De nada vale haber dado la vuelta al mundo con la condena (las condenas, mejor dicho) al ex presidente Alberto Fujimori por delitos de corrupción y contra los derechos humanos. No tiene ningún sentido haber llegado a tener una buena posición ante el mundo con esta ejemplar decisión del Poder Judicial, institución que, pese a todas sus limitaciones, parecía quedar un poco limpia.
Este hito en la historia peruana, que rompe con la tradicional impunidad de quien corrompe el Estado y se zurra en los derechos fundamentales de las personas, no tiene ningún sentido si continuamos siendo espectadores de hechos como los ocurridos en los últimos días en uno de los poderes del Estado que necesita un cambio urgente.
Primero, el cambio de juez del caso que evalúa la demanda del indultado José Enrique Crousillat para poder recuperar Canal 4. El cuestionado presidente de la Corte Superior de Lima, César Vega Vega, decidió colocar al juez Carlos Solano Tenorio, quien tiene investigaciones pendientes en la Oficina Central de la Magistratura (OCMA), para que se encargue del caso. Finalmente, tras el llamado de atención del titular del PJ, Javier Villa Stein, esto no prosperó.
Sin embargo, hubo allí una intencionalidad sospechosa, con indicios de querer entorpecer un proceso que a todas luces no favorecería a Crousillat, quien, recordemos, recibió "ladrillos" de miles de dólares de parte del ex asesor Vladimiro Montesinos para que cambie la línea editorial del 4 en favor de Fujimori, lo cual cumplió con creces.
No debemos olvidar que hace dos meses fue indultado por Alan García por "razones humanitarias", pues supuestamente se encontraba muy mal de salud y era un hombre "anciano" de 77 años. Pero, como por arte de magia, recuperó su salud y se le vio comprando muy campechanamente en un centro comercial del balneario de Asia. Evidencia de que su estado de salud no era tan malo.
Otro suceso ha sido la desaprobación de Avelino Guillén, quien aspiraba a fiscal supremo, por parte del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM). Este hecho también es sospechoso, porque Guillén fue uno de los principales protagonistas en el megajuicio a Alberto Fujimori como fiscal, cuyo resultado fue la condena al ex dictador a 25 años de prisión.
Quizás este hecho histórico haya desatado la furia de magistrados vinculados al fujimorismo (y otros al APRA definitivamente), quienes aprovecharon esta circunstancia para frenar la carrera judicial de un personaje que en su momento se la jugó por la lucha contra la impunidad. Y que en otros procesos definitivamente no estará de su lado.
A estos dos hechos se agregan otros detalles como la separación del general Walter Chacón de los procesos pendientes contra Fujimori y Montesinos. Son cuestiones muy entrelazadas entre sí. Y que de a pocos van destruyendo las bases de todo lo que se construyó durante el gobierno de Paniagua para sancionar toda los delitos cometidos durante el fujimorismo.
De tal forma que la cereza de la torta sería la excarcelación de Fujimori, quien debe estar sonriente viendo como se desmorona su condena.
Como en la época de Fujimori, donde todos los medios estaban a su servicio y el Poder Judicial a sus pies, la sociedad civil que cree en la democracia y la poca prensa independiente que queda debe jugársela para frenar este acoso al PJ. Hay que rescatarlo de las garras del autoritarismo, las presiones políticas, y la impunidad.
Este hito en la historia peruana, que rompe con la tradicional impunidad de quien corrompe el Estado y se zurra en los derechos fundamentales de las personas, no tiene ningún sentido si continuamos siendo espectadores de hechos como los ocurridos en los últimos días en uno de los poderes del Estado que necesita un cambio urgente.
Primero, el cambio de juez del caso que evalúa la demanda del indultado José Enrique Crousillat para poder recuperar Canal 4. El cuestionado presidente de la Corte Superior de Lima, César Vega Vega, decidió colocar al juez Carlos Solano Tenorio, quien tiene investigaciones pendientes en la Oficina Central de la Magistratura (OCMA), para que se encargue del caso. Finalmente, tras el llamado de atención del titular del PJ, Javier Villa Stein, esto no prosperó.
Sin embargo, hubo allí una intencionalidad sospechosa, con indicios de querer entorpecer un proceso que a todas luces no favorecería a Crousillat, quien, recordemos, recibió "ladrillos" de miles de dólares de parte del ex asesor Vladimiro Montesinos para que cambie la línea editorial del 4 en favor de Fujimori, lo cual cumplió con creces.
No debemos olvidar que hace dos meses fue indultado por Alan García por "razones humanitarias", pues supuestamente se encontraba muy mal de salud y era un hombre "anciano" de 77 años. Pero, como por arte de magia, recuperó su salud y se le vio comprando muy campechanamente en un centro comercial del balneario de Asia. Evidencia de que su estado de salud no era tan malo.
Otro suceso ha sido la desaprobación de Avelino Guillén, quien aspiraba a fiscal supremo, por parte del Consejo Nacional de la Magistratura (CNM). Este hecho también es sospechoso, porque Guillén fue uno de los principales protagonistas en el megajuicio a Alberto Fujimori como fiscal, cuyo resultado fue la condena al ex dictador a 25 años de prisión.
Quizás este hecho histórico haya desatado la furia de magistrados vinculados al fujimorismo (y otros al APRA definitivamente), quienes aprovecharon esta circunstancia para frenar la carrera judicial de un personaje que en su momento se la jugó por la lucha contra la impunidad. Y que en otros procesos definitivamente no estará de su lado.
A estos dos hechos se agregan otros detalles como la separación del general Walter Chacón de los procesos pendientes contra Fujimori y Montesinos. Son cuestiones muy entrelazadas entre sí. Y que de a pocos van destruyendo las bases de todo lo que se construyó durante el gobierno de Paniagua para sancionar toda los delitos cometidos durante el fujimorismo.
De tal forma que la cereza de la torta sería la excarcelación de Fujimori, quien debe estar sonriente viendo como se desmorona su condena.
Como en la época de Fujimori, donde todos los medios estaban a su servicio y el Poder Judicial a sus pies, la sociedad civil que cree en la democracia y la poca prensa independiente que queda debe jugársela para frenar este acoso al PJ. Hay que rescatarlo de las garras del autoritarismo, las presiones políticas, y la impunidad.
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