lunes, 15 de octubre de 2007

Che Guevara: 40 años después, el símbolo de la rebeldía

El pasado 9 de octubre se cumplieron cuatro décadas de la desaparición del icono revolucionario más importante de América Latina: Ernesto Guevara de la Serna, más conocido como “El Che”, por su origen argentino; aunque ahora es reconocido como un ciudadano de todo nuestro continente.

Quienes estuvieron persiguiéndolo hasta aislarlo en territorio boliviano, y finalmente ejecutarlo, se equivocaron. Pensaron que lo matarían, y así desaparecerían una amenaza para sus intereses. Pero aún transcurridos muchos años, el Che permanece vivo en la memoria de toda Latinoamérica, sean o no adeptos a la ideología comunista y de la “guerra de guerrillas” que utilizó como estrategia para liberar al continente de uno de los imperialismos de la época, como es el gobierno de los Estados Unidos.

El Che aparece ahora en souvenir, en las camisetas, pintado en las paredes de las calles, en las banderas de los equipos de fútbol, tatuado en la piel de muchos y muchas jóvenes que lo admiran. Pese a estar muerto físicamente, es como si estuviera vivo todavía, porque está mas presente que cualquier ser vivo, y anda por todas partes, incluso en las que uno menos piensa.

El Che ha trascendido lo que sus simpatizantes y detractores pensaban en el momento en que estaba vivo, e incluso poco después de su muerte.

El Che se convirtió en un símbolo latinoamericano, por el tema de la rebeldía. Este es el continente de la represión, del autoritarismo, de las dictaduras, de la falta de libertad; situaciones expresadas no solo en los gobiernos, sino en las familias y en la sociedad entera de nuestro continente. Ante esas situaciones vividas, nuestro continente es rebelde, y por eso, muchos se identifican con el Che que era, por esencia, un rebelde. Un rebelde con causas, quizás muy ilusas para algunos, pero causas al fin, que consideraba nobles, sinceras y justas.

Se puede discrepar de la posición política del Che. Pero su actitud consecuente y su espíritu rebelde, enarbolando de la bandera del sueño de una América unida y libre, son actitudes admirables, y por eso, aún en el siglo XXI, muchos lo tienen como un ejemplo a seguir.

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