jueves, 19 de julio de 2007

A la verdeamarelha se le respeta

Brasil otra vez es campeón de América. Y no sólo eso: Es bicampeón, pues ganó las últimas dos ediciones de la Copa América. Y aún hay más: Ganó cuatro de los últimos cinco campeonatos del continente, y dos de las últimas cuatro Copas del Mundo. Es el actual campeón de la Copa Confederaciones. En 13 años ha ganado ¡siete títulos! Entonces, es un rival de cuidado para cualquier equipo.

Sin embargo, parece que el domingo 15 de Julio de 2007, Alfio Basile y los 11 jugadores de la selección argentina que salieron a la cancha del "Pachencho" Romero, a disputar la final de la Copa America contra Brasil, olvidaron los pergaminos del rival. No se acordaron que además de las dos finales en que fueron derrotados (2004 por la Copa América, y 2005 por la Copa Confederaciones, Brasil los sacó de carrera en este mismo torneo, en 1995 y 1999, en la fase de cuartos de Final. Argentina salió a la cancha con el mismo libreto de siempre, pensando que se enfrentaba a selecciones como Perú, Colombia o los Estados Unidos, de discreto papel. Quizás la selección albiceleste también tuvo la idea de que, pese a que Brasil siempre juega ofensivamente, al final deja jugar al rival. Quizás rememoró la final del 2004 en Lima, en la que pasaron por encima de los cariocas en el juego; aunque el resultado les fue adverso.

Sin embargo, Brasil salió al verde con un libreto distinto.

Desde el primer minuto, y con una minuciosidad casi italiana para defender, los brasileros trabajaron como peones en el terreno de juego. No dejaron hilvanar jugadas a los gauchos. Pese a todo, Argentina siguió tan confiada y tan segura de su triunfo. Tanto así que Roberto Ayala, el mejor defensa que hayan visto mis ojos (en vivo y en directo), seguro en la marca y buen cabeceador, dejó que una pelota aérea caiga a los pies de Julio Baptista, que realice su amague y que saque el derechazo, Ayala creyó que la botaría a las tribunas, pero producto del latigazo de la "Bestia", el balón terminó en las redes argentinas, ante la atónita mirada de un inmóvil Abbondancieri (también muy confiado), apenas a los cuatro minutos.

Allí se acabó el partido para la Argentina. Y también la Copa América. Porque ya no fue el mismo equipo casi perfecto de los cinco partidos anteriores. Las jugadas que intentaba hilvanar eran fácilmente cortadas por los volantes brasileños, comandados por el gran Josué, acaso poseído de ese gran volante brasileño llamado Dunga, ahora entrenador del Brasil. Argentina tuvo una posibilidad con un tiro al palo de Riquelme, al minuto 10, pero hasta allí nomás llegó. Para colmo, llegaría el autogol de un desesperado, nervioso y desconocido Ayala al finalizar el primer tiempo.
Luego vendría el gol de Daniel Alves en el segundo tiempo, para cerrar con broche de oro una gran victoria.

Argentina pagó caro su exceso de confianza. Por más que esté muerto, Brasil es Brasil, y en cualquier momento "se molesta". Basile equivocó el planteo al colocar un sólo volante de marca (Mascherano) y tres ofensivos (Verón, Riquelme y Cambiasso), pero de andar cansino en la cancha. Ninguno de ellos se caracteriza por la velocidad. Este partido era para Pablito Aimar, y que Fernando Gago acompañe en la marca a Mascherano. Brasil les ganó la mediacancha fácilmente, con Mineiro y Elano (este salió lesionado) completamente enchufados en el partido. Álex y Juan, pese a sus limitaciones, "secaron" a los habilidosos Messi y Tévez, y adelante Julio Baptista fue toda una "bestia" al lado del goleador de la Copa, Robinho, quien jugó como un obrero más: marcando y jugando con sus compañeros.

El gran responsable de este gran triunfo es Dunga, quien demostró como técnico casi la misma categoría que exhibiera como jugador. De un equipo desarmado, sin Ronaldinho Gaúcho y Kaká que pidieron descanso, y un Adriano en bajo nivel, comenzó de cero. Era criticado antes de la Copa y aún más luego de la derrota inicial 0-2 ante México. Pero poco a poco, fue encontrando el equipo, que a medida que pasaban los partidos, llegó a su mejor nivel.

La selección de Brasil ha demostrado que no tiene equipo A, B o Z. Que cualquier jugador brasileño se puede colocar esa camiseta multicampeona, y se esforzará al máximo por lograr el triunfo de su selección. Que está nuevamente en su reinado, así no haya podido ganar la última Copa del Mundo. Ojo: No son invencibles (México lo sabe), pero no es cualquier equipito de barrio que se le puede ganar fácilmente, como creyeron el comando técnico y los seleccionados argentinos.

No hay comentarios.: