie decía ni pío. Cuando habían sesiones cerradas en las comisiones de Defensa, por ejemplo, durante el régimen anterior, no recuerdo haber visto a algún periodista “mediático” que salte hasta el techo.

Lo que los periodistas debemos juzgar son los actos de gobierno. Es verificar si el señor Humala es capaz de cumplir todo lo que ha prometido. Es comprobar si se producen actos de corrupción de verdad, y no tonterías como las del tal Alexis. Es observar si está ejerciendo el gobierno con una orientación hacia la justicia social, y que las normas beneficien a todos, y no solo a un sector; aunque muchos periodistas intentarán juzgar todo desde la perspectiva de beneficiar a quienes siempre lo han sido. Es cuestionar, por ejemplo (como acertadamente lo ha hecho el semanario Hildebrandt en sus trece), que el señor Humala haya nombrado como consejero a Eduardo Roy Gates, quien fuera abogado del controvertido Rómulo León, protagonista del acto de corrupción más sonado del quinquenio anterior.

Por otro lado, debemos hacer un mea culpa. El periodismo ha estado más cerca de ser el más vil de los oficios. Debería darnos vergüenza lo ocurrido en el último proceso electoral, donde muchos prefirieron apoyar a Keiko Fujimori sin ningún pudor. Y que muchos sigan silenciosos respecto de lo que fue el gobierno de su padre.

miércoles, 27 de julio de 2011

La cultura del borrego

Los borregos, al igual que las ovejas, siguen sin chistar las órdenes del pastor que las cuida. Comen los pastos de los lugares a donde son llevados, y toman solamente el agua que les sirve su dueño. Así transcurre toda su vida, y hasta su muerte, puesto que hasta en el ocaso de la existencia son llevados a ser sacrificados, y no protestan ante su instante final.
En síntesis, el borrego es aquel que simplemente hace lo que le dice quien manda. Una analogía parecida es la que vivimos los limeños, más que los mal llamados provincianos, porque Lima es una provincia también. Por si no lo sabían. La gente del interior es más crítica, y no se come los cuentos, a pesar de no tener edificios cancerosos y grandes avenidas, que mucha gente limeña cree que es sinónimo de progreso.
En cambio, esta sociedad limeña no sabe pensar por sí misma. Es borrega. Empezando desde los gustos musicales. Aquí, en Lima, la gente no sabe escuchar música. Simplemente escucha lo que le ponen. En un tiempo fue la famosa salsa sensual, esa que no le llega a los talones de los bravos como Héctor Lavoe o Rubén Blades. Luego el techno, la technocumbia, el reggaetón, la cumbia otra vez, y seguimos contando. Viene algún artista de todos esos ritmos, promovido por ciertos empresarios, y todos van como monos. Igual es con la moda Justin Bieber y paramos de contar. Y ni siquiera es necesario traerlos: tenemos fábrica de música mediocre. Marisol y el Grupo 5 son buenos ejemplos de ello.
Igual es en la política y la economía. Nos dice el discurso oficial que todo va bien, que no hay que cambiar nada. Que hacerlo significaría un salto al vacío. Que las señales de tranquilidad significan inmovilismo. Que hay que tranquilizar a los mercados. Que no hay que ponerles impuestos a las sobreganancias porque ahuyentan las inversiones, y no habrá trabajo. Que no podemos aumentar el salario mínimo, ni pagar pensiones justas a los jubilados, porque desequilibramos la caja fiscal. Que no importa si robó, asesinó, y abusó del poder; igual le hizo bien al país. Que el que reclama por los derechos de los indígenas es un caviar. Que estos son ignorantes, los del interior son brutos y han cagado al país con sus votos. Que Velasco fue una mierda, como si Odría y Fujimori no lo hubieran sido. Que PPK es el mejor porque sí. Que el SUTEP es el único causante de la pobreza de la educación. Que Susana no hace nada, y hay que vacarla. Que estamos bien porque tenemos celular, blackberry, tarjeta de crédito y así consumir y consumir. Y así otras cojudeces más.

Además, nos dejamos que nos impongan celebraciones absurdas. Días del Cebiche, de la Comida Peruana, del Pollo a la Brasa, del Charqui, o cualquier otra tontería, y como borreguitos corremos a celebrar. Es que el Perú está de moda, pues.

Los limeños cantamos, bailamos y hacemos las cosas al ritmo de la música que nos ponen. No pensamos, simplemente repetimos. No reflexionamos las cosas, creemos fielmente en los discursos oficiales. No los cuestionamos, no nos ponemos a pensar en lo básico al menos, si está bien o está mal.
No podemos pedir mucho, si leemos periódicos de cincuenta céntimos que destacan como portada un capítulo de Al Fondo Hay Sitio, o si vemos programas de televisión tan estúpidos como Amor, amor, amor. Si invitamos a Corbacho a inaugurar la Feria del Libro de Lima teniendo al Nobel Vargas Llosa. Así estamos.
En estos cinco años, parece haberse intensificado más la estupidez. Mañana asume Ollanta Humala, y obviamente aquí estaremos listos para destacar sus buenas decisiones y ser jueces severos en caso no cumpla o no aclare ciertas cosas, como el viaje de su hermanísimo Alexis. Brevemente, hay que decir que fue una gran metida de pata guardar silencio tanto tiempo. Pero lo que debe hacer es promover, básicamente, la educación y la cultura. El nombramiento de Patricia Salas, y sobretodo el de Susana Baca, respectivamente, nos llena de expectativas positivas.
¿Y en cuanto a la cultura borrega en Lima? El gobierno no está obligado necesariamente a hacer algo al respecto, pero podría aportar. Ojalá lo haga. Sin embargo, la responsabilidad está en aquel sector de la sociedad capitalina que, aunque parece ser minoría, no se ha contagiado de estas taras mentales. Y que debe promover formación cultural y política, sobretodo, para constituir una verdadera sociedad civil organizada, con conciencia crítica, de todas las posiciones ideológicas. Para que no sigamos siendo borregos.

lunes, 13 de junio de 2011

La derecha rabiosa y la respuesta de Humala

Apenas se conocieron tanto los resultados a boca de urna como los primeros oficiales de la ONPE, que daban como ganador a Ollanta Humala, los representantes de nuestra derecha comenzaron a patalear.

