jueves, 4 de noviembre de 2010

El APRA necesita un Kirchner

Kirchner recibiendo el mando de Eduardo Duhalde.

Pese a no tener límites territoriales, la Argentina y el Perú tienen muchas coincidencias en cuanto a procesos políticos y sociales se refiere. Ambos países han sido marcados por golpes militares, dominios oligárquicos y restauraciones de la democracia. También se parecen en la poca presencia de partidos de izquierda fuertes, como ha sido el caso de Brasil, Chile y Uruguay. Mas bien, lo que ha predominado en el espacio político no alineado a la derecha están el peronismo, en el caso argentino; y el APRA, en el caso peruano. Más que en el espacio de la izquierda, han sido movimientos denominados por los sociólogos y politólogos como "nacionalistas y populares".

La asunción a la escena pública argentina del general Juan Domingo Perón es el evento político más importante del siglo XX en la nación platense. Un gran carisma y liderazgo, acompañado de un discurso de justicia social, defensa de los derechos de los trabajadores y otras reivindicaciones sociales. Además de la compañía de su esposa, Evita Perón, quien fue la gran benefactora de los pobres, es acaso la razón fundamental por la que hay una masa fiel al peronismo, organizado después en el Partido Justicialista (PJ) hasta la actualidad.

En cuanto al Perú, es sabido que el APRA es un partido identificado más como de izquierda democrática. Tuvo un líder como Haya de la Torre, que al igual que Perón en Argentina, marcó una gran influencia en la política de nuestro país durante el siglo XX pese a que nunca llegó al poder. Más allá de los pactos con Odría y cierto cambio en las ideas de Haya, los ejes centrales de su ideología siguieron en el imaginario de la gente.

Pero también han sufrido sus desvíos. Carlos Menem del PJ llegó a la presidencia en 1989. Contrariamente a lo que todos esperaban, el gobierno de Menem tomó el rumbo neoliberal: privatización de empresas públicas, liberalización de la economía, entre otras medidas distantes a lo que el peronismo original proponía.

Menem gobernó diez años, y si bien al principio le fue muy bien, tanto que fue reelecto; al final terminó muy impopular. Las consecuencias de su manejo económico le estallaron en la cara a su sucesor De la Rúa. Tras la salida abrupta de éste último, pasaron varios presidentes, hasta las elecciones del 2003. Debido a sus divisiones internas, el PJ fue hasta con tres candidatos, además de los de otros partidos. Al final, de los tres peronistas, dos pasaron a la segunda vuelta: Menem, que pretendía volver al poder; y Néstor Kirchner, que fue gobernador de la provincia de Santa Cruz. Menem decidió no presentarse, ante la inminente derrota que sufriría a manos de Kirchner debido a su impopularidad. Y Kirchner asumió la presidencia.

Kirchner hizo lo que nadie creía: logró la recuperación económica argentina, reivindicó derechos sociales a los trabajadores, e incluso reabrió los juicios a los que violaron derechos humanos durante la dictadura (1976-1983). De inmediato, aquellos que en 2001 gritaban "que se vayan todos", recuperaron la fe en la política. Kirchner salió del gobierno con altos índices de aprobación. Lamentablemente, cuando todos pensaban que volvería en 2011, falleció hace pocos días. Su despedida fue multitudinaria. De alguna manera, Kirchner logró reivindicar al peronismo con sus banderas de justicia social. Por eso tuvo un reconocimiento esplendoroso y sorprendente.

Alan García fue el primer aprista que se convirtió en presidente. Pero su gobierno fracasó en su voluntad de cambiar el país. Tras su exilio, regresó al poder en el segundo intento. Al igual que Menem, no sólo ha realizado un programa neoliberal, sino que lo ha profundizado. Y su derechización ha sido tal, que ha impulsado la candidatura de  la derechista Mercedes Aráoz por el APRA en las elecciones del próximo año, con el apoyo de los integrantes de la cúpula, que no quieren perder sus curules.

En las bases apristas ya había descontento con el rumbo del gobierno. Y ahora más con esta abritrariedad de García y su compañía. Quizás ahora el presidente tenga el poder absoluto sobre el APRA, y puede hacer lo que se le antoje. Pero puede que aparezca un Kirchner, un personaje que hace falta en un partido que está bien a la derecha, y reivindique las banderas de justicia social. No necesariamente ahora. Podría ser en el 2016, cuando García termine de convertirse en nuestro Menem.

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