miércoles, 27 de octubre de 2010

Después del triunfo: los desafíos de Susana y Fuerza Social

Luego de más de tres semanas de una vergonzosa demora en el conteo de votos, acaso inédita en cualquier parte del mundo, Lourdes Flores aceptó su derrota en las elecciones municipales por la alcaldía de Lima. Plenamente consciente de que las tendencias no se revertirían en su favor, la candidata del PPC reconoció que la lideresa de Fuerza Social, Susana Villarán, era la primera burgomaestre mujer por elección popular.

Inmediatamente después del lanzamiento de toalla de Lourdes, la cual se debió dar hace muchas lunas, Susana y su equipo de campaña celebraron su victoria electoral. Tras recibir las muestras de cariño de los ciudadanos, Susana acudió al cementerio donde se encuentra enterrado el primer único alcalde de izquierda que tuvo Lima: Alfonso Barrantes Lingán, en manera de agradecimiento y reconocimiento a su maestro. Por la noche, aseguró que "se sacará la mugre" por la capital.

Susana ha hecho bien en reconocer que la victoria ha sido ajustada. Es un buen primer paso. Pero hay varios desafíos que tanto ella, como la agrupación política que lidera, deben tener cuenta para capear los temporales que se le vienen, y no morir en el intento.

En primer lugar, el tema de la transferencia del poder. Los cachorros del ahora ex alcalde y proclamado candidato presidencial, Luis Castañeda Lossio, no harán fácil esta tarea. Es sabido que el otrora burgomaestre con sus declaraciones, así como sus trabajadores del municipio, apoyaron abiertamente a Flores Nano e incluso hicieron contracampaña en pleno proceso electoral. Al haber mostrado esa actitud, no debe extrañar que haya hostilidad al momento de hacer la transferencia; aunque también está claro que la idea es tapar los casos que complican al líder de Solidaridad Nacional, siendo el más sonado el caso Comunicore.

En segundo lugar, cuando el 1 de enero Susana asuma la alcaldía de Lima, tendrá un vecino incómodo por casi siete meses, llamado Alan García. Al igual que Castañeda, éste mostró su apoyo a Lourdes cuando su candidato Álex Kouri quedó tachado. Incluso se sospecha que habría interferido en el proceso, con un extraño cambio de reglas de juego para acaso favorecer a Lourdes. Al presidente no le cuaja el hecho de tener una vecina como Susana; hubiera preferido a Kouri, o por último a Lourdes. Y estamos seguros que no le facilitará las cosas. Ya lo ha demostrado.

Es sabido que Lima es la ciudad más importante del país, y que quien tiene la alcaldía de la ciudad capital tiene cierto poder. Por eso era importante que ganara Susana. Al no ser de la tendencia de García y de todos los grupos de poder que gobiernan (vale decir, la derecha), le hace un contrapeso importante. Y puede ser determinante para las elecciones generales del próximo año.

El otro desafío es una responsabilidad compartida con su agrupación política, Fuerza Social. De un momento a otro tiene la responsabilidad de gobernar la principal ciudad del Perú. Y de hacerlo bien. Fuerza Social es una opción de izquierda "responsable" parafraseando al veterano líder aprista Armando Villanueva, cuando fue aspirante presidencial en 1980. Y si hace un buen gobierno, puede ser la izquierda que el país necesita. Y hacer que las demás izquierdas se "aggiornen", como sucedió con los viejos del PSOE ante Felipe González en España, a mediados de la década de 1970. Si por el contrario, fracasa en la gestión municipal, puede ser otra oportunidad perdida para la izquierda democrática del país, como la del APRA entre 1985 y 1990.

Pese a su victoria, Susana cometió algunos errores en su campaña. Desde no declarar que era co-propietaria de catorce tiendas, pasando por su conducta de avestruz en el debate (¿por qué no dijiste la palabra "Cataño" aunque sea una vez, Susy?), hasta el irse de viaje en el momento que se estaba cocinando un presunto fraude, son contradicciones que demuestran algo de ingenuidad, la cual confundió con decencia y política sana. 

La política es como el fútbol: hay que jugar bien, pero de vez en cuando hay que mostrar reflejos. Además de una buena gestión, Susana Villarán y Fuerza Social tienen una responsabilidad que no debe ser asumida como un cheque en blanco. Va ser fundamental para construir la izquierda democrática que necesita el Perú.

lunes, 18 de octubre de 2010

El martirio de Jaime Bayly

El Francotirador ha salido del aire. La decisión la tomó el todopoderoso dueño del Canal 2, el empresario israelí Baruch Ivcher. El mismo que era un entusiasta defensor del régimen de Fujimori, hasta que un negocio le salió mal y entonces comenzó a denunciar la dictadura. Quién sabe si el negocio le hubiera resultado; quizás otra sería la historia. Y también, el mismo que entregó la cabeza de César Hildebrandt por 20 millones de soles de indemnización.

El motivo de la salida del multifacético Jaime Bayly (periodista, escritor, conductor de TV, hombre, y a la vez hombre que le gustan los hombres), fue su atrevimiento con el poder. Su campaña de dos meses en contra de la candidatura de Lourdes Flores a la alcaldía de Lima, la cual ella misma consideraba una porquería y a la vez un instrumento fálico que debería ser introducido en las vías anales de todos los limeños; y su apoyo a Susana Villarán, la misma que fue vituperada, vilipendiada, y satanizada por todos los medios de la derecha, los mismos que no le ven ningún defecto a este régimen, fueron acciones que exarcerbaron los ánimos de los que gobiernan, así como a sus socios de turno.

Mientras que Jaime Bayly se dedicó, durante los últimos tres años, a hacer de El Francotirador un verdadero chongo, Baruch lo mantuvo inamovible. Temas como el de su candidatura presidencial, su acercamiento a Pepe Barba, su nueva novia llamada Silvia y su nuevo libro, sus broncas con Beto Ortiz, fueron los que ocuparon las portadas de los diarios y la atención de buena parte de la opinión pública. Incluso la complacencia fue mayor cuando dijo que apoyaría a Keiko Fujimori. No sabemos si lo dijo de chiste o en serio. Como todo lo mencionado anteriormente. Es que eso da rating, pues. Tras varios años con programa dominical, se le concedió a su programa de TV el espacio de lunes a viernes a las 11 pm, además del horario de los domingos a las 10 pm, mucho después de la misa.

A partir de allí Bayly comenzó a operar un cambio extraño. En los programas de días de semana se dedicó a hablar de política, debido a la coyuntura de las elecciones municipales en Lima. No se sabe si por una natural orientación política, o por resentimiento porque no quiso ir a su programa, comenzó a explicar, durante todos sus programas, por qué Lourdes Flores no debía ser alcaldesa de Lima. Denunció sus vínculos con Cataño y sus relaciones con Salazar Monroe. A la vez defendió a Susana Villarán de los ataques que recibió durante la campaña electoral, y la consideró como parte de la “izquierda moderna que el Perú necesita”

Hasta allí, se le había tolerado lo suficiente. Pero sin duda, lo que debe haber exaltado los ánimos del poder fue la difusión de los “potoaudios”, en los que Lourdes Flores se expresa con desprecio por el puesto al que postulaba. A mi entender, eso fue el punto determinante para que la lideresa del PPC pierda la elección.

Tras la incertidumbre electoral, Bayly no se contentó con seguir destrozando a Flores Nano. Se dedicó a decir que había voluntad de voltear los resultados, favorables a Villarán, y demostró que a quien se le dio la potestad para designar los jueces que decidirían sobre las actas impugandas era nada menos que César Vega, muy cercano al APRA y a Alan García, quien ante la caída en desgracia de Álex Kouri, apoyó con todo a Flores.

Estos pronunciamientos evidentes de García y el mismo alcalde Castañeda Lossio a favor de Flores Nano en plena campaña electoral, fueron demostrados por Bayly en su programa. Allí fue donde aparecían cintillos que rezaban “el canal no se solidariza con estas posiciones” o algo así, lo que provocó la ira de Bayly, quien anunció que se iba el 26 de diciembre.

Según algunas fuentes periodísticas, la gota que habría derramado el vaso fue que Bayly tendría en exclusiva una entrevista con Richard Gálvez León, el joven que fue agredido por Alan García, hecho del que no se sabe si fue sólo verbalmente, aunque sí físicamente por el séquito del Presidente. Esto habría asustado a Baruch, quien no quería tener problemas con el poder. Y de inmediato canceló al hombre que le daba más rating en su canal.

En esta columna se le ha criticado mucho por sus ambigüedades. Pero ahora tenemos que salir en su defensa. Debemos reconocer que, de ser un bufón mediático pasó, sin querer queriendo, pasó a ser casi un mártir del periodismo. Quizás no con los pergaminos de Hildebrandt, pero ya forma parte de la galería. No sabemos si de verdad se quería pelear con el poder. Pero de lo que estamos seguros es que Jaime Bayly no estará desaparecido. Quizás, como le sucedió a Vargas Llosa en el ‘90, esto haya sido lo mejor que le haya pasado. Hasta podría llegar a ser nuestro segundo Nobel. Quién sabe.

miércoles, 13 de octubre de 2010

Vargas Llosa, la democracia y los derechos humanos

Para muchos militantes de izquierda en América Latina, debe haber asombrado la unanimidad con que se ha celebrado en el Perú la premiación a Mario Vargas Llosa como Nobel de Literatura 2010. Sectores de derecha y de izquierda han manifestado su alegría y han coincidido en que el laureado escritor peruano se merecía desde hace tiempo esta distinción.

La coincidencia no radica solamente en cuanto a la valoración de la calidad narrativa y descriptiva de Vargas Llosa al momento de escribir sus novelas, cuentos y ensayos. El Nobel peruano ha logrado un consenso entre dos posiciones que pueden ser antagónicas en cuanto a su visión de la economía, pero que tienen una visión común en cuanto a la defensa de la democracia y los derechos humanos.

Es conocido que Vargas Llosa fue un izquierdista militante, que rompió con Cuba y terminó convirtiéndose en un liberal. Pero en todo su caminar, tanto en la literatura como en la política, demostró que sigue una línea y un derrotero: la crítica a todo autoritarismo, sea de derecha o de izquierda; la libertad del ser humano para decidir; y la defensa de los derechos humanos.

Como muestra están algunas de sus más connotadas novelas. Tanto en Conversación en la Catedral (1969) y La Guerra del Fin del Mundo (1981), acaso dos de sus mejores obras; e incluso una de las últimas, La Fiesta del Chivo (2000), Vargas Llosa muestra su oposición a las dictaduras, y su crítica a quienes detentan el poder. Por algo la academia sueca coloca entre las razones de la premación "su cartografía de las estructuras del poder y aceradas imágenes de la resistencia, la rebelión y derrota del individuo".

Pero estas posiciones no las defendió solo en sus novelas. Candidato presidencial derrotado en 1990, muchos de los que lo acompañaron en ese camino lo abandonaron y se refugiaron en los placeres del poder que ofrecía la dictadura de Fujimori. En medio de una soledad completa y con todo en contra, Vargas Llosa se pronunció sobre el autoritarismo fujimorista, incluyendo en su denuncia la corrupción y los crímenes de lesa humanidad. En ese sentido, Vargas Llosa mostró su coherencia en lo que significa la defensa de la democracia.

También defendió el trabajo de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), y reconoció que su trabajo era importante para conocer a profundidad la violencia política vivida en el Perú durante los años '80 y '90. En ese sentido, se mostró a favor de la construcción de un Lugar de la Memoria, al que el gobierno de Alan García le puso peros inicialmente. Finalmente, el régimen cedió y Vargas Llosa asumió la presidencia de la Comisión constituida para este fin.

La emisión del Decreto 1097, llamado acertadamente "Ley de Impunidad", pues permitía que todos los procesados por violaciones a los derechos humanos tuvieran un pie y medio fuera de la cárcel, provocó la renuncia de Vargas Llosa a esta comisión. Ante el ridículo internacional, el gobierno peruano derogó el polémico decreto e incluso tuvo que cambiar al gabinete.

Aunque no coincidamos en algunas de sus posiciones (sobretodo en el tema económico), es saludable encontrar a un hombre de pensamiento liberal como Vargas Llosa que, al contrario de muchos que sueñan con el retorno del dictador ahora preso (la derecha cavernaria), cree en la democracia y los derechos humanos, puntos de partida fundamentales para construir sociedades justas, libres y solidarias.