El gobierno ha insistido con la aplicación de ciertos decretos, los cuales se dieron cuando el Congreso le dio 18 meses de facultades extraordinarias, en los que nuevamente pretende hacer privatizaciones de los recursos naturales existentes en el departamento de Loreto.
Esto puso nuevamente en pie de guerra a las comunidades, que han anunciado por medio de uno de sus principales dirigentes, Alberto Pizango, que se levantarán en insurgencia civil, pese al diálogo que ofreció el primer ministro Yehude Simon. Al final, han dado marcha atrás, al observar que sus medidas serían vistas como radicales.
Este conflicto ha sido originado por el gobierno, en su afán por privatizar los recursos naturales. Aunque el presidente Alan García haya negado que no tiene ningún compromiso con transnacionales, lo cierto es que quienes se beneficiarían con estas decisiones políticas sería el sector privado. Como siempre ha ocurrido.
Por eso es que el asunto es observado con desconfianza por los indígenas amazónicos. Porque en la historia de nuestro país, las privatizaciones y las concesiones siempre han sido favorables a las empresas privadas. El Estado sólo ha recibido migajas, y los pobladores, mucho menos que eso. Además de la represión del Estado por presiones de los empresarios.
Lo mejor es que el gobierno dé marcha atrás. No vale la pena comprarse otro pleito. El Perú ya no es el de las épocas de Odría y Prado, cuando ocurrían estas cosas y la sociedad civil no decía nada. Ahora hay una sociedad empoderada que va castigar este tipo de medidas, sea con protestas o con el voto popular el 2011.
En vez de eso, debería preocuparse por mitigar los efectos de la crisis económica internacional, los cuales de a pocos se están sintiendo con el alza de precios de algunos productos de primera necesidad, que han pasado desapercibidos por lo mediática que ha sido la gripe porcina.
Y sería bueno que el Congreso se ponga otra vez los pantalones, como en agosto, cuando derogó los decretos que en esa oportunidad causaron la ira de la Amazonía peruana.
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