Primero aparecieron en televisión Pedro Pablo Kuczynski, candidato perdedor; y Mercedes Aráoz, cuya candidatura nunca despegó y más bien fue una especie de aborto político. Ambos, con los rostros desencajados, recomendaron algunas cosas al virtual presidente electo, como si el ganador tuviera que hacer lo que le dicen los derrotados. Y que estos personajes aparezcan en TV siendo fracasados políticamente dice mucho del peso que tienen en los espacios de poder económico.

El lunes, cuando se confirmaba el triunfo de Humala según las cifras de la ONPE, la derecha volvió a patalear. Esta vez ya no por medio de sus voceros, sino de sus ejecutores en la Bolsa de Valores de Lima, la cual bajó 12 puntos en el Índice General, acaso el más alto descenso de la historia. Después de esta jugada, otra vez aparecieron otros voceros a exigirle a Humala que nombre a su Jefe de Gabinete y al que será ministro de Economía. Claro, a ellos sólo les importa quien le cuide su bendito modelo económico, pero no se escuchó ninguna voz que pidiera a los ministros de Educación y Salud, como mencionara en su columna hace unos días el analista político Santiago Pedraglio.

¿Y cuál fue la respuesta de Humala? Primero, se encerró en su búnker en el Hotel Los Delfines (el mismo de los ascensores, ¿no Lúcar?) y no le dio bola a los escandaletes derechosos. Eso sí, su primera vicepresidenta, Marisol Espinoza, anunció a los integrantes de la Comisión de Transferencia. Aún así algunos medios, por medio de sus columnistas seguían exigiendo, pero no fueron escuchados. Olvidan que tanto Alejandro Toledo y Alan García nombraron su gabinete días antes de asumir el mando.

Humala después de todo sacó la vuelta, y se fue de gira latinoamericana. Primero viajó a Brasil a encontrarse con la presidenta Dilma Rouseff, y el exmandatario Lula Da Silva. Señal de cuál será su ruta en materia de relaciones exteriores. Luego realizó visitas a los presidentes Fernando Lugo, de Paraguay, y José Mujica, de Uruguay. Al momento de escribir esta columna, Humala está viajando a la Argentina para reunirse con Cristina Fernández; y luego acudirá a Chile para tener un cónclave con Sebastián Piñera.

Esta gira dice mucho de cuál será su orientación tanto en el barrio latinoamericano como en política: una izquierda moderada acompañada de buenas migas (en lo posible) con Chile. Acercamiento al Mercosur, básicamente. Esperemos que siga por ese camino. Lo cual no quiere decir que vea a Venezuela, Cuba o Bolivia como el demonio. Hay que tener buenas relaciones con todo el continente.

No obstante, otros analistas creen que Humala ha sido arrinconado (César Hildebrandt dixit). Pero a mi parecer, Humala ha preferido escapar del mundanal ruido político en nuestro país, sin hacer caso a la voces que quiere asustar. Parece que ha hecho bien. La gran pregunta, eso sí, es si seguirá por el camino de las buenas decisiones. El Perú aguarda.

Foto:  Revista Generacción.

miércoles, 8 de junio de 2011

Ollanta llegó

Tras largos cinco meses, la intensa campaña electoral que hemos vivido ha terminado. Y quizás como no poca gente se lo imaginaba, pues a inicios de enero, gran parte de la opinión pública no daba posibilidades de victoria a Ollanta Humala, que en ese momento figuraba cuarto en las encuestas con entre 10 y 12 por ciento. El establishment parecía tranquilo, y la fiesta andaba en paz.

Sin embargo, desde ese caluroso mes de enero a este gris y otoñal mes de junio, muchas cosas cambiaron. Ollanta Humala ha ganado en una campaña electoral intensa y polarizada. Los wikileaks marcaron su primer repunte en febrero, y en marzo comenzó a ganar adhesiones, hasta lograr el primer lugar. En la segunda vuelta, sufrió el cargamontón de los medios; pero su perfil moderado, los errores garrafales de los asesores de su contendora, y la marcha anti-fujimorista del 26 de mayo, le dieron la victoria. Su gran mérito ha estado en mantener la calma y haber aprendido de los errores, tanto de estrategia como de visión política, que cometió en la elección de hace cinco años.

Seguramente Humala es consciente de que su victoria ha sido harto difícil de obtener. La campaña de demolición que enfrentó es una prueba de ello. Pero lo que viene es mucho más difícil.

Primero, porque ahora que será Presidente de la República, Humala estará en los ojos de todo el mundo. La misma prensa que se ha encargado de tirarle basura en estos meses no lo dejará tranquilo, pues es sabido que defienden grandes intereses que están detrás. Intereses que pueden venirse abajo si Humala emprende reformas redistributivas que a éstos no les conviene. En ese sentido, el nuevo Jefe de Estado deberá tener “muñeca” y paciencia para manejarse. Allí tendrá que pedir algunos consejos a Alejandro Toledo, quien luego de acceder al poder tumbándose a la mafia fuji-montesinista, sufrió un cargamontón que no le hicieron a Alan García.

Segundo, tendrá que hacer alianzas en el Congreso. Perú Posible podría ser una posibilidad que no sólo sostendría la gobernabilidad, sino que garantizaría que puedan emprender algunas reformas comunes que tanto Gana Perú como el partido de la chakana plantearon en la campaña. La alianza con la agrupación de Toledo, que está más al centro, sería algo así como la Concertación en Chile, y pondría un buen dique a las pretensiones de la derecha compuesta por el fujimorismo, el APRA y algunos integrantes del PPC y Solidaridad.

Tercero, Es la oportunidad de buscar respaldos internacionales. La alianza con Brasil y Argentina, además de buscar más a Unasur, le dará un buen soporte ante los intentos de cierta derecha cavernaria por sacarlo del poder. Porque eso van a buscar. Así se pudo frenar, por ejemplo, la intentona golpista en Ecuador. Y alejarse un poco del bloque más cercano a los Estados Unidos. Claro está, marcando su propio perfil como presidente de una nación soberana.

Cuarto, impulsar las recomendaciones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, tanto en la reparación a las víctimas como en la búsqueda de justicia.

Quinto, no debe temblarle la mano en la lucha contra la corrupción. La de hace veinte años, la de ayer, la de hoy y la de mañana. Debe facilitar todas las herramientas al Poder Judicial, y no entorpecer su trabajo como lo ha hecho el régimen de Alan García.

Sexto, una lucha frontal contra la pobreza. Dar impulso a los programas sociales y generación de empleo digno. Hacer justicia social con los trabajadores, los campesinos, los jubilados; y resolver los conflictos sociales que deja García.

Quizá haya llegado el momento de lograr ese gran cambio social que anheló mucha gente para el Perú, como Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui. Para eso estaremos atentos y vigilantes. Eso sí, no es un cheque en blanco.

Foto: Diario El País de España.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Votemos por Humala, no nos comamos otro cuento

Cuando a fines de los años '90 se iniciaron una serie de movilizaciones para impedir que Alberto Fujimori siguiera perpetuándose en el poder, quien escribe era un muchacho de 17 años que recién había terminado el colegio. Si bien es cierto había leído mucho sobre la historia y todo eso, aún no la había comprendido del todo. Y también consumía la prensa oficial, esa que nos decía que en el Perú todo andaba perfecto, y que Fujimori se merecía continuar en el gobierno. Y que es esa misma que ahora nos vende que casi somos del primer mundo.

Fui uno de los que se comió con facilidad ese cuento, porque no tenía la capacidad de ver más allá de mis narices. No porque fuera joven o muchacho; simplemente no estaba completamente informado. Por eso no participé en la marcha de los Cuatro Suyos, así como en otras protestas para que la dictadura de Fujimori y Montesinos se largara.

Aquello que me abrió los ojos fue el vídeo de la vergüenza, ese que fue mostrado por Fernando Olivera (hoy caído en desgracia) y Luis Iberico, en el que el siniestro exasesor presidencial Vladimiro Montesinos entrega miles de dólares al entonces congresista de oposición, Alberto Kouri, para que se pase a las filas del fujimorismo. Eso fue para mí como la luz y el descubrimiento de una pobredumbre que hasta ese momento me había negado a ver. A partir de allí, no sólo di cuenta de la corrupción generalizada, acaso la más espantosa de nuestra historia; sino también de la barbarie por medio de las violaciones a los derechos humanos.

Desde entonces fui consciente que un gobierno de esa naturaleza nunca más debía volver al poder. Quedé convencido que lo mejor para un país es vivir en democracia. Que dentro del marco de la misma, podemos apoyar o cuestionar las medidas del régimen de turno, sea de izquierda o de derecha. Y en esa convivencia podemos desarrollarnos como país y como sociedad.

La posibilidad de que un gobierno como el de Fujimori vuelva al poder, luego de tan sólo una década de haber sido sacado por el propio pueblo peruano, es realmente vergonzoso. En otras partes del mundo debemos ser el hazmereír internacional, sólo por el hecho de que la señora Keiko Fujimori sea candidata presidencial. En Argentina sería impensable que algún hijo de Videla sea aspirante a la presidencia. Lo mismo en Chile si apareciera algún heredero de Pinochet; y en España si estuviera en la escena política algún heredero del dictador Franco.

Por eso, los peruanos no podemos ni debemos permitir que con nuestros votos, los Fujimori vuelvan al poder. No podemos darles ese hándicap habiéndolos sacado de Palacio. Algunos reforzarán esta posición  puesto que “por gusto no tragaron gas” en las protestas contra la dictadura. En la otra orilla, me dirán que Keiko no es su padre, desde luego. Pero la única diferencia es que ella es Keiko y es su hija. El resto, quienes la acompañan, son la misma gente que estuvo en los '90: Jorge Trelles, Jaime Yoshiyama, Martha Chávez (la misma que dijo que los estudiantes de La Cantuta se habían “autosecuestrado”). Y ahora reforzados con el aporte del Opus Dei, gracias a la presencia de Rafael Rey en su plancha presidencial, buscarán retroceder en lo poco que se avanzó (gracias Alan García) para derrotar a la impunidad.

Un régimen de esa naturaleza no puede volver a instalarse en el Perú. 

Jóvenes de hoy: No esperemos a darnos cuenta cuando sea demasiado tarde, y después nos pese no haber formado parte de una gesta histórica como la que los peruanos y las peruanas, con dignidad y amor a la patria, construyeron hasta que se dio la caída del dictador. Recomiendo que leamos la historia de nuestro país.

No regalemos nuestro voto sólo por el miedo a alguien que, como he comprobado, es mucho menos de todo lo que los medios le endilgan, y nada peligroso como otros quieren ver. Ollanta Humala, aunque no era el candidato de mi preferencia, tampoco es un cuco. Sólo quiere hacer algunos cambios en un país que, pese al crecimiento económico, no ha logrado disminuir sus enormes brechas de desigualdad, y tiene centenares de conflictos sociales en el país. Lo otro son sólo cuentos de una clase dominante que quiere que las cosas sigan como están, y que nos quiere mantener en una ilusión de una prosperidad falaz, de que no podemos perder lo logrado, cuando en realidad no tenemos nada. Además, Humala está acompañado por personas que, coincidencias y diferencias ideológicas aparte (en forma y contenido), se fajaron en su momento por la democracia y demostraron ser honestos y probos, a diferencia del fujimorismo, que mostró en la década del '90 cuán bajo se puede caer moralmente.

Por esas razones, y siendo consecuente con mis ideas, así como en la primera vuelta voté por Alejandro Toledo; ahora voy a votar por Ollanta Humala. E invoco a la juventud a hacerlo. Que el 5 de junio sea el día en que le cerramos otra vez el paso a la mafia de Fujimori y Montesinos. Y que una victoria de Humala no signifique un cheque en blanco, sino más bien una afirmación de nuestra ciudadanía.

jueves, 14 de abril de 2011

Carta abierta a Alejandro Toledo

Estimado Alejandro:

Debo confesar que lamento mucho que no hayas llegado a la segunda vuelta. Hasta inicios de marzo, tu primer lugar en las encuestas hacía prever que no tendrías problema para pasar a esta instancia de las elecciones.

Y lo digo porque, haciendo una comparación de los gobiernos de los últimos 30 años, el que realizaste fue, sino el mejor, el menos malo. Es cierto que hubo corrupción y algunos escándalos, pero menores comparados con los de Fujimori y los dos gobiernos de García. Es cierto que no se hizo mucho por superar la pobreza, pero recién salíamos de una recesión. La economía fue mejor llevada. Y de alguna forma, respetaste los marcos democráticos. En tu gobierno, se impulsó la institucionalidad del país, y se apoyó a la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), como una forma de respeto a los derechos humanos.

Con respecto a los demás candidatos, tenías todo para llevarte la elección. Entre 28 y 30 por ciento del electorado te daba sus simpatías. Y comenzaste muy bien con este lema: Por cada insulto, una propuesta. Sin embargo, cometiste un gran error: la soberbia. Te dejaste llevar por eso, y empezaste a pelear con quien no debías. Siendo primero, te comenzaste a pelear con el quinto (PPK), quien aprovechó muy bien la situación para llevar agua para su molino. Y pisaste el palito con alguien insignificante como Luis Nava, a quien ni siquiera debiste darle bola.

Pero tu mayor error fue el de mostrar la prueba toxicológica. ¿A quién le importaba eso? A nadie. Todas esas acusaciones de borracho y coquero le llegaba a la gente. Tengo la impresión que eso hartó a todos, y tu baja en las encuestas no tuvo cómo parar.

Fue entonces cuando no dejaste de cometer errores. Ante las primeras posiciones de Ollanta Humala y Keiko Fujimori, debiste dejar que Ollanta se dispare, y presentarte como aquel que luchó contra la dictadura infame de Fujimori. Pero no; preferiste unirte al coro de la derecha de atacar al nacionalismo. Esa fue tu derrota definitiva. Tu campaña se manejó como tu gobierno, pues te disparaste a los pies mientras ibas arriba. Nadie te metió cabe.

En principio, todos esos errores me decepcionaron. A la vez, observaba las encuestas y me daba pena. Como periodista, en la semana previa a la elección, ya sabía que ibas cuarto. Pero aún así, decidí marcar la chakana.

¿Por qué lo hice? Porque decidí no llevarme por las encuestas. Porque observé que estás en el centro político, y aunque yo estoy más tirado a la izquierda (no marxista), me sentí más cercano a tu propuesta política de “redibujar el rostro social del Perú”.

Y otra razón es porque me sentía en deuda contigo.

En deuda porque, mientras muchos jóvenes de mi generación, muchos estudiantes universitarios, marchaban por las calles contra la dictadura corrupta de Fujimori y Montesinos, lucha que tú encabezaste, yo estaba en mi casa todo light mirando la tele. Pensaba que el Chino hacía un buen gobierno, llevado de las orejas y los ojos por los medios de comunicación que, como ahora, nos dicen que vamos muy bien.

Estaba completamente alienado y distraído, como estos “ppkausas” que, no es que no sean inteligentes ni otras cosas que por allí han dicho, sino que no están bien orientados, no conocen toda la realidad, y se les ha vendido una sola idea del mundo, de la política y la economía. Y que han corrido atrás de un señor (PPK) que no es nuevo, y que sus lealtades al Perú están en duda. No sé si ante una coyuntura como la de los 90, se hubieran puesto de pie.

Hasta que ví ese vídeo infame de Montesinos sobornando a Alberto Kouri, y mi visión de la realidad se cayó como un castillo de naipes. Entonces descubrí que la corrupción, el asesinato, el robo, la mentira, fueron el estilo de gobierno de Alberto Fujimori. Abrí los ojos.

Por eso decidí apoyarte con mi voto el domingo 10 de abril, como una forma de reivindicación. Pues ahora que veo en retrospectiva, te convertiste en gigante combatiendo en las calles a una dictadura realmente tirana.

Pero del pasado no se vive, Alejandro. Esas grandes victorias hay que renovarlas. Aunque no hayas ganado, y de hecho, has sido el gran derrotado de las elecciones del 2011, nadie podrá quitarte lo bailado. Y lo construido. Esperemos que no se destruya. Por lo pronto, ya eres consecuente en no apoyar a la hija del dictador. En vano hubiera sido la lucha en las calles de inicios de siglo. Por eso te agradecemos.

Un cordial saludo.

lunes, 4 de abril de 2011

La juventud conservadora: es fashion votar por PPK

Aunque su campaña ha sido un desastre, Luis Castañeda Lossio por fin dio en el blanco al opinar sobre la candidatura de Pedro Pablo Kuczynski. “Es una moda pituca… o sea, yo voto por PPK y entonces soy pituco”, dijo el exalcalde.

Podemos discrepar acerca de lo “pituco” que significa votar por PPK. Aunque las estadísticas no mienten: lidera el sector A/B en Lima, la ciudad más desarrollada del país; claro está con sus bolsones de pobreza. Y tiene gran aceptación entre el público juvenil.

Entonces, vaya que está de moda. Las cifras no son la única evidencia. Están las respuestas en las redes sociales: “voto por PPK porque es el mejor”, “vamos PPK”, “sube-sube PPK”, y otras argumentaciones que, la verdad, no tienen ningún sustento político o ideológico; y que más responden a cuestiones emocionales. Del 17 % con el que cuenta ahora, calculo que un tercio sí lo hace por convicciones ideológicas. Pero estoy seguro que la gran mayoría no procede así.

Comparaba esta actitud de estos jóvenes con las de su misma generación en otras latitudes. Por ejemplo, en Europa, más específicamente en Gran Bretaña, la juventud universitaria salió a protestar por la medida del gobierno del conservador David Cameron de triplicar las pensiones en las universidades. En Francia, los jóvenes, más que los viejos, se manifestaron contra las leyes de pensiones (¿se imaginan a los “chibolos” de aquí apoyando a los pensionistas y jubilados?) que emprendió el presidente Nicolás Sarkozy. Ni qué decir de los aguerridos jóvenes del Medio Oriente, quienes se han enfrentado a dictaduras acaso peores que las vividas en el Perú y América Latina, de las cuáles nadie pensaba que era posible tumbárselas. Túnez, Egipto, y Libia son buenos ejemplos de una juventud que quiere cambios luego de una época de oscurantismo.

