sábado, 22 de noviembre de 2008

Perú 21 sin Álvarez Rodrich

Ha pasado una semana de la última columna que escribiera Augusto Álvarez Rodrich, otrora director de “Perú 21” durante seis años. Desde ese momento, Perú 21, es un diario común y silvestre, sin un estilo que marque la diferencia respecto de los otros tabloides que abundan por la capital.

La última columna de Álvarez Rodrich se refería al asunto de las reuniones de varios políticos de nuestro país con el empresario dominicano Fortunato Canaán, quien pretendía realizar varias inversiones en el Perú. Canaán tuvo vínculos con los tristemente célebres Rómulo León y Alberto Quimper, a quienes se les descubrió su “faenón” con los negociados que hacían por lo bajo, para beneficiar a una empresa petrolera, en complicidad con altos funcionarios del actual gobierno.

Este tema fue recurrente en los últimos artículos de opinión de Álvarez Rodrich. Sin embargo, el diario El Comercio (de la misma empresa a la que pertenece Perú 21) mostró en sus editoriales su oposición al tratamiento de esta información. Evidentemente, fue una primera forma de congraciarse con el régimen. Sin embargo, Perú 21 continuó con la línea de investigar estos hechos. Esto costó la salida del economista de la dirección del tabloide.

Y con la salida de Augusto Álvarez Rodrich, también salieron, en solidaridad, casi todos los columnistas que, de alguna manera, convirtieron a Perú 21 en el diario plural, serio y diverso, que el pueblo peruano necesitaba, alejándolo de la cultura “chicha” reinante. Pues los taxistas dejaron de comprar Ajá o El Chino, como en los ‘90: un Perú 21 en el asiento de adelante era la voz ahora.

A esto hay que agregar el despido de los periodistas Fernando Ampuero y Pablo O’ Brien del decano de la prensa peruana. La razón: éstos tuvieron la primicia de los “petroaudios”, e intentaron publicarlos por medio de El Comercio, y ante la negativa del “decano”, los propalaron vía Canal 4, con el apoyo de Fernando Rospigliosi.

De nada valió el discurso pro-liberal en economía y anti-Chávez que enarbolara Álvarez Rodrich en sus columnas. Meterse con el gobierno, igual le costó caro.

Sin duda alguna, estos hechos constituyen un atentado contra la libertad de expresión y de prensa. Y no viene necesariamente del gobierno: El Comercio mismo fue la que ejecutó la medida, como una forma de “guiño” al régimen de Alan García. Este “guiño” es uno más de los tantos que le ha dado en sus editoriales y columnas de opinión, haciendo parecer al “decano” como si fuera el diario El Peruano del régimen aprista, o como La Tribuna, diario del Partido de Alfonso Ugarte. Significa el fin de 80 años de anti-aprismo.

Esto demuestra que los medios deben dejar de ser de empresarios, o de personas particulares. Los periodistas somos los que debemos manejar los medios, y dejar de ser simples empleados del poder económico y político. Debemos aspirar a que ocurra lo que en otras latitudes, como en Estados Unidos o Francia, donde nadie, por más poder que tenga, censure un artículo contrario, así esté escrito en el New York Times o Le Monde.