sábado, 4 de julio de 2009

Clase trabajadora decepcionante

Por principios ideológicos y de solidaridad, siempre he de estar con el trabajo antes que con el capital. Porque gracias a los trabajadores, la producción puede continuar y la economía sigue caminando, lo cual beneficia a todos. Porque también ellos han generado una clase social digna en su momento, luchando por un cambio de las estructuras y del sistema que los perjudica tanto a ellos, como a las clases medias o pequeñas burguesas (Marx dixit). Y porque son la parte más débil de la cuerda, históricamente maltratada por el capitalismo.

La clase trabajadora, pese a sus limitaciones económicas, fue una clase que se preocupó mucho por su educación y por el deseo de salir adelante. Y también por su responsabilidad laboral; pese a las dificultades que a veces se presentaban. Y con esa misma consecuencia podían salir a exigir sus derechos por medio de manifestaciones, huelgas y paros que han sido determinantes en la historia peruana, latinoamericana y mundial.

Sin embargo, la clase trabajadora actual dista mucho de lo que fuera antaño. Ahora son gente que no tiene compromiso con el país, parecen haberse quedado en 1989 y no se preocupan por tener el nivel de sus antecesores de aquella clase que defendieron Mariátegui y otros de sus contemporáneos.

Con esta clase trabajadora no me puedo identificar.

¿Cómo identificarse con los reclamos de los maestros, si estos no se preocupan en actualizarse y dar una mejor educación a nuestra niñez? ¿Cómo se puede apoyar a quienes se resisten a pasar por un concurso público para optar por una plaza en el magisterio? (Sin dejar de mencionar los mismos vicios que tiene este concurso, lleno de “compañeritis”). ¿Cómo se puede solidarizar uno con quienes, de alguna u otra forma, también son responsables del estado en que se encuentra nuestro sistema educativo?

¿Cómo puedo apoyar los paros y huelgas de los médicos que trabajan para el Estado, cuando los servicios de salud que brindan estos mismos señores son pésimos? ¿Cómo se les puede respaldar, cuando incluso lo hacen de mala gana? Además, atentan contra la salud del mismo pueblo, que no tiene recursos para ser bien atendido (como debe ser) en una clínica privada.

¿Cómo se puede dar un espaldarazo a la “causa” de los transportistas, cuando estos brindan el peor servicio de transporte en América Latina (y quizás en el mundo)? Además de su mal servicio, maltratan al pasajero, que es hijo del mismo pueblo al que pertenece, ya sea con sus respuestas, con sus cobros abusivos, con su desdén por los universitarios y escolares, con el estado de sus unidades de transporte.

Podemos seguir enumerando la lista, pero estos tres sectores del trabajo en el Perú nos muestran la calidad de médicos, maestros, transportistas, etc., que tenemos.

Con esta clase trabajadora, el pueblo no se va identificar. Es necesario que cambie, o de lo contrario se seguirá quedando más aislada de lo que ya está. Para gusto de los poderosos.

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