Aquí nomás, en Chile, cuando comenzaba el régimen de Michelle Bachelet (quien terminó con altos índices de aprobación al final de su mandato), se llevó a cabo la “revolución de los pingüinos”, en referencia a los escolares y universitarios que protestaban por una mejor educación. Y aterricemos en el Perú, donde los jóvenes fueron activos protagonistas de la Marcha de los Cuatro Suyos para protestar contra la ilegal re-reelección del dictador Alberto Fujimori, y las sucesivas manifestaciones que no pararon hasta que éste y su compinche Vladimiro Montesinos dejaron el poder en medio del escándalo.

Diez años después, ¿qué pasó?

La pregunta viene a colación porque, además de vitalidad, energía, dinamismo, e incluso impulsividad, la juventud es sinónimo de cambio. De inconformidad, e incluso de revolución. Sin embargo, la juventud actual prefiere apoyar una propuesta conservadora como la de PPK.

Salvo la multitudinaria marcha contra el Baguazo, el 11 de junio del 2009, en la última década la juventud no se ha metido en rollos como las luchas por cambios sociales. Nadie pide que sean marxistas tampoco, no es la época.

La juventud de ahora es light. Vale decir, yo no me meto en política, estudio mi carrera, y a mí que me importa el resto. Están más pendientes del Grupo 5 y las Tremendas de la Cumbia, que de las protestas en la sierra por conflictos sociales. Una juventud indiferente y de espaldas a lo que sucede en el país.

También es altamente influenciable. A pesar de la masificación de los medios y las alternativas que se ofrecen, como los blogs y las redes sociales, creen más en los rollos oficiales. “El Perú avanza”, “Estamos bien”. Y están marcados por el consumismo y el creer que teniendo más, somos mejores. Y llevan encima una gran resignación, porque ni siquiera son capaces de protestar porque les cobran un sol en el micro por su medio pasaje, cuando deberían pagar sólo 60 u 80 céntimos. En Argentina o Chile, los estudiantes paralizan el transporte si les hacen eso.

No digo que sean todos. Hay también un sector joven que piensa, que reflexiona, y que se informa. Y que se pronuncia ante hechos como el Baguazo. Pero parece ser la minoría. Que demuestren lo contrario.

Lo cierto es que esta conducta atípica de la juventud peruana, antes decisiva en grandes momentos de la historia del Perú, es producto de varios factores. La dictadura de Fujimori, que anuló los espacios culturales y de reflexión. La desideologización. Los sistemas educativos. La propaganda oficial. La alienación gracias a los realities. Todo eso que produce una generación adormecida, distraída, sin percibir que su futuro está en juego.

Más allá del voto a PPK, le tienen resistencia al cambio. Que yo sepa, PPK no representa ningún cambio. Es más de lo mismo, y hasta peor. Quizá por eso se escoge lo más fashion, porque así se es más pituco, y es lo políticamente correcto. Y pobre que no votes por PPK, porque te hacen apanado en el Facebook. También es cierto, y hay que admitirlo, que las otras opciones tampoco ofrecen gran cosa. 

Ante este escenario trágico, hay, hermanos, mucho por hacer.

martes, 29 de marzo de 2011

No nos olvidemos de Keiko

Todos salen a hablar de Ollanta Humala ahora que lidera las encuestas. Le echan la culpa de la caída de la bolsa de valores (cosa que, por cierto, no sólo se produjo en el Perú, sino en el mundo), así como del alza del dólar. Un día le echarán la culpa de que la selección no clasifique para el mundial de Brasil 2014.

Es cierto que Humala genera dudas. En lo personal, no es un cuco. Lo que sí es cierto es que hay desconfianza. Es como el equipo que clasifica por primera vez a la Copa del Mundo, y uno no sabe qué hará. Hay algunas cosas en su discurso que no quedan claras. Pero de allí a seguir el coro de los derecha, existe una tremenda distancia.

Es que parece que la derecha nos quiere hacer olvidar de la otra cara de la moneda. Esa que, extrañamente, la derecha no toca. Y que apoyaría sin chistar si es que pasa a la segunda vuelta, como todos temen, con Humala.

Se trata de Keiko Fujimori, la heredera de ese personaje que ahora está privado de su libertad por asesino y por ladrón.

Se dice de todo de Humala, pero no se advierte el peligro que representan para la democracia los Fujimori. Mucha gente olvida lo que se vivió en los '90 con esta dictadura que compartió el sátrapa con su compinche Vladimiro Montesinos. No hace falta recordar el autoritarismo con que se gobernó; el cierre del Congreso en 1992; los crímenes contra los derechos humanos en Barrios Altos, La Cantuta, las desapariciones y las torturas; la compra de la línea editorial de los medios de comunicación; la confección de una Constitución a la medida de los grupos del poder económico en desmedro de los derechos laborales y las comunidades, y que de paso, le permitía la reelección al dictador; el soborno a congresistas de la oposición para que se pasen al oficialismo y se conviertan en tránsfugas; un asesor presidencial estrechamente vinculado con el narcotráfico. ¿Quieren más?

El mito de la victoria contra el terrorismo se cae de maduro, pues la captura de Abimael Guzmán se dio por la estrategia desplegada silenciosamente por el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN), comandado por Benedicto Jiménez como consta en el libro La Cuarta Espada de Santiago Roncagliolo, y también podemos ver una reseña en el blog de Marco Sifuentes.

Todo ese aparato de corrupción y autoritarismo fue desmontado gracias a la valiente decisión política de Valentín Paniagua, a quien no le tembló la mano para establecer un sistema anticorrupción para sancionar a todos los responsables de los crímenes perpetrados en esa década infame. Toledo continuó a medias ese camino (y quizás por eso lo odian), y García más bien trató de desmontar todo ese sistema, que igual fue lo suficientemente fuerte para extraditar al dictador Fujimori y condenarlo a prisión.

Ahora ese mismo oscurantismo quiere volver a gobernarnos. Y vuelve con sed de venganza, comenzando por la liberación del dictador, que aunque negada por Keiko, es proclamada por sus candidatos al Congreso.

Lo que la derecha no entiende, es que podría hacer una propuesta de gobierno legítima, con sus puntos de vista de la economía, bajo los linderos de la democracia. Prefiere ganar elecciones bajo el legado del dinero (Lourdes 2001 y 2006; PPK 2011), o en todo caso, con el paraguas del autoritarismo (Keiko 2011). Pero nunca con ideas; siempre con ataques. Y con gente que canta en coros.

