¿Recuerdan la famosa “Marcha contra la corrupción” que se realizara hace dos años, convocada por el monseñor Luis Bambarén? Hubo una frase que se coreaba mientras caminábamos los que estuvimos presentes, la que me quedó marcada. “¡Poder Judicial, vergüenza nacional!”. Se repetía constantemente. Además de los políticos, los jueces también estaban en la mira de quienes manifestábamos nuestra protesta por la corrupción enorme que existe en el país.
Esta frase se hace más fuerte que nunca ahora, dos años después. El Poder Judicial es una vergüenza. Ha quedado demostrado nuevamente, luego de la paupérrima sanción de tan sólo cinco años de prisión que se le ha dado al ex vocal de la Corte Suprema, Eduardo Palacios Villar, por haber sido sorprendido recibiendo una coima de parte de un ex policía que pretendía ser reincorporado, en el proceso judicial que se seguía por este caso.
Cinco años de cárcel para un juez encontrado con las manos en la masa. Quedan claras dos cuestiones, luego de esta sanción tan benigna. Uno, que la mayoría de los jueces están corrompidos; o bien actúan por recibir algún beneficio, o bien porque tienen cercanía a uno de los inculpados. Dos, que la mayoría de los jueces no tienen criterio para dar sus veredictos.
Cuando fue descubierto Palacios Villar, todos abrieron la boca para dar recomendaciones. Hay que reformar el Poder Judicial. Hay que reducirles los sueldos a los magistrados. Hay que elevar las penas, que sean más drásticas. Que el Poder Judicial así, que el Poder Judicial asá. Hablaron todos: políticos, juristas, representantes de la sociedad civil, analistas políticos, especialistas, etc. Pero solo hablaron. Nada en concreto se ha hecho. Y la cosa sigue igual, con penas benignas que no castigan de manera eficaz a los infractores, y con jueces sin criterio para ejercer justicia.
A estos mismos jueces se les hubiera entregado una bomba de tiempo, si es que hubiera prosperado la descabellada propuesta del Presidente Alan García, de restablecer la pena de muerte para los violadores de menores de edad y los terroristas. ¿A cuántos inocentes hubiera condenado a muerte este Poder Judicial corrupto y sin criterio?
Lo peor es que no existe voluntad política en los otros poderes del Estado (llámese Ejecutivo y Legislativo) para tratar de salvar al otro poder que está peor. Todo queda en palabras. La benigna sanción a Palacios Villar, comprueba que nuestros jueces siguen por el camino de la impunidad. El Poder Judicial sigue siendo la vergüenza nacional.
Esta frase se hace más fuerte que nunca ahora, dos años después. El Poder Judicial es una vergüenza. Ha quedado demostrado nuevamente, luego de la paupérrima sanción de tan sólo cinco años de prisión que se le ha dado al ex vocal de la Corte Suprema, Eduardo Palacios Villar, por haber sido sorprendido recibiendo una coima de parte de un ex policía que pretendía ser reincorporado, en el proceso judicial que se seguía por este caso.
Cinco años de cárcel para un juez encontrado con las manos en la masa. Quedan claras dos cuestiones, luego de esta sanción tan benigna. Uno, que la mayoría de los jueces están corrompidos; o bien actúan por recibir algún beneficio, o bien porque tienen cercanía a uno de los inculpados. Dos, que la mayoría de los jueces no tienen criterio para dar sus veredictos.
Cuando fue descubierto Palacios Villar, todos abrieron la boca para dar recomendaciones. Hay que reformar el Poder Judicial. Hay que reducirles los sueldos a los magistrados. Hay que elevar las penas, que sean más drásticas. Que el Poder Judicial así, que el Poder Judicial asá. Hablaron todos: políticos, juristas, representantes de la sociedad civil, analistas políticos, especialistas, etc. Pero solo hablaron. Nada en concreto se ha hecho. Y la cosa sigue igual, con penas benignas que no castigan de manera eficaz a los infractores, y con jueces sin criterio para ejercer justicia.
A estos mismos jueces se les hubiera entregado una bomba de tiempo, si es que hubiera prosperado la descabellada propuesta del Presidente Alan García, de restablecer la pena de muerte para los violadores de menores de edad y los terroristas. ¿A cuántos inocentes hubiera condenado a muerte este Poder Judicial corrupto y sin criterio?
Lo peor es que no existe voluntad política en los otros poderes del Estado (llámese Ejecutivo y Legislativo) para tratar de salvar al otro poder que está peor. Todo queda en palabras. La benigna sanción a Palacios Villar, comprueba que nuestros jueces siguen por el camino de la impunidad. El Poder Judicial sigue siendo la vergüenza nacional.
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