Mostrando las entradas con la etiqueta Perú Posible. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Perú Posible. Mostrar todas las entradas

miércoles, 8 de junio de 2011

Ollanta llegó

Tras largos cinco meses, la intensa campaña electoral que hemos vivido ha terminado. Y quizás como no poca gente se lo imaginaba, pues a inicios de enero, gran parte de la opinión pública no daba posibilidades de victoria a Ollanta Humala, que en ese momento figuraba cuarto en las encuestas con entre 10 y 12 por ciento. El establishment parecía tranquilo, y la fiesta andaba en paz.

Sin embargo, desde ese caluroso mes de enero a este gris y otoñal mes de junio, muchas cosas cambiaron. Ollanta Humala ha ganado en una campaña electoral intensa y polarizada. Los wikileaks marcaron su primer repunte en febrero, y en marzo comenzó a ganar adhesiones, hasta lograr el primer lugar. En la segunda vuelta, sufrió el cargamontón de los medios; pero su perfil moderado, los errores garrafales de los asesores de su contendora, y la marcha anti-fujimorista del 26 de mayo, le dieron la victoria. Su gran mérito ha estado en mantener la calma y haber aprendido de los errores, tanto de estrategia como de visión política, que cometió en la elección de hace cinco años.

Seguramente Humala es consciente de que su victoria ha sido harto difícil de obtener. La campaña de demolición que enfrentó es una prueba de ello. Pero lo que viene es mucho más difícil.

Primero, porque ahora que será Presidente de la República, Humala estará en los ojos de todo el mundo. La misma prensa que se ha encargado de tirarle basura en estos meses no lo dejará tranquilo, pues es sabido que defienden grandes intereses que están detrás. Intereses que pueden venirse abajo si Humala emprende reformas redistributivas que a éstos no les conviene. En ese sentido, el nuevo Jefe de Estado deberá tener “muñeca” y paciencia para manejarse. Allí tendrá que pedir algunos consejos a Alejandro Toledo, quien luego de acceder al poder tumbándose a la mafia fuji-montesinista, sufrió un cargamontón que no le hicieron a Alan García.

Segundo, tendrá que hacer alianzas en el Congreso. Perú Posible podría ser una posibilidad que no sólo sostendría la gobernabilidad, sino que garantizaría que puedan emprender algunas reformas comunes que tanto Gana Perú como el partido de la chakana plantearon en la campaña. La alianza con la agrupación de Toledo, que está más al centro, sería algo así como la Concertación en Chile, y pondría un buen dique a las pretensiones de la derecha compuesta por el fujimorismo, el APRA y algunos integrantes del PPC y Solidaridad.

Tercero, Es la oportunidad de buscar respaldos internacionales. La alianza con Brasil y Argentina, además de buscar más a Unasur, le dará un buen soporte ante los intentos de cierta derecha cavernaria por sacarlo del poder. Porque eso van a buscar. Así se pudo frenar, por ejemplo, la intentona golpista en Ecuador. Y alejarse un poco del bloque más cercano a los Estados Unidos. Claro está, marcando su propio perfil como presidente de una nación soberana.

Cuarto, impulsar las recomendaciones de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, tanto en la reparación a las víctimas como en la búsqueda de justicia.

Quinto, no debe temblarle la mano en la lucha contra la corrupción. La de hace veinte años, la de ayer, la de hoy y la de mañana. Debe facilitar todas las herramientas al Poder Judicial, y no entorpecer su trabajo como lo ha hecho el régimen de Alan García.

Sexto, una lucha frontal contra la pobreza. Dar impulso a los programas sociales y generación de empleo digno. Hacer justicia social con los trabajadores, los campesinos, los jubilados; y resolver los conflictos sociales que deja García.

Quizá haya llegado el momento de lograr ese gran cambio social que anheló mucha gente para el Perú, como Víctor Raúl Haya de la Torre y José Carlos Mariátegui. Para eso estaremos atentos y vigilantes. Eso sí, no es un cheque en blanco.

Foto: Diario El País de España.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Toledo recargado

Si la semana anterior estuvo marcada por la presentación de Mercedes Aráoz como candidata del APRA, en la noticia fue sin duda, el lanzamiento de Alejandro Toledo como postulante a la primera magistratura de la nación. Más allá de la decisión en sí, lo que sorprendió es que el líder de Perú Posible lanzó su candidatura con anticipación, pues había manifestado el último domingo que se tomaría al menos quince días para anunciar su decisión.

Lo cierto es que Toledo ya está en la cancha. De arranque, anunció que intentaba ser presidente otra vez para mejorar lo hecho en su gobierno, y no hacer mal lo que hizo mal, como dijo textualmente. Anunció que esta vez se preocupará más de los pobres, realizará una "revolución educativa" y encabezará la lucha contra la corrupción.

En esta oportunidad, Toledo tiene algunas ventajas. Buena parte de la ciudadanía tiene un recuerdo positivo de su gestión (2001 - 2006), debido a que, al menos, la economía se mantuvo estable, y que no ocurrieron violaciones a los derechos humanos; incluso impulsó el tema de la CVR. Otro asunto es que fortaleció el sistema democrático, apoyando el Acuerdo Nacional. Incluso pese a los escándalos de su familia, no terminó manchado por temas de corrupción. Hasta ahora no se le encontró nada oscuro. En retrospectiva, su gobierno, si no fue el mejor, fue el menos malo en décadas. 

