miércoles, 28 de julio de 2010

Carlos Roca y una nueva rebelión en el APRA

Desde que fuera elegido secretario general del partido en 1982, Alan García manda en el APRA. Salvo su período en el exilio, en el que el aprismo se manejó autónomamente, quien ha llegado a ser dos veces presidente de la República siempre ha impuesto su peso en las decisiones del movimiento que fundara Haya de la Torre. Pese a ese dominio aplastante, parece que las rebeliones se están dando más seguido.

Recordemos que en 2004 se eligió por primera vez una secretaría general colegiada en el Partido Aprista, algo que antes nunca había pasado. La reelección de Jorge del Castillo parecía segura, pero García impuso a Mauricio Mulder para que lo acompañe en el puesto, pese al reclamo de las bases. Del Castillo se alejó cuando asumió la presidencia del Consejo de Ministros en julio del 2006, y Mulder quedó solo en el balcón.

El mismo Mulder debió convocar a un Congreso para elegir a su reemplazante en el 2008, pero dejó pasar el tiempo y no lo hizo, quizás presionado por un García al que le interesaba que continuara, para seguir manejando indirectamente las cosas en Alfonso Ugarte. La derrota del APRA en las elecciones regionales de noviembre del 2006 generaron descontento en las bases, que reclamaban la salida de Mulder. Incluso un mismo “compañero” como Wilbert Bendezú hizo pública su posición en ese sentido.

Finalmente, en 2010, parecía que Mulder se iba a la reelección, pero otra vez apareció Jorge Del Castillo, quien asumió el puesto nuevamente, en la secretaría general “política“; aunque acompañado esta vez por Omar Quezada, en ese entonces mandamás de Cofopri, en la parte “institucional”. Esto último fue visto como una presión de García, para quien era demasiado que Del Castillo tenga solo las riendas del partido, pues tiene perfil propio y una maquinaria que lo respalda. Pese a eso, el hecho de que “Jorgito” haya vuelto al poder en el APRA era una reacción de la militancia, que respaldaba el anti-fujimorismo del ex premier en contraste con la alianza infame de Palacio de Gobierno.

Fue entonces que se resucitó el asunto de los petroaudios, espinoso tema en el que Del Castillo está aún implicado. Y de taquito, para asegurarse que Quezada tampoco levante mucho la cabeza, salió a la luz el tema de las ventas irregulares de terrenos en Cofopri. Tanto Del Castillo como Quezada dieron un paso al costado. Parece ser que esos temas fueron sembrados desde el Ejecutivo, en una prensa que parece muy sumisa en estos tiempos y anhela la vuelta de los Fujimori al poder.

Hace más de un mes, Carlos Roca Cáceres, un distinguido militante del APRA, y a quien no se cuestiona su honradez, fue electo candidato del partido a la alcaldía de Lima. No obstante su poca intención de voto (apenas dos por ciento), Roca continuó con su campaña.

No obstante, como lo ha señalado alguna vez César Hildebrandt, el plan de García consiste en que ni la presidencia de la República ni la alcaldía de Lima queden en manos apristas. En primer lugar, por su exagerado ego de pasar a la historia como el único aprista que ha sido mandatario. Y en segundo lugar, porque Castañeda o Keiko le pueden cuidar las espaldas en Palacio. Y Álex Kouri es su carta en Lima.

La consigna de García y sus seguidores en la comisión política es apoyar con todo a Kouri, porque el ex alcalde del Callao parece estar perdiendo la batalla con Lourdes Flores. Va necesitar votos apristas. Por ello, el domingo se anunció que la candidatura de Roca ya no iba. Con eso, algunos votos de Roca pasarían a Kouri.

Sin embargo, ante la sorpresa de apristas y extraños, Roca dijo que no renunciaba, que en ningún momento se le había comunicado, y que incluso iba a continuar con su campaña. La reacción de Roca es sui generis considerando que es un político con perfil bajo y poco dispuesto a la confrontación. Y las bases lo han respaldado, desde las declaraciones de Bendezú, hasta los comentarios de usuarios apristas de las redes sociales.

Quizás Roca no gane la elección en Lima, y termine la campaña electoral sin pena ni gloria. Pero su firmeza ante García y sus ayayeros es un ejemplo de defensa de la institucionalidad, que se debe construir desde los partidos políticos. Y que parece que al presidente no le interesa, porque quiere defender mas bien sus propios intereses.

Hay que agregar que también podría ser una jugada para recolocar a Roca en la competencia electoral. Pero es vóx pópuli que Alan quiere a Kouri en el sillón de Nicolás de Rivera.

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