Esos mismos que se escudan bajo la sombra del gracioso PPKuy, son los mismos que no escatimarán apoyo a la hija del dictador si llega a una segunda vuelta con Humala. Incluso si el rival no fuera Humala, sino el mismo Alejandro Toledo.

domingo, 27 de marzo de 2011

Ollanta en la punta: Nadie sabe para quien trabaja

Iba a continuar con mis consejos para los candidatos presidenciales, pero lo mostrado en el Twitter por el periodista Beto Ortiz ha variado mis planes.  Se trata de la nueva encuesta que pone, tras varios meses de campaña electoral, al líder nacionalista Ollanta Humala a la cabeza por primera vez.

Durante mucho tiempo parecía un hecho que Alejandro Toledo estaba seguro en la segunda vuelta, y que la pelea por el otro puesto en esta instancia sería entre Luis Castañeda y Keiko Fujimori, quienes extraña y maquiavélicamente, no se tocaron para nada. Más atrás Ollanta que no le hacía daño a nadie por el momento, y más rezagado aparecía Pedro Pablo Kuczynski, quien apenas pasaba la valla electoral.

De pronto, y quizás por encontrarse en primer lugar mucho tiempo, Toledo cometió una serie de errores que le han costado puntos. Castañeda ni qué decir, acaso la peor campaña que haya realizado un candidato en mucho tiempo. Keiko se mantuvo con la táctica de equipo chico en el fútbol: la del murciélago, los 11 colgados del arco para aguantar el cero y así clasificarse al mundial de la segunda vuelta.

El que sorprendió fue PPK, quien comenzó a subir como la espuma luego de un episodio que linda con lo anecdótico y lo vulgar, y de su exiguo 5 % pasó a 14 %, con lo cual mucha gente se entusiasmó, y la cosa comenzó a variar.

Todos los medios, con excepción de La República y La Primera, hicieron alusión al repunte de PPK, la caída de Toledo y Castañeda, y a Keiko que no se movía. Nadie dio cuenta que, de uno en uno, de dos en dos, de a poquitos, Ollanta crecía silenciosamente.

El punto de quiebre se produjo con el tema de los Wikileaks, en los que se denuncia que el exministro del toledismo (porque, siendo sinceros, el peruposibilismo no existe), Fernando Rospigliosi, comentó que había pedido al embajador de los Estados Unidos que frene a Humala, por medio de una campaña en su contra en los medios.

Inmediatamente Humala, que estaba estancado en 10 o 12 %, aprovechó la ocasión para decir que quien estuvo detrás de eso fue Toledo, porque él era el presidente en esa época, y que jugó en pared con Alan García que le hacía la trampa a Lourdes Flores para pasar a la segunda vuelta, y así se cubrían las espaldas y tanta vaina. Aunque Rospigliosi lo negó, aduciendo que cuando sostuvo esa conversación con el embajador norteamericano, ya no era ministro de Toledo, parece que para la población fue difícil de creer esto. Y más porque el mismo Rospigliosi dijo que se sentía contento de que Humala no haya ganado las elecciones del 2006.

No contento con eso, ese fin de semana Humala visitó todos los canales, y repitió el mismo discurso, haciéndose un “faenón” en los mismos medios que antes no le daban cabida. Luego, en la siguiente encuesta, subió dos puntos, y cada sondeo publicado daba cuenta de ese ascenso. La subida de PPK, aunque por debajo de Humala, fue más propagandizada en los medios.

Las encuestas que han aparecido en esta semana han ocasionado más confusiones: En todas Toledo iba primero, pero muy cerca le respiraban Humala, en una encuesta; y en otra Keiko. Ese escenario apretado ha generado cambios de estrategias. Por ejemplo Keiko, que dijo que mantendría su estrategia hasta el final, le ha dado palo sutilmente a PPK y con más fiereza a Humala, sacando su lado más derechoso. En esta misma manera procedió PPK; pero se ha comenzado a enredar con el tema de su nacionalidad, y parece que su ascenso se revertirá.

Humala ha dado el gran salto. Parece que no habrá con qué darle. Por lo pronto, algunos consejitos para los candidatos:

A Toledo, que no hable de saltos al vacío ni cojudeces. Que se presente como de centro, y ataque a Keiko, que ahora sí es su rival directa. Preséntate como demócrata, cholo. Y olvídate de Humala. Derrota a Keiko primero y en la segunda vuelta le das vuelta a Ollanta.
A PPK, que comience a hacer propuestas, como un técnico. Golpea también a la china. Quizás otra payasada te ayude. Ah! Guárdala a Lulú en un baúl hasta después de la campaña.
A Castañeda, que no hable mucho, eso le dará mejores resultados. Aunque la verdad podrá lograr poco.
A Keiko no le aconsejo nada.

En síntesis, no le den combustible a Humala, porque seguirá creciendo.

Ah, me olvidaba de Humala. Síguete portando bonito nomás. Guarda tu chavismo para después de la segunda vuelta.

lunes, 21 de marzo de 2011

Consejos para Toledo

El domingo 20 por la mañana, Alejandro Toledo debe haber despertado con poco humor. Seguramente vio el titular del diario El Comercio, en el que daba cuenta de una encuesta de Ipsos Apoyo, que si bien es cierto lo mantenía en el primer lugar de las preferencias electorales, había bajado tres puntos, y su ventaja no era tan amplia como lo ha sido durante casi toda la campaña. Y debe haberse dado más golpes en la pared cuando observó, al día siguiente, la otra encuesta de Datum, en la que se repite la misma situación.

Toledo ha liderado las preferencias electorales durante casi toda la campaña. Y es natural que haya un desgaste, y por ende un descenso en las encuestas. Pero a eso se agregan los errores que han cometido él y sus colaboradores, luego de haberse manejado perfectamente durante enero y febrero pasados.

Lo primero, darle bola a los informes del consumo de whisky. Eso se rebatía fácilmente con el tema de los vinos en Palacio de Gobierno. El posterior enfrentamiento con Luis Nava, un candidato a un organismo intrascendente como el Parlamento Andino. El mostrar la prueba toxicológica que nadie le pedía más que algunos de sus rivales, que ridículamente, mostraban sus resultados negativos como si fuera garantía para votar por ellos.

