lunes, 16 de abril de 2007

Meche y Ollanta pasaron piola

El escándalo de la irregular designación del ex premier fujimorista Alberto Pandolfi, como jefe del Preven, de parte del actual titular del Consejo de Ministros, Jorge Del Castillo, causó tantas tormentas en la superficie política, que hizo que dos hechos importantes pasaran completamente desapercibidos, tanto para la prensa como para la opinión pública nacional.

Como primer hecho, tenemos la queja de la presidenta del Congreso, Mercedes Cabanillas, quien denunció una campaña en su contra en la que la acusaban de lesbianismo. Un hecho que apareció chiquito en páginas escondidas de algunos diarios de circulación nacional, la propia Meche lo agrandó como si fuera importante.

En primer lugar, quien menos anticuerpos tiene ante la población, que incluso la respalda con un abrumador 60 %, según una encuesta publicada la primera semana de abril, e incluso entre sus propios colegas parlamentarios, que la respeta, sale a declarar cosas de esta naturaleza. Y en el caso de que así hubiera sido, la campaña sería porque está administrando mal el puesto que el pueblo le dio.

Sin embargo, no. Mercedes Cabanillas ha demostrado hasta el momento su buen manejo político para conducir el Congreso, institución que hasta hace un año estaba completamente desprestigiada. Se ha encargado de mejorar su imagen, tratando de concertar con las otras tiendas políticas.

De otro lado, doña Meche, más correa por favor. Al viejo líder aprista Víctor Raúl Haya De la Torre, sus enemigos políticos siempre lo acusaron de homosexual durante toda su trayectoria. Sin embargo, Haya nunca se molestó en responder a estas afirmaciones, y se dedicó siempre a poner temas políticos sobre el tapete. Usted debería aprender de su maestro, que siempre restó importancia a los chismes. Aunque claro, eran épocas en las que la chismografía no estaba tan institucionalizada como ahora.

Por su parte, no podía quedarse atrás el que fácilmente sería, en estos momentos, Presidente del Perú, si no fuera por su familia y la contracampaña que le hicieron, además de la influencia del mandatario venezolano Hugo Chávez de que nunca pudo deslindar. Ollanta Humala volvió a la palestra, pero de una forma que acentúa aún más su desdibujamiento de la política. Promovió una marcha a la frontera con Chile, con el objetivo de hacer sentir al país vecino la incomodidad por el tema de los límites marítimos, que Torre Tagle espera solucionarlos en la Corte Internacional de La Haya.

Esta movilización pudo haber provocado escaramuzas con el vecino país del sur. Felizmente, el Gobierno peruano destacó a un grupo especial de la Policía Nacional que impidió el cruce desafiante de estos chauvinistas de la frontera con Chile. No pasó de mayores, y terminó como lo que era, una payasada. Ni siquiera el mismo Ollanta estuvo en la movilización que convocó, debido a que tenía impedimento de salir de Lima por el juicio que afronta por el tema de Madre Mía.

En el Perú, pasar piola significa estar desapercibido, no ser visto por la gente. Eso sucedió con Ollanta y Meche. Menos mal por ellos, y agradezcan a Jorge Del Castillo su metida de pata. En condiciones normales, hubieran hecho el ridículo.

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