miércoles, 29 de agosto de 2007

Las hazañas futboleras de agosto

Cuando Irven Ávila ejecutó el último penal, y colocó el balón por debajo del cuerpo del golero de Tayikistán (¿cuál es el gentilicio?), supo que había llevado a lo más alto al fútbol peruano. La selección peruana de fútbol, categoría Sub-17, lograba de esta manera clasificarse a los cuartos de final del Mundial de Corea, colocándose entre las ocho mejores selecciones del planeta.

Algo impensado aquel lejano 4 de marzo de 2007, cuando Perú se enfrentaba a Brasil, en Riobamba, Ecuador. Por la historia, Perú nunca se clasificó para una Copa del Mundo de menores, y todo parecía indicar que sería humillado por los verde-amarelhos, y que regresarían eliminados como pasó con la sub-20 un mes atrás. Pero la selección Sub-17 dio la sorpresa al vencer 2-1.

Desde allí, se comenzó a edificar la clasificación al Mundial. Porque las bases y columnas ya estaban hechas desde poco antes, cuando se le encargó a Juan José Oré, el popular “Jota Jota”, la conducción técnica de esta selección. Su trabajo no consistió en quedarse a pasar tiempo en Lima, y convocar a los favoritos de los dirigentes de los principales clubes de Lima, como hicieron sus predecesores.

El otrora delantero de la “U” comenzó a recorrer los trabajos de menores de todos los clubes del país. Algunos mejor trabajados que otros, igual seleccionó a los mejores. Silenciosamente, fue armando un elenco que con algo de fútbol (donde el emblema es Reimond Manco) y una fuerte dosis de garra, fue alcanzando objetivos. Ahora tiene la posibilidad de pasar a las semifinales del torneo, si derrota a Ghana el sábado 1 de agosto.

Pero recordemos que en el mes de agosto, hace ya 38 años, se produjo quizás la más grande hazaña del fútbol peruano.

El 31 de agosto de 1969, la selección peruana de fútbol salía al gramado de la temible “Bombonera” a enfrentar a la Argentina. Sólo un punto le bastaba a la blanquirroja para clasificar, por primera vez por la vía de las eliminatorias, a un Mundial de la FIFA. Lograron un heroico empate a dos, con los inolvidables goles de “Cachito” Ramírez; este resultado posibilitó que Perú diga presente en México 1970. A partir de ese momento, se iniciaría una de las mejores etapas de la historia de nuestro balompié, con dos participaciones más en Copas del Mundo (1978 y 1982) y la obtención de una Copa América, en 1975.

Dios quiera que esto también sea el inicio de una nueva etapa para nuestro fútbol, tan golpeado en los últimos años, y con apenas una conquista (histórica, por cierto) como la del Cienciano del Cuzco en 2003, que fue una chispa de café en medio de toda la leche. Que esto no sea una chispita, sino un proceso duradero en el tiempo.

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