Después del angustioso empate ante Bolivia, el cual nos permite clasificar a los cuartos de final de la Copa América, he comprobado que Dios es peruano. Esto no es ninguna herejía: sucede que este partido era para perderlo. Y por una goleada de aquellas. Todo por la insólita e inédita formación que envió a la cancha de Mérida el seleccionador del equipo de todos, que responde al nombre de Julio César Uribe.
Y no sólo por la calidad de jugadores que envió al terreno de juego. También por las posiciones en que los ubicó, pues varios no jugaban en la posición en que debían jugar, o en la que realmente se ubican.
Empecemos por la parte de atrás. Salvo en el primer gol, Butrón no estuvo tan mal que digamos. Vílchez ha demostrado que no es jugador para defender la roja y blanca. Es tímido y hasta casi cobarde, diría yo, para proyectarse por su banda, como marcador izquierdo que es. Galliquio se equivocó de deporte: su físico pinta más para ser un boxeador. Le pone ganas y temperamento, pero no tiene la técnica para jugar al fútbol. Quizá como boxeador le daría más lauros al Perú. Rodríguez debe aprender que tiene que rechazar el balón cuando un jugador se le acerca mucho, y no intentar salir jugando. Por hacer esto último, perdimos contra Venezuela. De Villamarín no digo nada, pues todos los debuts tienen disculpa. La gran pregunta es, ¿por qué no jugó Acasiete, señor Uribe? Era el que mejor se desempeñó en la zona de atrás, aún en la derrota con la “vino tinto”. Otra cosa: Herrera es mucho mejor que Galliquio por la punta derecha, más veloz e incisivo. Lástima que lo expulsaron.
El mediocampo es lo peor que conformó Uribe. Bazalar no lo venía haciendo tan mal, pero necesitaba un apoyo en la marca. Sin embargo, el técnico, en vez de colocarle un acompañante, lo sentó, y puso a De la Haza en su lugar, quien tuvo que sufrir como único volante de marca. Porque sólo colocó a un creativo, como Mariño, quien tampoco lo hace mal, lo cual obligó a De la Haza a multiplicarse. Y tuvo que convertirse en un “pulpo”, porque al entrenador se le ocurrió que Jefferson Farfán, quien siempre jugó como delantero por las puntas, tanto en Alianza como en PSV Eindhoven, es volante creativo. Y allí se perdió, y encima se lesionó por culpa del propio comando técnico, que no hizo caso a sus pedidos de cambio por estar sentido de la rodilla; incluso salió en una ambulancia. A Ísmodes también lo disculpo por su debut.
Lo imperdonable es lo que pasó después. Uribe mandó a la cancha como mediocampistas ¡a dos delanteros! Zúñiga estuvo como volante, y terminó como defensa, despejando como sea las pelotas que llegaban al área peruana con su cabeza vendada. “Malingas”Jiménez ingresó sin trascender en el partido. No sabemos que quiso hacer el técnico de la selección.
Arriba, nada que discutir. Guerrero hace honor a su apellido, combativo como siempre, pero no pudo anotar. El que estuvo inspirado fue el mil veces criticado Claudio Pizarro, quien luego de anotar tres goles en dos eliminatorias de 18 partidos cada una, hizo dos tantos en un partido clave. Dos cabezazos que dieron la impresión de que el espíritu indomable del gran José Velásquez se metió en el cuerpo del Bombardero. Tenía que hacerlos, ya estaba con “roche”, como decimos los peruanos.
No podemos festejar, porque, además de no tener entrenador, muchos jugadores de la selección tienen tarjetas. Parece que enfrentaremos en cuartos a Argentina o Paraguay, que vienen agrandados con tremendas palizas aplicadas a norteamericanos y colombianos (Qué decepción la de Colombia).
Como diría Hurtado Miller, que Dios nos ayude. O, mejor dicho, que Dios nos vuelva a ayudar.
Y no sólo por la calidad de jugadores que envió al terreno de juego. También por las posiciones en que los ubicó, pues varios no jugaban en la posición en que debían jugar, o en la que realmente se ubican.
Empecemos por la parte de atrás. Salvo en el primer gol, Butrón no estuvo tan mal que digamos. Vílchez ha demostrado que no es jugador para defender la roja y blanca. Es tímido y hasta casi cobarde, diría yo, para proyectarse por su banda, como marcador izquierdo que es. Galliquio se equivocó de deporte: su físico pinta más para ser un boxeador. Le pone ganas y temperamento, pero no tiene la técnica para jugar al fútbol. Quizá como boxeador le daría más lauros al Perú. Rodríguez debe aprender que tiene que rechazar el balón cuando un jugador se le acerca mucho, y no intentar salir jugando. Por hacer esto último, perdimos contra Venezuela. De Villamarín no digo nada, pues todos los debuts tienen disculpa. La gran pregunta es, ¿por qué no jugó Acasiete, señor Uribe? Era el que mejor se desempeñó en la zona de atrás, aún en la derrota con la “vino tinto”. Otra cosa: Herrera es mucho mejor que Galliquio por la punta derecha, más veloz e incisivo. Lástima que lo expulsaron.
El mediocampo es lo peor que conformó Uribe. Bazalar no lo venía haciendo tan mal, pero necesitaba un apoyo en la marca. Sin embargo, el técnico, en vez de colocarle un acompañante, lo sentó, y puso a De la Haza en su lugar, quien tuvo que sufrir como único volante de marca. Porque sólo colocó a un creativo, como Mariño, quien tampoco lo hace mal, lo cual obligó a De la Haza a multiplicarse. Y tuvo que convertirse en un “pulpo”, porque al entrenador se le ocurrió que Jefferson Farfán, quien siempre jugó como delantero por las puntas, tanto en Alianza como en PSV Eindhoven, es volante creativo. Y allí se perdió, y encima se lesionó por culpa del propio comando técnico, que no hizo caso a sus pedidos de cambio por estar sentido de la rodilla; incluso salió en una ambulancia. A Ísmodes también lo disculpo por su debut.
Lo imperdonable es lo que pasó después. Uribe mandó a la cancha como mediocampistas ¡a dos delanteros! Zúñiga estuvo como volante, y terminó como defensa, despejando como sea las pelotas que llegaban al área peruana con su cabeza vendada. “Malingas”Jiménez ingresó sin trascender en el partido. No sabemos que quiso hacer el técnico de la selección.
Arriba, nada que discutir. Guerrero hace honor a su apellido, combativo como siempre, pero no pudo anotar. El que estuvo inspirado fue el mil veces criticado Claudio Pizarro, quien luego de anotar tres goles en dos eliminatorias de 18 partidos cada una, hizo dos tantos en un partido clave. Dos cabezazos que dieron la impresión de que el espíritu indomable del gran José Velásquez se metió en el cuerpo del Bombardero. Tenía que hacerlos, ya estaba con “roche”, como decimos los peruanos.
No podemos festejar, porque, además de no tener entrenador, muchos jugadores de la selección tienen tarjetas. Parece que enfrentaremos en cuartos a Argentina o Paraguay, que vienen agrandados con tremendas palizas aplicadas a norteamericanos y colombianos (Qué decepción la de Colombia).
Como diría Hurtado Miller, que Dios nos ayude. O, mejor dicho, que Dios nos vuelva a ayudar.
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