lunes, 21 de mayo de 2007

El fin de Chiquitín

Juan José Salazar ha renunciado al Ministerio de Agricultura. Ha manifestado que se retira para no afectar la imagen del gobierno, luego del último suceso en el que se vio involucrado: la firma de un acta con cocaleros en Quillabamba, en la cual supuestamente el Perú se retirará de la Convención de Viena, documento que penaliza la producción de hoja de coca ilegal, con destino al narcotráfico.

Este hecho ha sido lamentado por los sectores vinculados al agro en el Perú, sobretodo por los cocaleros. El popular “Chiquitín” pretendió establecer un diálogo con estos sectores, satanizados injustamente por cierta prensa y la opinión pública dirigida por esta, como si fueran los mismos hijos del demonio, en vez de descifrar las razones que los empujan a establecer, en algunos casos, comercio con el propio narcotráfico.

Este hecho ha sido más bien celebrado por los grandes negociadores de los productos agrícolas, que pesetean a los campesinos con migajas, y luego ellos salen con jugosas sobreganancias. Es que ellos no entienden la realidad del agricultor peruano, que ante el poco valor económico que se le da a sus productos. Por eso algunos acuden al cultivo de la hoja de coca, para poder sobrevivir.

“Chiquitín” entendió plenamente a estos sectores, pues ha sido uno de los pocos ministros del sector que se ha dedicado plenamente a la agricultura, y por eso comprende las necesidades y las penurias de un agricultor. Ni siquiera uno de nosotros puede entenderlo, los que vivimos en Lima y tenemos pan y leche todos los días.

El ahora ex ministro ha señalado que no se guía “por los parámetros oficiales”, los cuales consisten en erradicación a toda costa de los cultivos de coca, lo cual es demandado por la “lucha” contra el narcotráfico. “Siempre he manifestado la verdad, y la verdad duele en este país, he dicho cosas que nadie se atrevió a decir en este país”.

Es cierto. “La política antidrogas ha sido un fracaso”, manifestó en marzo, cuando acudió al Congreso a declarar por el tema del acta de Tocache, soltándole los perros no sólo al gobierno aprista del cual era parte, sino a los anteriores, que basaban su forma de combatir el narcotráfico siguiendo los parámetros internacionales.

Y los parámetros internacionales indican que hay que hacer eso: erradicar cultivos de manera indiscriminada, creando más hambre y miseria en los agricultores y a sus familias, a costa de los grandes millones de dólares que se mueven en este tema, donde ganan los gobiernos y las instituciones que trabajan el tema antidrogas. Todo está dirigido desde Europa y Estados Unidos, potencia que nunca sabrán ni entenderán para qué le sirve a un indígena de los andes chacchar una hoja de coca, porque sus mentalidades no comprenden aún a los pueblos latinoamericanos, cinco siglos después.

Y esto tampoco lo entiende el gobierno de Alan García, quien ha preferido entenderse con los poderosos, en vez de solucionar los grandes problemas del agro. Pierde un ministro que quería concertar, acto que Alan predicaba siempre en las campañas electorales.

Una pregunta final: ¿Qué fue de Sierra Exportadora, señor Presidente? No se oye.

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