lunes, 2 de julio de 2007

A desactivar las bombas, doctor García

Luego del triunfo electoral aprista del 4 de Junio de 2006, los compañeros comenzaron a declarar que el saliente gobierno de Alejandro Toledo les dejaba “bombas de tiempo”. Así se le pasaron durante todo el casi mes y medio que esperaron la transferencia de mando. En ese momento, los dirigentes apristas y toledistas intercambiaron puyazos, como una forma de distraer a la atención pública y al periodismo. Luego de la asunción de mando de Alan García, ese tema pasó al olvido hasta ahora.

Aunque muchos quieran negarlo, y resistirse a aceptarlo, los compañeros tenían razón. La estabilidad macroeconómica que dejó el régimen de la chakana no sirvió de nada frente al gran bolsón de pobreza que existe en el país: la mitad del país en situación de pobreza, y casi una quinta parte en extrema pobreza. Además de dejar pendientes muchas cuestiones sobre demandas laborales, exoneraciones de impuestos, entre otros.

Todas estas bombas han comenzado a estallar por aquí y por allá. En Ucayali, en el centro, en Cajamarca, en la sierra limeña (Casapalca), etc. Gran cantidad de paros, huelgas y demás reclamos sociales se deben al maltrato de las empresas mineras a sus trabajadores. Mientras estas engordan cada vez más respecto a sus utilidades, maltratan a sus obreros, pagándoles sueldo de miseria y mantener a la mayoría fuera de las planillas. Además de aportar minucias al Estado, sin pagar impuestos como cualquier común lo hace.

Todo esto es herencia del toledismo, aplicado discípulo del fujimorismo en materia económica, el cual dio inicio a este invierno neoliberal que domina el Perú desde hace casi dos décadas. Esas son las bombas que denunciaban los seguidores de García, pero ahora en el gobierno, parecen poco o nada preocupados por desactivarlas.

Alan García enarbolaba las banderas de mejor trato a los trabajadores, de la eliminación de los services, entre otros beneficios laborales; pero no ha cumplido con ninguna de sus propuestas. Ahora se la pasa criticando a quienes inician paros y huelgas, a quienes reclaman justicia social, esa que el actual presidente predicaba en las últimas campañas electorales. Los acuerdos con la Telefónica y las empresas mineras han resultado mucho más beneficiosos para estas que para el Estado, para poner un ejemplo.

Lo mejor que puede hacer el gobierno, es ponerse los pantalones, y demostrar que el que manda en el país es el Estado, y no los grandes capitales de las transnacionales. Así podrá desactivar esas bombas que tanto criticó. Es hora de dejar de pensar que se sigue en la campaña electoral (que ya terminó hace más de un año), y ponerse a trabajar.

De lo contrario, las bombas no sólo estallarán, sino que se crearán otras más grandes de las cuales no podrá culpar al toledismo, y las heredará su sucesor, que puede resultar un Humala más radicalizado, y sigamos el camino de los extremos como Venezuela y Bolivia. Ojo que casi estuvimos a un paso.

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