Pero lo más grave fue la disputa con Pedro Pablo Kuczynski. El tipo iba en quinto lugar con un exiguo cinco por ciento. En un principio PPK “lo picó”, y Toledo le respondió. Bastaba con eso; sin embargo, el Cholo tomó la iniciativa dándole puyazos, y lo único que logró fue levantarlo, a tal punto que si bien es cierto sigue en la misma posición, el líder de la Alianza por el Gran Cambio ha pasado a tener de entre 12 a 14 por ciento, y ahora pelea por entra en la segunda vuelta. ¿Cuándo se ha visto que el primero se ponga a pelear contra el quinto?

A pocas semanas de las elecciones, esto podría ser determinante. Mas nuestra política es impredecible. Por eso, Toledo tiene que tomar en cuenta algunos consejos si quiere recuperar algunos puntos para estar nuevamente seguro en el ballotage.

Primero, debe dejar de lado los ataques. No responderlos, y más bien centrarse en hacer propuestas. Segundo, presentarse como garantía de democracia, y recuperar su papel de opositor al gobierno. Investigar qué cosas se cocinan en el régimen aprista y pronunciarse firmemente. Y posicionarse al centro ideológico. Los extremos (Ollanta y PPK) están subiendo. Debe dejar en claro que es moderado, pues la gente en el Perú tiende a votar en esa zona política. Y evitar los triunfalismos: eso también lo ha perjudicado. También debe recordar que, junto a Alan García, es el único que tiene la facilidad de cambiar de discurso sin despeinarse.

En síntesis, volver a la estrategia que lo caracterizó en enero y febrero. Y recordar que es Alejandro Toledo. Ese mismo que puede entusiasmar a la gente, pero que, al final, a veces se convierte en enemigo de sí mismo.

lunes, 7 de febrero de 2011

Toledo: la nueva piñata

Las campañas electorales en nuestro país parecen haberse convertido en fiestas infantiles. Además de haber los payasos de siempre, que quieren llegar al Congreso, tenemos algunas exponentes que podrían hacer de animadoras infantiles. Al final de la fiesta, no debe faltar la piñata, que es golpeada por todos los niños para encontrar los dulces que hay dentro de ella.

En nuestra política también encontramos "piñatas", pero no para sacarles el dulce, sino para sacarles la michi, con el objetivo de bajarlo y evitar que llegue al poder. Así ha ocurrido desde siempre en el Perú, pero ha sido más evidente esta práctica en los últimos cinco años.

El primero en asumir el papel fue Ollanta Humala. A fines del 2005 aparecía en las encuestas con apenas cinco por ciento, pero en seguida comenzó a crecer hasta apoderarse del primer lugar. Inmediatamente le cayó el huaico de acusaciones. Violador de derechos humanos en Madre Mía, títere de Chávez, colaborador de Montesinos, admirador de Velasco, futuro dictador, agitador y violento, etc. Pese al cargamontón mediático sufrido, Ollanta terminó en primer lugar con 30,7 por ciento de los votos. Al no alcanzar la mitad mas uno, tuvo que irse a la segunda vuelta con Alan García. El barro siguió llegando, y con el talento reconocido de García para la política, terminó perdiendo la elección, aunque con 47 por ciento.

Para las elecciones municipales de octubre 2010, en Lima parecía ser todo una confrontación entre Lourdes Flores y Álex Kouri. Parecían ser fuerzas parejas, y los diarios se limitaban a dar cuenta de los pullazos que se mandaban. Además del mismo tema de la pelea por la elección, es evidente que ambos se odian. En un momento determinado, Lourdes le sacó ventaja a Kouri; a éste le jugó en contra su pasado fujimontesinista. Todo parecía indicar que "Lulú" se sentaría en el sillón de Nicolás de Ribera, el Viejo. Pero faltando dos meses, el ex alcalde del Callao fue tachado.

Con Kouri fuera de carrera, el voto anti que se había recostado en Lourdes, como una forma de evitar que el cuestionado personaje llegue a la alcaldía de Lima, se fue en otra dirección. Y apareció en escena Susana Villarán, esa tía que a todos les caía bien, pero nunca votaban por ella. De pronto comenzó a crecer en las encuestas. Aunque a bastante distancia de Flores por ese entonces, los medios la comenzaron a tildar de roja, comunista, izquierda caviar, pro - SUTEP que traerá el caos a la educación, otra vez los ambulantes como en los '80, etc. Lástima que la misma Lourdes se prestó para la cuestión.

Felizmente para Susana, ella misma supo manejar bien la situación. Además que contó con el apoyo de Jaime Bayly, quien en vez de unirse al coro unánime, prefirió utilizar a Lourdes como piñata. El resultado: Susana derrotó a Lourdes por apenas 40 mil votos. A pesar del cargamontón. Y Lourdes quedó peor que Susana, porque acumuló su tercera derrota, acaso de la forma más increíble, cuando tenía todo a su favor.

Han pasado unos meses y estamos en otra contienda electoral, esta vez por la presidencia de la República. A fines del año pasado, Castañeda y Keiko parecían fijos en la segunda vuelta, mientras que Toledo y Humala (la piñata de la ocasión anterior) aparecían con menos opción. Pero apenas el ex presidente lanzó su candidatura en noviembre, comenzó a subir en las encuestas, a tal punto que ahora aparece con diez puntos de ventaja sobre el segundo lugar.

Ante ello, al Cholo de Cabana le han llovido piedras, palos, huaicos y todo lo que se relacione con barro. Le reiteraron lo de campañas pasadas, como por ejemplo que es alcohólico y drogadicto, que no reconoció a su hija; que es un liberal que apoya la legalización de drogas y asesino por apoyar el aborto (aunque aquí francamente metió la pata por decir un día una cosa y al dia siguiente que no la dijo). Tanto le está cayendo que hasta de Ollanta se han olvidado.

Pero eso parece no hacerle daño, pues ha ampliado su ventaja en los sondeos, y existe la sensación en la población que se la puede llevar de encuentro, debido a la fragilidad y errores de sus adversarios. Igual, Toledo es la piñata de turno. Si quiere ganar, que aguante hasta el final.

viernes, 7 de enero de 2011

Ninguno me convence

A estas alturas del partido, y aunque el año recién haya comenzado, ya están definidos quiénes serán los y las aspirantes a la presidencia de la República. Lo más importante es que ya conocemos sus virtudes, que por cierto son muy pocas; y por si fuera poco, sus enormes defectos y de qué pie cojean. Precisamente esas cosas son las que llenan de incertidumbre, pues a pesar de las encuestas, no hay certeza de quién podrá ser el próximo o la próxima presidenta del Perú. Y eso ha llegado a arrastrar a este humilde servidor.

