El clamor de la gran prensa limeña, dirigida por los grupos de poder; y de la opinión pública, que a su vez es dirigida por ambos sectores, es que Jorge Del Castillo sea linchado y crucificado por las denuncias de supuesto tráfico de influencias en favor de algunos empresarios petroleros, en el marco del caso "Petroaudios", que estallara en octubre del 2008.
Está de más comentar que Del Castillo es acusado de recibir un departamento a cambio de que promoviera algunas normas que beneficien a una empresa petrolera , en momentos en que se desempeñaba como Presidente del Consejo de Ministros, . Y también se han destapado algunos audios donde se le menciona, indicando que el ex premier favorecería los intereses de Discover Petroleum.
Son acusaciones muy serias a las que el líder aprista tendrá que responder. Desde el saque, ha anunciado que se acercará a la fiscalía y a los organismos correspondientes para aclarar estas denuncias.
Hay sectores que están celebrando esta situación. Y no necesariamente porque sean abanderados de la lucha contra la corrupción.
En primer lugar, están los fujimoristas y los empresarios pro-dictadura, que añoran volver a los '90 cuando tenían todo el poder, al estilo del ideario de Lenin. Y que exigen que vuelva la mano dura. Ambos no le perdonan a Del Castillo varias cosas.
Del Castillo se enfrentó de manera frontal al régimen autoritario de Alberto Fujimori. Denunció sus ansias de perpetuarse en el poder. Recordemos que se colocó una máscara anti-gas en protesta por la tercera asunción de mando del Chino, y junto a su bancada se retiraron del hemiciclo. Otro hecho, mencionado por el prestigioso periodista César Hildebrandt, es que Del Castillo entregó a éste, entonces director del desaparecido diario Liberación, las pruebas del enriquecimiento ilícito del ex asesor presidencial Vladimiro Montesinos (quien gobernaba a sus anchas con Fujimori) en el Banco Wiesse, gracias a la audacia de su cuñada, trabajadora de este ente financiero.
Recuerdo un episodio que ví con mis propios ojos. Y que nadie me contó. Corría el año 2000, y salía de la universidad para tomar mi carro, cuando en plena avenida Tacna ví un grupito de diez o quince personas arengando "No hay presidente, hay un delincuente". A medida que se acercaban, aprecié que cargaban carteles y banderas con el símbolo del APRA (la estrella).Y a la cabeza, estaba Jorge Del Castillo. Esto ocurrió cuando se descubrieron otras cuentas de Montesinos, ya no en el Wiesse, sino en bancos suizos, por más de 48 millones de dólares.
Pero lo que menos le perdonan es que, en pleno gobierno apro-fujimorista, y siendo primer ministro, Del Castillo se ratificara en sus acusaciones contra Alberto Fujimori, cuando le tocó declarar en el juicio que condenó al ex presidente a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad. Eso despertó las iras del fujimorismo, que seguramente juró vengar este hecho.
Otro público que odia a Del Castillo, sin duda alguna, son los anti-apristas. Un odio más visceral que racional. A muchos les cayó antipático que, además de enfrentarse a Fujimori, Del Castillo pusiera la cara por el APRA en los años '90, acaso la época más dura que haya vivido el viejo partido de Haya de la Torre en los últimos años. En esos momentos muchos "apristas" no la pusieron, y prefirieron esconderse; y recién reaparecieron cuando Alan García retornó al poder en el 2006.
También hay apristas que lo odian. Y entre ellos el mismo Alan García, quien decidió colocarlo como Premier, mitad en recompensa por haberlo defendido durante diez años, y mitad para quemarlo. Porque para García, sólo él puede ser primero, segundo y tercero en el APRA. Y cualquiera que le opaque es peligroso.
Culpable o no, Del Castillo está casi quemado para sus pretensiones presidenciales del 2011. La opinión pública ya lo señaló.
Alan García no quiere que un aprista sea el que gobierne, porque sólo él puede ser el único presidente aprista de la historia. Además de eso, García necesita que haya una persona que cuide sus intereses cuando salga del poder. Allí está Keiko Fujimori o Luis Castañeda, para quienes los medios de comunicación trabajan incansablemente, difundiéndolos como los dos mejores de las encuestas presidenciales.
Si Del Castillo es culpable, que sea condenado y pague como corresponde. Será su tumba política. Pero si no es así, tendrá derecho a su reivindicación personal.
Lo que sería ideal es que esa misma prensa que pide a coro su linchamiento, también tenga la misma rigurosidad para investigar si es que el presidente García también tiene vinculaciones con el caso Petroaudios. Es fácil meterse con los músicos, y no con el líder de la banda.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario