lunes, 18 de octubre de 2010

El martirio de Jaime Bayly

El Francotirador ha salido del aire. La decisión la tomó el todopoderoso dueño del Canal 2, el empresario israelí Baruch Ivcher. El mismo que era un entusiasta defensor del régimen de Fujimori, hasta que un negocio le salió mal y entonces comenzó a denunciar la dictadura. Quién sabe si el negocio le hubiera resultado; quizás otra sería la historia. Y también, el mismo que entregó la cabeza de César Hildebrandt por 20 millones de soles de indemnización.

El motivo de la salida del multifacético Jaime Bayly (periodista, escritor, conductor de TV, hombre, y a la vez hombre que le gustan los hombres), fue su atrevimiento con el poder. Su campaña de dos meses en contra de la candidatura de Lourdes Flores a la alcaldía de Lima, la cual ella misma consideraba una porquería y a la vez un instrumento fálico que debería ser introducido en las vías anales de todos los limeños; y su apoyo a Susana Villarán, la misma que fue vituperada, vilipendiada, y satanizada por todos los medios de la derecha, los mismos que no le ven ningún defecto a este régimen, fueron acciones que exarcerbaron los ánimos de los que gobiernan, así como a sus socios de turno.

Mientras que Jaime Bayly se dedicó, durante los últimos tres años, a hacer de El Francotirador un verdadero chongo, Baruch lo mantuvo inamovible. Temas como el de su candidatura presidencial, su acercamiento a Pepe Barba, su nueva novia llamada Silvia y su nuevo libro, sus broncas con Beto Ortiz, fueron los que ocuparon las portadas de los diarios y la atención de buena parte de la opinión pública. Incluso la complacencia fue mayor cuando dijo que apoyaría a Keiko Fujimori. No sabemos si lo dijo de chiste o en serio. Como todo lo mencionado anteriormente. Es que eso da rating, pues. Tras varios años con programa dominical, se le concedió a su programa de TV el espacio de lunes a viernes a las 11 pm, además del horario de los domingos a las 10 pm, mucho después de la misa.

A partir de allí Bayly comenzó a operar un cambio extraño. En los programas de días de semana se dedicó a hablar de política, debido a la coyuntura de las elecciones municipales en Lima. No se sabe si por una natural orientación política, o por resentimiento porque no quiso ir a su programa, comenzó a explicar, durante todos sus programas, por qué Lourdes Flores no debía ser alcaldesa de Lima. Denunció sus vínculos con Cataño y sus relaciones con Salazar Monroe. A la vez defendió a Susana Villarán de los ataques que recibió durante la campaña electoral, y la consideró como parte de la “izquierda moderna que el Perú necesita”

Hasta allí, se le había tolerado lo suficiente. Pero sin duda, lo que debe haber exaltado los ánimos del poder fue la difusión de los “potoaudios”, en los que Lourdes Flores se expresa con desprecio por el puesto al que postulaba. A mi entender, eso fue el punto determinante para que la lideresa del PPC pierda la elección.

Tras la incertidumbre electoral, Bayly no se contentó con seguir destrozando a Flores Nano. Se dedicó a decir que había voluntad de voltear los resultados, favorables a Villarán, y demostró que a quien se le dio la potestad para designar los jueces que decidirían sobre las actas impugandas era nada menos que César Vega, muy cercano al APRA y a Alan García, quien ante la caída en desgracia de Álex Kouri, apoyó con todo a Flores.

Estos pronunciamientos evidentes de García y el mismo alcalde Castañeda Lossio a favor de Flores Nano en plena campaña electoral, fueron demostrados por Bayly en su programa. Allí fue donde aparecían cintillos que rezaban “el canal no se solidariza con estas posiciones” o algo así, lo que provocó la ira de Bayly, quien anunció que se iba el 26 de diciembre.

Según algunas fuentes periodísticas, la gota que habría derramado el vaso fue que Bayly tendría en exclusiva una entrevista con Richard Gálvez León, el joven que fue agredido por Alan García, hecho del que no se sabe si fue sólo verbalmente, aunque sí físicamente por el séquito del Presidente. Esto habría asustado a Baruch, quien no quería tener problemas con el poder. Y de inmediato canceló al hombre que le daba más rating en su canal.

En esta columna se le ha criticado mucho por sus ambigüedades. Pero ahora tenemos que salir en su defensa. Debemos reconocer que, de ser un bufón mediático pasó, sin querer queriendo, pasó a ser casi un mártir del periodismo. Quizás no con los pergaminos de Hildebrandt, pero ya forma parte de la galería. No sabemos si de verdad se quería pelear con el poder. Pero de lo que estamos seguros es que Jaime Bayly no estará desaparecido. Quizás, como le sucedió a Vargas Llosa en el ‘90, esto haya sido lo mejor que le haya pasado. Hasta podría llegar a ser nuestro segundo Nobel. Quién sabe.

1 comentario:

CafeHenry dijo...

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