lunes, 22 de noviembre de 2010

FS Y PPC: defensa de los principios y respeto por las bases


El inicio de la campaña electoral nacional está marcado por la búsqueda de alianzas políticas entre diversos movimientos, los cuales ya están conversando con miras a conformar sus listas parlamentarias y planchas presidenciales. Su preocupación, más que hacerle propuestas al país, es cómo meterse al Congreso para asegurar curules.


Algunos movimientos no necesitan alianzas, y más bien son buscados para ese objetivo. Es el caso del fujimorismo, que va con su candidata Keiko, y que no porta a ningún aliado; Solidaridad Nacional (SN) con Luis Castañeda; y Perú Posible (PP) de Alejandro Toledo, al que partidos como Acción Popular (AP) y Somos Perú (SP) han buscado para iniciar conversaciones que al parecer van a llegar a buen puerto. Otra alianza es la conformada por Alianza por el Progreso, Restauración Nacional y el Partido Humanista (¿qué haces allí, Yehude?), la cual será denominada Alianza por el Cambio, y cuyo candidato es Pedro Pablo Kuczynski. El caso del APRA es distinto: con candidata nombrada a dedo, llamada Mercedes Aráoz, y que la militancia aprista debe ratificar este domingo, si es que no ocurre un terremoto.

En todos los casos, los movimientos políticos se pueden preciar de liderar alianzas, no basados en las consistencias de sus partidos, sino en que el personaje que los lidera tiene, por el momento, un nutrido caudal de votos.

Sin embargo, hay dos partidos que han preferido ir solos, aún con el gran riesgo de quedarse fuera de juego, pues no podrían pasar la valla electoral. Se trata del Partido Popular Cristiano (PPC) y Fuerza Social (FS). Curiosamente, ambos pelearon palmo a palmo la última elección por la alcaldía de Lima, que finalmente ganó Susana Villarán, una de las lideresas de FS.


El primero en tomar la decisión fue FS. En un principio, su presidente Vladimiro Huaroc (que no tiene nada que ver con Montesinos) afirmó que habían conversaciones con PP para hacer una alianza rumbo a las elecciones del 2011. Con este convenio, el partido liderado por Toledo tendría su lado "izquierdista" con el aporte de FS. De paso, los "verdes" tendrían unas curules en el Congreso y podrían crecer rumbo al 2016, además de tener un "presidente amigo" que respaldaría la gestión de Susana en Lima.


Aparentemente no habrían problemas para esta alianza, puesto que son agrupaciones amigas, y algunos militantes de FS ocuparon puestos importantes en el gobierno de Toledo. También existían coincidencias en cuanto a la descentralización, el fortalecimiento de la democracia y los derechos humanos. Sin embargo, las bases de FS estaban en contra del acuerdo con PP, bajo el argumento de que perderían su perfil izquierdista. Los sectores más radicales señalaban que Toledo había ejercido "un gobierno neoliberal" durante su mandato. Al final, triunfó esta posición, que apostaba por el candidato propio. Una jugada bastante arriesgada la de FS.

Desde el retorno a la democracia en 2001, el PPC siempre fue aliado con SN. Tanto en 2001 y 2006 con Lourdes Flores como candidata presidencial; y en 2002 y 2006 con Castañeda como postulante a la alcaldía de Lima. Incluso en la de este año, con Lourdes como aspirante al municipio limeño. Tras una nueva debacle electoral, y con Lourdes avergonzada por una nueva derrota, los más pragmáticos dentro del partido que fundara Luis Bedoya Reyes apostaban a apoyar a Castañeda nuevamente, esta vez en las presidenciales. De paso, se mantendrían en el Congreso y no perderían la inscripción.

Pero como fue en el caso de FS, las bases del PPC apostaron por no ir con Castañeda. Las razones también eran principistas. La facción opositora al pacto con SN, es a la vez la "corriente renovadora" del partido. Si bien es cierto hay conformidad con la economía de mercado, en temas políticos y sociales están más "a la izquierda", como por ejemplo la defensa de los derechos humanos. Por el otro lado, quienes aspiraban acompañar a SN son más conservadores, y tienen apego por la Iglesia Católica. Además, tenían interés en mantener sus curules. 

Ambos partidos han tomado decisiones bastante arriesgadas, teniendo en cuenta que el Perú es un país caudillista, donde los ciudadanos prefieren caras que programas. El PPC y FS tendrán que trabajar duro para lograr lo imposible. Lo cierto es que sus apuestas han sido principistas antes que calculadoras. Y sobretodo, se ha respetado el criterio de la democracia interna, esa que tanto necesitan los partidos. Además, sus militantes, en su mayoría jóvenes, dicen no temer quedar debajo de la valla electoral; y que si pasa esto, no se avergonzarán de recoger firmas para volver a inscribirse. Eso se llama apuesta por un proyecto a largo plazo, antes que el arreglo y el faenón.

De paso, es una lección para el APRA; a ver si se sacude este domingo. Quizás en vez de elegir un candidato a vice-presidente del partido, las bases también den el golpe y terminen escogiendo a un postulante presidencial propio, y desembarcan a Meche.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Toledo recargado

Si la semana anterior estuvo marcada por la presentación de Mercedes Aráoz como candidata del APRA, en la noticia fue sin duda, el lanzamiento de Alejandro Toledo como postulante a la primera magistratura de la nación. Más allá de la decisión en sí, lo que sorprendió es que el líder de Perú Posible lanzó su candidatura con anticipación, pues había manifestado el último domingo que se tomaría al menos quince días para anunciar su decisión.

Lo cierto es que Toledo ya está en la cancha. De arranque, anunció que intentaba ser presidente otra vez para mejorar lo hecho en su gobierno, y no hacer mal lo que hizo mal, como dijo textualmente. Anunció que esta vez se preocupará más de los pobres, realizará una "revolución educativa" y encabezará la lucha contra la corrupción.

En esta oportunidad, Toledo tiene algunas ventajas. Buena parte de la ciudadanía tiene un recuerdo positivo de su gestión (2001 - 2006), debido a que, al menos, la economía se mantuvo estable, y que no ocurrieron violaciones a los derechos humanos; incluso impulsó el tema de la CVR. Otro asunto es que fortaleció el sistema democrático, apoyando el Acuerdo Nacional. Incluso pese a los escándalos de su familia, no terminó manchado por temas de corrupción. Hasta ahora no se le encontró nada oscuro. En retrospectiva, su gobierno, si no fue el mejor, fue el menos malo en décadas. 

También tiene segura una buena parte del voto anti-fujimorista que no se quiere encasillar en la izquierda, así como también se ha logrado perfilar como claro opositor a Alan García, posición que ha sido más clara que la del mismo Ollanta Humala, con sus constantes puyas contra el régimen alanista cada vez que retornaba al país. Por ejemplo, en el tema del Baguazo, Toledo salió en defensa de los indígenas amazónicos. Esas cuestiones, y agregando que tenía un nada despreciable 16 por ciento en las encuestas sin ser candidato declarado, pueden ser un hándicap a favor.

Sin embargo, debemos recordar que durante todo su gobierno, Toledo navegó en una cifra de aprobación. Sólo al principio y al final, pudo contar con un relativo respaldo popular. La prensa fue inmisericorde hasta porque impostaba la voz, a diferencia de su pleitesía con la actual gestión. Muchos le enrostrarán su terquedad por firmar el TLC con Estados Unidos, los escándalos de su familia, sus 18 mil dólares de sueldo, sus frases como "¿por qué me aplauden en Wall Street y no aquí?", su sobonería con gente despreciable como Bush y Aznar, tener ministros pro-yanquis como PPK y conservadores como Luis Solari, entre otras perlitas.

Si Toledo quiere ganar (posibilidades tiene) tendría que tomar algunas decisiones. Primero, alejar a su entorno familiar y a la misma Eliane. También debe apartar a esos "ayayeros" que lo desprestigiaron más, como Doris Sánchez, Enith Chuquival, y otras perlas que todos y todas recordamos muy bien. Gracias a Dios, ya no tiene cerca a PPK ni a gente como el "chauchiller" Fernando Olivera. Seguro que lo odiarán los alanistas porque Toledo lo derrotó en el 2001; los fujimoristas porque encabezó la resistencia contra la dictadura; la izquierda, sea caviar o cavernaria, por el arrodillamiento ante EE. UU. durante su primer período.

Sumando todos sus activos y pasivos, Toledo tiene todas las posibilidades de volver a ser electo. Después de Alan García, es acaso el político que tiene más facilidad para variar su discurso sin despeinarse. Sus rivales de enfrente no tienen esa misma habilidad, y puede que en el camino electoral se diluyan por sus inconsistencias, como es el caso de Keiko (liberar a su papi), Castañeda (cuando comience a hablar, la verá verde), y Humala (en las formas). Por eso, y antes que todo, Toledo debe tener en cuenta que su mayor enemigo es él mismo.

jueves, 4 de noviembre de 2010

El APRA necesita un Kirchner

Kirchner recibiendo el mando de Eduardo Duhalde.

Pese a no tener límites territoriales, la Argentina y el Perú tienen muchas coincidencias en cuanto a procesos políticos y sociales se refiere. Ambos países han sido marcados por golpes militares, dominios oligárquicos y restauraciones de la democracia. También se parecen en la poca presencia de partidos de izquierda fuertes, como ha sido el caso de Brasil, Chile y Uruguay. Mas bien, lo que ha predominado en el espacio político no alineado a la derecha están el peronismo, en el caso argentino; y el APRA, en el caso peruano. Más que en el espacio de la izquierda, han sido movimientos denominados por los sociólogos y politólogos como "nacionalistas y populares".

La asunción a la escena pública argentina del general Juan Domingo Perón es el evento político más importante del siglo XX en la nación platense. Un gran carisma y liderazgo, acompañado de un discurso de justicia social, defensa de los derechos de los trabajadores y otras reivindicaciones sociales. Además de la compañía de su esposa, Evita Perón, quien fue la gran benefactora de los pobres, es acaso la razón fundamental por la que hay una masa fiel al peronismo, organizado después en el Partido Justicialista (PJ) hasta la actualidad.

En cuanto al Perú, es sabido que el APRA es un partido identificado más como de izquierda democrática. Tuvo un líder como Haya de la Torre, que al igual que Perón en Argentina, marcó una gran influencia en la política de nuestro país durante el siglo XX pese a que nunca llegó al poder. Más allá de los pactos con Odría y cierto cambio en las ideas de Haya, los ejes centrales de su ideología siguieron en el imaginario de la gente.

Pero también han sufrido sus desvíos. Carlos Menem del PJ llegó a la presidencia en 1989. Contrariamente a lo que todos esperaban, el gobierno de Menem tomó el rumbo neoliberal: privatización de empresas públicas, liberalización de la economía, entre otras medidas distantes a lo que el peronismo original proponía.

Menem gobernó diez años, y si bien al principio le fue muy bien, tanto que fue reelecto; al final terminó muy impopular. Las consecuencias de su manejo económico le estallaron en la cara a su sucesor De la Rúa. Tras la salida abrupta de éste último, pasaron varios presidentes, hasta las elecciones del 2003. Debido a sus divisiones internas, el PJ fue hasta con tres candidatos, además de los de otros partidos. Al final, de los tres peronistas, dos pasaron a la segunda vuelta: Menem, que pretendía volver al poder; y Néstor Kirchner, que fue gobernador de la provincia de Santa Cruz. Menem decidió no presentarse, ante la inminente derrota que sufriría a manos de Kirchner debido a su impopularidad. Y Kirchner asumió la presidencia.

Kirchner hizo lo que nadie creía: logró la recuperación económica argentina, reivindicó derechos sociales a los trabajadores, e incluso reabrió los juicios a los que violaron derechos humanos durante la dictadura (1976-1983). De inmediato, aquellos que en 2001 gritaban "que se vayan todos", recuperaron la fe en la política. Kirchner salió del gobierno con altos índices de aprobación. Lamentablemente, cuando todos pensaban que volvería en 2011, falleció hace pocos días. Su despedida fue multitudinaria. De alguna manera, Kirchner logró reivindicar al peronismo con sus banderas de justicia social. Por eso tuvo un reconocimiento esplendoroso y sorprendente.

Alan García fue el primer aprista que se convirtió en presidente. Pero su gobierno fracasó en su voluntad de cambiar el país. Tras su exilio, regresó al poder en el segundo intento. Al igual que Menem, no sólo ha realizado un programa neoliberal, sino que lo ha profundizado. Y su derechización ha sido tal, que ha impulsado la candidatura de  la derechista Mercedes Aráoz por el APRA en las elecciones del próximo año, con el apoyo de los integrantes de la cúpula, que no quieren perder sus curules.

En las bases apristas ya había descontento con el rumbo del gobierno. Y ahora más con esta abritrariedad de García y su compañía. Quizás ahora el presidente tenga el poder absoluto sobre el APRA, y puede hacer lo que se le antoje. Pero puede que aparezca un Kirchner, un personaje que hace falta en un partido que está bien a la derecha, y reivindique las banderas de justicia social. No necesariamente ahora. Podría ser en el 2016, cuando García termine de convertirse en nuestro Menem.