De todas maneras, es fundamental conocer a los candidatos de pé a pa:

1. Luis Castañeda Lossio: Fue alcalde de Lima por ocho años, aunque realidad por menos, porque renunció un par de meses antes precisamente para ser candidato a la Presidencia. Los limeños recuerdan sus escaleras amarillas en los cerros, el Metropolitano, los Hospitales de la Solidaridad, el Parque de las Aguas y otras cojudeces más. Pero también deben acordarse de Comunicore, sus placas por aquí por allá, su utilización descarada de la Municipalidad aún cuando ya no era alcalde, su abuso mismo cuando estaba en el poder, su nula rendición de cuentas, autoritarismo y 700 mil razones más que podría explicar la señora Carmen Rosa Núñez de Acuña. No olvidar que es uno de los candidatos oficialistas.

2. Keiko Fujimori: Virtudes son difíciles de encontrar en esta señora. Ni siquiera como congresista, pues está demostrado que ha pasado dos terceras partes del tiempo fuera del Hemiciclo, y encima ha cobrado su sueldo. El tema del pago de sus estudios por parte de su padre, condenado a prisión por criminal y por ladrón como dijera Mario Vargas Llosa, nuestro laureado Nobel, es un asunto que tampoco ha quedado resuelto. De más está decir que si llega al poder ella, en realidad lo hará su padre. Votar por ella es votar por el indulto. Más allá de estas consideraciones, no tiene ningún mérito. Incluso en CADE los empresarios quedaron decepcionados con ella. También es respaldada por Palacio.

3. Mercedes Aráoz: Con lo de hoy quedó demostrado que es la perfecta títere manejada desde Palacio. Supone que sacando a Del Castillo de la lista ganará votos, pues la consigna presidencial es que suba en las encuestas. De paso termina de sepultar a su enemigo dentro del APRA. Volviendo a Aráoz, si quiere dársela de moral sin Del Castillo, debería sacar a varios que no tienen eso que ella dice tener, como Omar Quesada, por ejemplo. E incluso, si quiere ser más moral, debería renunciar a su candidatura, que está amenazada con no pasar la valla. No olvidar que carga con el sanbenito del Baguazo.

4. Pedro Pablo Kuczynski: Hay que reconocer que logró una hazaña, al juntar perro, pericote y gato en el mismo saco. Su sancochado puede ser su virtud, pero a la vez su gran debilidad. Además de esa perla, tiene otros talones de aquiles: su tez gringa y el ser percibido por la opinión pública como neoliberal y lobbista. A ver si se sacude un poco. Aunque está difícil, hasta ahora vuela bajo.

5. Manuel Rodríguez Cuadros: Su perfil diplomático lo podría ayudar. Pero a la vez lo perjudica. De otro lado, ha quedado en la percepción pública que su candidatura ha dejado muertos y heridos (llámese MNI, Tierra y Libertad, etc.) dentro de un sector de la izquierda, que por más que busca unirse, siempre se repele a sí misma. Por cierto, su discurso de izquierda no lo parece. También vuela bajo, aunque casi se podría decir que, a diferencia de PPK, recién está en la pista de aterrizaje.

6. José Ñique de la Puente: Aunque es conocido en el mundo del Derecho y la Jurisprudencia, es un NN en el ambiente político. Piensa que podrá captar votos por ser el candidato del Partido Fonavista, que logró una aplastante victoria en el Referéndum, que dicho sea de paso, no ha sido destacada por los medios de comunicación. No se sabe si es de izquierda, centro, derecha o periferiaParece tener más problemas que Rodríguez Cuadros para despegar.

7. Alejandro Toledo: Sin duda alguna fue el que logró mayor capital político en el 2010, tanto que por ahora encabeza las encuestas. Mucha gente recuerda su gobierno como bueno, e incluso dicen que fue lo menos malo de los últimos 30 años. Otros aprecian su anti-fujimorismo, el impulso que le dio a las instituciones democráticas y su respeto por los derechos humanos durante su régimen. La estabilidad de la economía en su mandato es otro punto a favor. Al mismo tiempo, muchos no lo pasan por su frivolidad, su familia envuelta en escándalos, la violencia verbal de su esposa, su aparente mano blanda con los conflictos sociales. e incluso se le acusa de liberar terroristas. También lo tildan de neoliberal y proyanqui. No osbtante, Toledo es quizás el único político, junto con Alan García, que ha desarrollado la habilidad de mudar su discurso: dice que es de centro izquierda y la gente le cree. Pero no debe olvidar que, como dijo Hildebrandt, el principal enemigo de Alejandro Toledo se llama Alejandro Toledo.

8. Ollanta Humala: A diferencia de los demás, si puede decir orgulloso que es el único candidato de izquierda. Aunque él mismo no quiera hacerlo. Eso puede ayudarle a ganar, porque todos los candidatos o han sido gobierno o han formado parte del Estado. Su plancha ha sido bien conformada: Marisol Espinoza, la de mejor desempeño de su bancada en este Parlamento y de un claro discurso de defensa de intereses nacionales; y Omar Chehade, el procurador que logró la extradición de Fujimori, aunque ya se lo quisieron bajar con otros temas. Ollanta ahora usa camiseta blanca y ya no es candidato por el Partido Nacionalista, sino por Gana Perú, alianza que incluye a su partido y otros movimientos regionales. Antes Vargas Llosa lo descalificaba, ahora se ha abstenido de hablar de él; eso podría ser considerado un progreso, aunque no necesariamente un aval. Tiene en contra el sanbenito del chavismo y que un gobierno suyo traería el caos. Por ahora anda cuarto en las encuestas, pero hay que recordar que éstas se hacen en los sectores urbanos, y no en los rurales, donde de seguro sacará muchos votos.

A ver quién de estos me convence. Por ahora ninguno. Aunque de lo que sí estoy convencido, es que no votaré por ninguno de los cuatro primeros.