El otrora líder del laborismo británico y ex primer ministro Tony Blair no se arrepiente. Acaba de decir que estaba plenamente justificada la invasión del ejército de los Estados Unidos a Irak en marzo del 2003. Y también piensa lo mismo del apoyo que brindó su país cuando fue gobernante.
Y no solamente ha dicho eso, sino que sostuvo que si estuviera ante una situación similar, lo volvería a hacer. Además, ha manifestado su satisfacción por haber colaborado en el derrocamiento del extinto presidente iraquí Saddam Hussein.
Estas fueron las declaraciones del ex primer ministro británico ante la comisión que investiga la participación de Gran Bretaña en la invasión (ojo, no fue guerra como dicen algunos medios) a esta nación árabe del medio oriente.
No mostró arrepentimiento. No pareció tener remordimientos. Estaba en sus trece. Todo esto pese a que carga sobre sus hombros el repudio de gran parte de una nación que le exigió, hace siete años, que su país no interviniera en tal conflicto. Esa misma nación que reclama por sus cientos de caídos en una incursión abusiva.
Es cierto que Tony Blair ya comenzaba a ser impopular poco antes de su polémica decisión de hacer participar a su país en el conflicto en Medio Oriente. Pero esta acción ha determinado el repudio de la mayoría de sus compatriotas. Y por si fuera poco, activistas de derechos humanos han pedido que sea detenido y enjuiciado por su participación en el asunto de Irak.
Sin duda alguna, estamos ante el ocaso de un político que tuvo un comienzo brillante, y que ahora es repudiado no sólo por sus compatriotas, sino por la comunidad internacional, que por esos años marchaba en muchas partes del mundo exigiendo que tal invasión, tal abuso contra una pequeña nación como Irak, no se diera. Sin embargo, no solo Blair, sino el impresentable George W. Bush y el mismo José María Aznar hicieron caso omiso al mundo, y a la misma ONU que no había aprobado nada en ese sentido.
Lo más lamentable es que Blair no proviene de un partido de derecha en su país. El ex primer ministro británico fue líder del Partido Laborista, que tiene vínculos con la socialdemocracia, más cercana a valores como la justicia social, la solidaridad, y la defensa de los derechos humanos.
Sin embargo, nada de eso importa a la hora de hacer negocios. Desde que dejó el cargo en el año 2007, Blair es contratado para dictar conferencias y charlas sobre política en diversas partes del mundo, nada menos que por la JP Morgan (financiera que definitivamente debe estar vinculada a negocios con petroleras), así como por otras aseguradoras. En tres años ha hecho nada menos que 11,5 millones de euros.
Y es que el interés de Bush, Blair, Aznar y compañía no era restablecer la democracia en Irak. El poder sobre el petróleo era su ambición.
Cuando se ha conseguido algo, es imposible hacer meas culpas. Sino pregúntenle a Tony Blair.
Y no solamente ha dicho eso, sino que sostuvo que si estuviera ante una situación similar, lo volvería a hacer. Además, ha manifestado su satisfacción por haber colaborado en el derrocamiento del extinto presidente iraquí Saddam Hussein.
Estas fueron las declaraciones del ex primer ministro británico ante la comisión que investiga la participación de Gran Bretaña en la invasión (ojo, no fue guerra como dicen algunos medios) a esta nación árabe del medio oriente.
No mostró arrepentimiento. No pareció tener remordimientos. Estaba en sus trece. Todo esto pese a que carga sobre sus hombros el repudio de gran parte de una nación que le exigió, hace siete años, que su país no interviniera en tal conflicto. Esa misma nación que reclama por sus cientos de caídos en una incursión abusiva.
Es cierto que Tony Blair ya comenzaba a ser impopular poco antes de su polémica decisión de hacer participar a su país en el conflicto en Medio Oriente. Pero esta acción ha determinado el repudio de la mayoría de sus compatriotas. Y por si fuera poco, activistas de derechos humanos han pedido que sea detenido y enjuiciado por su participación en el asunto de Irak.
Sin duda alguna, estamos ante el ocaso de un político que tuvo un comienzo brillante, y que ahora es repudiado no sólo por sus compatriotas, sino por la comunidad internacional, que por esos años marchaba en muchas partes del mundo exigiendo que tal invasión, tal abuso contra una pequeña nación como Irak, no se diera. Sin embargo, no solo Blair, sino el impresentable George W. Bush y el mismo José María Aznar hicieron caso omiso al mundo, y a la misma ONU que no había aprobado nada en ese sentido.
Lo más lamentable es que Blair no proviene de un partido de derecha en su país. El ex primer ministro británico fue líder del Partido Laborista, que tiene vínculos con la socialdemocracia, más cercana a valores como la justicia social, la solidaridad, y la defensa de los derechos humanos.
Sin embargo, nada de eso importa a la hora de hacer negocios. Desde que dejó el cargo en el año 2007, Blair es contratado para dictar conferencias y charlas sobre política en diversas partes del mundo, nada menos que por la JP Morgan (financiera que definitivamente debe estar vinculada a negocios con petroleras), así como por otras aseguradoras. En tres años ha hecho nada menos que 11,5 millones de euros.
Y es que el interés de Bush, Blair, Aznar y compañía no era restablecer la democracia en Irak. El poder sobre el petróleo era su ambición.
Cuando se ha conseguido algo, es imposible hacer meas culpas. Sino pregúntenle a Tony Blair.
Foto: El País de España.
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