Desde que asumió la responsabilidad de conducir el Fondo de Reconstrucción del Sur (Forsur), el empresario Julio Favre no ha hecho más que quejarse de todo. Se esperaba que su labor diera frutos. Sin embargo, pasados tres meses del devastador terremoto que ha dejado en escombros a Pisco y otras ciudades aledañas, no se ve ningún avance.
Como decía, este señor, en vez de dedicarse a trabajar, ir viendo contactos con empresas constructoras (pues los debe tener producto de su “roce” empresarial”, solo ha dado a conocer su única acción: el lamento fácil y barato.
Favre ha demostrado incapacidad para ejercer este tipo de trabajo, que se suponía le caía de perillas por no ser “político”, como él siempre lo ha manifestado. En vez de estar cerca del lugar de los hechos, coordinando acciones con las autoridades locales, despacha desde una oficina en San Isidro, completamente distante. Además, su equipo de trabajo está desarmado, pues personajes que lo integraban como los ex ministros José Chlimper y Pedro Pablo Kuczynski renunciaron, tras denunciar que Favre era intolerante y no tenía capacidad para dialogar.
Este es un grave error del gobierno. Primero, porque nombró a una persona que, al frente de un ente burocrático, no ha logrado que este produzca los resultados esperados. Segundo, porque debió formar una comisión integrada por los ministros del Interior, Economía, Vivienda y de la Mujer y Desarrollo Social, para que se encargue directamente del tema, en vez de crear otro organismo más, que entorpece más los avances en este asunto. No era necesario crear un organismo como Forsur.
Miren cómo han actuado en Chile, luego del terremoto del miércoles 14: la presidenta Bachelet ha enviado una comitiva de 4 ministros al lugar de los hechos, para que trabajen y ayuden a salir adelante a la ciudad de Tocopilla. Y no solo en el tema de la acción rápida. Los resultados sólo han producido dos fallecidas y 140 heridos, frente a los centenares que dejó el de Pisco.
Volviendo al tema de Favre, es conocido que ha sido ratificado por el gobierno. Si es que desea seguir en el cargo, que se dedique a trabajar en silencio. Que piense en ideas y planes, que se rodee de asesores en el tema. El Rey de España le debe volver a hacer la misma pregunta que le hizo a Chávez: “¿Por qué no te callas (y trabajas)?”
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