miércoles, 11 de abril de 2007

La mentira como costumbre

Ya no es patrimonio solamente de los políticos. Se ha demostrado que la mentira también puede darse en otro tipo de actividades. Muchas personas que no se dedican a la política también actúan así; ha quedado demostrado en el último mes en nuestro país.

Nuestro gran escritor Alfredo Bryce Echenique incurrió en plagio en sus artículos de opinión, y mintió negando lo evidente. Encima le echó la culpa a su secretaria, como si la pobre señorita fuera causante de que este hombre tenga debilidad por el alcohol. Es evidente que Bryce es adicto a este líquido que poco a poco, va destruyendo las neuronas. Por esta razón, suponemos que cuando trabajaba en su computadora estaba en ese estado en el cual uno delira (nunca he pasado por esto, felizmente). Por eso los benditos plagios.

El año pasado ya había sido denunciado por Herbert Morote, quien dijo que Bryce había copiado un ensayo suyo sobre temas de educación. Inmediatamente, Bryce le salió al frente diciendo que no necesitaba copiar a nadie para ser famoso, y apeló a sus más de cuatro décadas como novelista. Este año, el embajador peruano Oswaldo de Rivero, autor de “El mito del desarrollo”, aseguró que el talentoso escritor peruano había copiado un artículo suyo y que lo había publicado íntegro en el diario El Comercio. Bryce reaccionó con el mentado echapelotas a su secretaria, y al final, terminó renunciando a escribir más columna en el decano de la prensa peruana.

Bryce es un extraordinario novelista y cuentista. Eso nadie lo discute. Pero como articulista no la hizo. Es mejor que siga escribiendo sus libros, pero que lo haga en buen estado. Y de paso, a ver si se somete a un tratamiento contra el alcohol, porque lo está perjudicando más de la cuenta.

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Otro caso de mentiras es el de Julio César Uribe, por segunda vez entrenador de la selección peruana de fútbol. Prometió mano dura para quienes cometan indisciplina en el equipo de todos. Prometió también que sólo declararía a la prensa en conferencias, y que no concedería entrevistas en exclusiva para ningún medio.

No cumplió con ninguna de sus promesas. Después de la derrota de la selección ante Japón por dos a cero en Tokio, se dieron versiones periodísticas de que Uribe y algunos de los jugadores estuvieron en una discoteca antes y después del partido. El entrenador negó todo, e incluso el presidente de la Comisión Sudáfrica 2010, Juvenal Silva (si es congresista, debería dedicarse solo a eso), anunció que si se comprobaban estas versiones, Uribe sería destituido.

Salió a la luz la verdad: varios peruanos que viven en el Japón aseguraron haber visto a Uribe en esta discoteca. Finalmente, “fútbol decente” admitió el hecho, pero que solo estuvo bebiendo una Inca Kola y que permaneció por 45 minutos en este lugar de diversión. Después salió a dar entrevistas en algunos diarios y en la misma televisión, incluso derramando lágrimas.

Uribe mintió dos veces: Dijo que no daría más entrevistas en exclusivo, y las dio. Negó haber estado en una discoteca, y estuvo allí. ¿Así quiere promover la ética y la decencia en el fútbol? ¿Con qué autoridad podrá ahora dirigir a sus seleccionados?

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La mentira se va convirtiendo en un hábito de los personajes públicos de varios ámbitos de nuestra sociedad. Los políticos ya no están solos. En la cultura y el deporte también está presente, lamentablemente.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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