martes, 29 de marzo de 2011

No nos olvidemos de Keiko

Todos salen a hablar de Ollanta Humala ahora que lidera las encuestas. Le echan la culpa de la caída de la bolsa de valores (cosa que, por cierto, no sólo se produjo en el Perú, sino en el mundo), así como del alza del dólar. Un día le echarán la culpa de que la selección no clasifique para el mundial de Brasil 2014.

Es cierto que Humala genera dudas. En lo personal, no es un cuco. Lo que sí es cierto es que hay desconfianza. Es como el equipo que clasifica por primera vez a la Copa del Mundo, y uno no sabe qué hará. Hay algunas cosas en su discurso que no quedan claras. Pero de allí a seguir el coro de los derecha, existe una tremenda distancia.

Es que parece que la derecha nos quiere hacer olvidar de la otra cara de la moneda. Esa que, extrañamente, la derecha no toca. Y que apoyaría sin chistar si es que pasa a la segunda vuelta, como todos temen, con Humala.

Se trata de Keiko Fujimori, la heredera de ese personaje que ahora está privado de su libertad por asesino y por ladrón.

Se dice de todo de Humala, pero no se advierte el peligro que representan para la democracia los Fujimori. Mucha gente olvida lo que se vivió en los '90 con esta dictadura que compartió el sátrapa con su compinche Vladimiro Montesinos. No hace falta recordar el autoritarismo con que se gobernó; el cierre del Congreso en 1992; los crímenes contra los derechos humanos en Barrios Altos, La Cantuta, las desapariciones y las torturas; la compra de la línea editorial de los medios de comunicación; la confección de una Constitución a la medida de los grupos del poder económico en desmedro de los derechos laborales y las comunidades, y que de paso, le permitía la reelección al dictador; el soborno a congresistas de la oposición para que se pasen al oficialismo y se conviertan en tránsfugas; un asesor presidencial estrechamente vinculado con el narcotráfico. ¿Quieren más?

El mito de la victoria contra el terrorismo se cae de maduro, pues la captura de Abimael Guzmán se dio por la estrategia desplegada silenciosamente por el Grupo Especial de Inteligencia (GEIN), comandado por Benedicto Jiménez como consta en el libro La Cuarta Espada de Santiago Roncagliolo, y también podemos ver una reseña en el blog de Marco Sifuentes.

Todo ese aparato de corrupción y autoritarismo fue desmontado gracias a la valiente decisión política de Valentín Paniagua, a quien no le tembló la mano para establecer un sistema anticorrupción para sancionar a todos los responsables de los crímenes perpetrados en esa década infame. Toledo continuó a medias ese camino (y quizás por eso lo odian), y García más bien trató de desmontar todo ese sistema, que igual fue lo suficientemente fuerte para extraditar al dictador Fujimori y condenarlo a prisión.

Ahora ese mismo oscurantismo quiere volver a gobernarnos. Y vuelve con sed de venganza, comenzando por la liberación del dictador, que aunque negada por Keiko, es proclamada por sus candidatos al Congreso.

Lo que la derecha no entiende, es que podría hacer una propuesta de gobierno legítima, con sus puntos de vista de la economía, bajo los linderos de la democracia. Prefiere ganar elecciones bajo el legado del dinero (Lourdes 2001 y 2006; PPK 2011), o en todo caso, con el paraguas del autoritarismo (Keiko 2011). Pero nunca con ideas; siempre con ataques. Y con gente que canta en coros.

Esos mismos que se escudan bajo la sombra del gracioso PPKuy, son los mismos que no escatimarán apoyo a la hija del dictador si llega a una segunda vuelta con Humala. Incluso si el rival no fuera Humala, sino el mismo Alejandro Toledo.

domingo, 27 de marzo de 2011

Ollanta en la punta: Nadie sabe para quien trabaja

Iba a continuar con mis consejos para los candidatos presidenciales, pero lo mostrado en el Twitter por el periodista Beto Ortiz ha variado mis planes.  Se trata de la nueva encuesta que pone, tras varios meses de campaña electoral, al líder nacionalista Ollanta Humala a la cabeza por primera vez.

Durante mucho tiempo parecía un hecho que Alejandro Toledo estaba seguro en la segunda vuelta, y que la pelea por el otro puesto en esta instancia sería entre Luis Castañeda y Keiko Fujimori, quienes extraña y maquiavélicamente, no se tocaron para nada. Más atrás Ollanta que no le hacía daño a nadie por el momento, y más rezagado aparecía Pedro Pablo Kuczynski, quien apenas pasaba la valla electoral.

De pronto, y quizás por encontrarse en primer lugar mucho tiempo, Toledo cometió una serie de errores que le han costado puntos. Castañeda ni qué decir, acaso la peor campaña que haya realizado un candidato en mucho tiempo. Keiko se mantuvo con la táctica de equipo chico en el fútbol: la del murciélago, los 11 colgados del arco para aguantar el cero y así clasificarse al mundial de la segunda vuelta.

El que sorprendió fue PPK, quien comenzó a subir como la espuma luego de un episodio que linda con lo anecdótico y lo vulgar, y de su exiguo 5 % pasó a 14 %, con lo cual mucha gente se entusiasmó, y la cosa comenzó a variar.

Todos los medios, con excepción de La República y La Primera, hicieron alusión al repunte de PPK, la caída de Toledo y Castañeda, y a Keiko que no se movía. Nadie dio cuenta que, de uno en uno, de dos en dos, de a poquitos, Ollanta crecía silenciosamente.

El punto de quiebre se produjo con el tema de los Wikileaks, en los que se denuncia que el exministro del toledismo (porque, siendo sinceros, el peruposibilismo no existe), Fernando Rospigliosi, comentó que había pedido al embajador de los Estados Unidos que frene a Humala, por medio de una campaña en su contra en los medios.

