viernes, 29 de junio de 2007

Como puere japonés... ¡bien criollazo!

Alberto Kenya Fujimori ha decidido aceptar la ¿invitación? para postularse como Senador del Parlamento japonés, realizada por el Nuevo Partido del Pueblo, agrupación política del país del lejano oriente. Es una jugada clave (no sabemos si magistral) en pos de eludir la inevitable extradición que concedería el juez chileno Orlando Álvarez, quien autorizaría su envío al Perú para que responda ante nuestra justicia por los delitos de corrupción y contra los derechos humanos de los que se le acusa.

Es claro que si Fujimori resulta electo senador (que era lo mínimo que pretendía en 1990 en el Perú, ¡y salió presidente!), inmediatamente será pedido por el Japón, para que acuda a ejercer el cargo que supuestamente podría obtener por el voto popular. Pero más que los beneficios que tendría por pertenecer a la cámara alta nipona, la idea de Fujimori es eludir su responsabilidad judicial, aprovechando su ciudadanía japonesa.

Además de ser una patraña, es notorio que se trata de un evidente acto de desesperación, puesto que las cosas ahora parecen jugarle en contra. No creemos que haya sido invitado: es claro que adeptos a Fujimori podrían haber realizado gestiones ante partidos políticos japoneses para que lo convoquen como candidato, y de esta forma tenderle una salida al extraditable de todo lo que le espera.

Con esto demuestra nuevamente que es un cobarde ante el pueblo peruano. En el 2000, al renunciar por fax desde Tokio, evitando afrontar todas las acusaciones que ya lo lapidaban en aquel entonces, luego de descubrirse la maquinaria de corrupción que existió durante su régimen, y la persecución política que realizó a sus opositores. Incluso quedará como cobarde ante sus seguidores, quienes luego de imaginar la vuelta soñada de su líder para incursionar nuevamente en la política nacional, se quedarán decepcionados al comprobar que no será así.

Por si fuera poco, sería el único caso en la historia en el que un ex presidente de un país ocupa en cargo político en otro, como en la época de esos reyes europeos que heredaban hasta cinco coronas de diferentes naciones, como el famoso Carlos V.

Todo esto nos recuerda una vieja canción llamada “Como puere japonés”, brillante polca del pícaro dúo “Los Troveros Criollos”, que marcara época en la década de 1950, en la cual relatan la historia de un japonesito que aprende todas las costumbres del limeño vivo, como sus trampitas y su “replana”.

Resulta que ahora el japonés resultó vivo, no por ser “bien criollazo”, en el sentido del vivo del barrio, sino por sacarle la vuelta al pueblo peruano entero.

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