También tiene segura una buena parte del voto anti-fujimorista que no se quiere encasillar en la izquierda, así como también se ha logrado perfilar como claro opositor a Alan García, posición que ha sido más clara que la del mismo Ollanta Humala, con sus constantes puyas contra el régimen alanista cada vez que retornaba al país. Por ejemplo, en el tema del Baguazo, Toledo salió en defensa de los indígenas amazónicos. Esas cuestiones, y agregando que tenía un nada despreciable 16 por ciento en las encuestas sin ser candidato declarado, pueden ser un hándicap a favor.

Sin embargo, debemos recordar que durante todo su gobierno, Toledo navegó en una cifra de aprobación. Sólo al principio y al final, pudo contar con un relativo respaldo popular. La prensa fue inmisericorde hasta porque impostaba la voz, a diferencia de su pleitesía con la actual gestión. Muchos le enrostrarán su terquedad por firmar el TLC con Estados Unidos, los escándalos de su familia, sus 18 mil dólares de sueldo, sus frases como "¿por qué me aplauden en Wall Street y no aquí?", su sobonería con gente despreciable como Bush y Aznar, tener ministros pro-yanquis como PPK y conservadores como Luis Solari, entre otras perlitas.

Si Toledo quiere ganar (posibilidades tiene) tendría que tomar algunas decisiones. Primero, alejar a su entorno familiar y a la misma Eliane. También debe apartar a esos "ayayeros" que lo desprestigiaron más, como Doris Sánchez, Enith Chuquival, y otras perlas que todos y todas recordamos muy bien. Gracias a Dios, ya no tiene cerca a PPK ni a gente como el "chauchiller" Fernando Olivera. Seguro que lo odiarán los alanistas porque Toledo lo derrotó en el 2001; los fujimoristas porque encabezó la resistencia contra la dictadura; la izquierda, sea caviar o cavernaria, por el arrodillamiento ante EE. UU. durante su primer período.

Sumando todos sus activos y pasivos, Toledo tiene todas las posibilidades de volver a ser electo. Después de Alan García, es acaso el político que tiene más facilidad para variar su discurso sin despeinarse. Sus rivales de enfrente no tienen esa misma habilidad, y puede que en el camino electoral se diluyan por sus inconsistencias, como es el caso de Keiko (liberar a su papi), Castañeda (cuando comience a hablar, la verá verde), y Humala (en las formas). Por eso, y antes que todo, Toledo debe tener en cuenta que su mayor enemigo es él mismo.

viernes, 14 de marzo de 2008

Regionalización, un proceso fallido

Los conflictos sociales vividos recientemente, así como los de junio y julio del año pasado, demuestran que a seis años de impulsado la regionalización en todo el país, vemos que los resultados de este proceso no vienen siendo buenos, debido a una falta de definiciones sobre la ley que creó las regiones

Esta ley, promulgada por el entonces presidente Alejandro Toledo en noviembre de 2002, a pocos días de los comicios donde se eligieron por primera vez a los “presidentes regionales”, había nacido con muchos defectos. Desde un principio no se definieron competencias claras acerca de las funciones de las regiones, así como su responsabilidad frente al gobierno central.

Hoy observamos que el Perú está dividido en 26 “países”, porque cada región tiene su “presidente”; y cada “presidente” hace lo que le viene en gana. Incluso varios de estos gobernantes se atreven a promulgar normas desconociendo la constitucionalidad de las mismas. Otros, ante el poco respaldo que gozan en la interna de sus regiones, prefieren confrontarse con el gobierno central como una forma de ganar popularidad, ante el declive de la aceptación del régimen aprista en el interior del país.

Ante esto, existe la propuesta de que norme la intervención del gobierno central en las regiones, ante su resistencia a las normas impulsadas por éste último. Esta razón puede ser válida, pero también hay que reconocer que el gobierno de Alan García impulsa normas para aplastar a las regiones y sus demandas, sin observar las distintas realidades en que viven.

La responsabilidad recae en el gobierno que presidiera Alejandro Toledo. Pero también está en el APRA antes de volver a ser gobierno. Porque siendo oposición, avalaron la norma de 2002, y presentaron candidatos a las elecciones, ganando 12 regiones de las 26. Cómo habrá sido la gestión de sus presidentes regionales, que el descontento llevó a que en las elecciones regionales de 2006, en pleno gobierno aprista, sólo retuvieran dos regiones.

El proceso de regionalización no debió hacerse en base a los antiguos departamentos. Incluso la regionalización de 1988 estaba mucho mejor estructurada, como un proyecto piloto, sin hacer transferencias directas de poder aún. Esta regionalización se hizo muy apurada, sin orden, sin sustentos claros. Incluso el hecho de permitir la elección por mayoría simple es un peligro. Cuántos gobiernos regionales no padecerían sus crisis, si hubieran tenido el respaldo de una segunda vuelta electoral, no importa el gasto en utilizar el “ballotage” en las regiones.

Es necesario replantear el tema de la regionalización, en acuerdo y dialogando con las regiones, dejando atrás la “mano dura”, y concertando de acuerdo a las realidades de cada región. Incluso algunas deben reconocer que no están preparadas para tener un gobierno regional.

Y otra cosa más: hay que poner a los titulares de los gobiernos regionales, “gobernadores”. Eso de presidentes regionales es muy “huachafo”. Además de muchos otros cambios que se tienen que pensar, con protagonistas como los partidos, el gobierno, y la sociedad civil, por un Perú más descentralizado y con regiones que puedan producir y salir de la extrema pobreza en que se encuentran.