Inmediatamente Humala, que estaba estancado en 10 o 12 %, aprovechó la ocasión para decir que quien estuvo detrás de eso fue Toledo, porque él era el presidente en esa época, y que jugó en pared con Alan García que le hacía la trampa a Lourdes Flores para pasar a la segunda vuelta, y así se cubrían las espaldas y tanta vaina. Aunque Rospigliosi lo negó, aduciendo que cuando sostuvo esa conversación con el embajador norteamericano, ya no era ministro de Toledo, parece que para la población fue difícil de creer esto. Y más porque el mismo Rospigliosi dijo que se sentía contento de que Humala no haya ganado las elecciones del 2006.

No contento con eso, ese fin de semana Humala visitó todos los canales, y repitió el mismo discurso, haciéndose un “faenón” en los mismos medios que antes no le daban cabida. Luego, en la siguiente encuesta, subió dos puntos, y cada sondeo publicado daba cuenta de ese ascenso. La subida de PPK, aunque por debajo de Humala, fue más propagandizada en los medios.

Las encuestas que han aparecido en esta semana han ocasionado más confusiones: En todas Toledo iba primero, pero muy cerca le respiraban Humala, en una encuesta; y en otra Keiko. Ese escenario apretado ha generado cambios de estrategias. Por ejemplo Keiko, que dijo que mantendría su estrategia hasta el final, le ha dado palo sutilmente a PPK y con más fiereza a Humala, sacando su lado más derechoso. En esta misma manera procedió PPK; pero se ha comenzado a enredar con el tema de su nacionalidad, y parece que su ascenso se revertirá.

Humala ha dado el gran salto. Parece que no habrá con qué darle. Por lo pronto, algunos consejitos para los candidatos:

A Toledo, que no hable de saltos al vacío ni cojudeces. Que se presente como de centro, y ataque a Keiko, que ahora sí es su rival directa. Preséntate como demócrata, cholo. Y olvídate de Humala. Derrota a Keiko primero y en la segunda vuelta le das vuelta a Ollanta.
A PPK, que comience a hacer propuestas, como un técnico. Golpea también a la china. Quizás otra payasada te ayude. Ah! Guárdala a Lulú en un baúl hasta después de la campaña.
A Castañeda, que no hable mucho, eso le dará mejores resultados. Aunque la verdad podrá lograr poco.
A Keiko no le aconsejo nada.

En síntesis, no le den combustible a Humala, porque seguirá creciendo.

Ah, me olvidaba de Humala. Síguete portando bonito nomás. Guarda tu chavismo para después de la segunda vuelta.

lunes, 21 de marzo de 2011

Consejos para Toledo

El domingo 20 por la mañana, Alejandro Toledo debe haber despertado con poco humor. Seguramente vio el titular del diario El Comercio, en el que daba cuenta de una encuesta de Ipsos Apoyo, que si bien es cierto lo mantenía en el primer lugar de las preferencias electorales, había bajado tres puntos, y su ventaja no era tan amplia como lo ha sido durante casi toda la campaña. Y debe haberse dado más golpes en la pared cuando observó, al día siguiente, la otra encuesta de Datum, en la que se repite la misma situación.

Toledo ha liderado las preferencias electorales durante casi toda la campaña. Y es natural que haya un desgaste, y por ende un descenso en las encuestas. Pero a eso se agregan los errores que han cometido él y sus colaboradores, luego de haberse manejado perfectamente durante enero y febrero pasados.

Lo primero, darle bola a los informes del consumo de whisky. Eso se rebatía fácilmente con el tema de los vinos en Palacio de Gobierno. El posterior enfrentamiento con Luis Nava, un candidato a un organismo intrascendente como el Parlamento Andino. El mostrar la prueba toxicológica que nadie le pedía más que algunos de sus rivales, que ridículamente, mostraban sus resultados negativos como si fuera garantía para votar por ellos.

Pero lo más grave fue la disputa con Pedro Pablo Kuczynski. El tipo iba en quinto lugar con un exiguo cinco por ciento. En un principio PPK “lo picó”, y Toledo le respondió. Bastaba con eso; sin embargo, el Cholo tomó la iniciativa dándole puyazos, y lo único que logró fue levantarlo, a tal punto que si bien es cierto sigue en la misma posición, el líder de la Alianza por el Gran Cambio ha pasado a tener de entre 12 a 14 por ciento, y ahora pelea por entra en la segunda vuelta. ¿Cuándo se ha visto que el primero se ponga a pelear contra el quinto?

A pocas semanas de las elecciones, esto podría ser determinante. Mas nuestra política es impredecible. Por eso, Toledo tiene que tomar en cuenta algunos consejos si quiere recuperar algunos puntos para estar nuevamente seguro en el ballotage.

Primero, debe dejar de lado los ataques. No responderlos, y más bien centrarse en hacer propuestas. Segundo, presentarse como garantía de democracia, y recuperar su papel de opositor al gobierno. Investigar qué cosas se cocinan en el régimen aprista y pronunciarse firmemente. Y posicionarse al centro ideológico. Los extremos (Ollanta y PPK) están subiendo. Debe dejar en claro que es moderado, pues la gente en el Perú tiende a votar en esa zona política. Y evitar los triunfalismos: eso también lo ha perjudicado. También debe recordar que, junto a Alan García, es el único que tiene la facilidad de cambiar de discurso sin despeinarse.

En síntesis, volver a la estrategia que lo caracterizó en enero y febrero. Y recordar que es Alejandro Toledo. Ese mismo que puede entusiasmar a la gente, pero que, al final, a veces se convierte en enemigo de sí mismo.