Aunque su campaña ha sido un desastre, Luis Castañeda Lossio por fin dio en el blanco al opinar sobre la candidatura de Pedro Pablo Kuczynski. “Es una moda pituca… o sea, yo voto por PPK y entonces soy pituco”, dijo el exalcalde.
Podemos discrepar acerca de lo “pituco” que significa votar por PPK. Aunque las estadísticas no mienten: lidera el sector A/B en Lima, la ciudad más desarrollada del país; claro está con sus bolsones de pobreza. Y tiene gran aceptación entre el público juvenil.
Entonces, vaya que está de moda. Las cifras no son la única evidencia. Están las respuestas en las redes sociales: “voto por PPK porque es el mejor”, “vamos PPK”, “sube-sube PPK”, y otras argumentaciones que, la verdad, no tienen ningún sustento político o ideológico; y que más responden a cuestiones emocionales. Del 17 % con el que cuenta ahora, calculo que un tercio sí lo hace por convicciones ideológicas. Pero estoy seguro que la gran mayoría no procede así.
Comparaba esta actitud de estos jóvenes con las de su misma generación en otras latitudes. Por ejemplo, en Europa, más específicamente en Gran Bretaña, la juventud universitaria salió a protestar por la medida del gobierno del conservador David Cameron de triplicar las pensiones en las universidades. En Francia, los jóvenes, más que los viejos, se manifestaron contra las leyes de pensiones (¿se imaginan a los “chibolos” de aquí apoyando a los pensionistas y jubilados?) que emprendió el presidente Nicolás Sarkozy. Ni qué decir de los aguerridos jóvenes del Medio Oriente, quienes se han enfrentado a dictaduras acaso peores que las vividas en el Perú y América Latina, de las cuáles nadie pensaba que era posible tumbárselas. Túnez, Egipto, y Libia son buenos ejemplos de una juventud que quiere cambios luego de una época de oscurantismo.
Aquí nomás, en Chile, cuando comenzaba el régimen de Michelle Bachelet (quien terminó con altos índices de aprobación al final de su mandato), se llevó a cabo la “revolución de los pingüinos”, en referencia a los escolares y universitarios que protestaban por una mejor educación. Y aterricemos en el Perú, donde los jóvenes fueron activos protagonistas de la Marcha de los Cuatro Suyos para protestar contra la ilegal re-reelección del dictador Alberto Fujimori, y las sucesivas manifestaciones que no pararon hasta que éste y su compinche Vladimiro Montesinos dejaron el poder en medio del escándalo.
Diez años después, ¿qué pasó?
La pregunta viene a colación porque, además de vitalidad, energía, dinamismo, e incluso impulsividad, la juventud es sinónimo de cambio. De inconformidad, e incluso de revolución. Sin embargo, la juventud actual prefiere apoyar una propuesta conservadora como la de PPK.
Salvo la multitudinaria marcha contra el Baguazo, el 11 de junio del 2009, en la última década la juventud no se ha metido en rollos como las luchas por cambios sociales. Nadie pide que sean marxistas tampoco, no es la época.
La juventud de ahora es light. Vale decir, yo no me meto en política, estudio mi carrera, y a mí que me importa el resto. Están más pendientes del Grupo 5 y las Tremendas de la Cumbia, que de las protestas en la sierra por conflictos sociales. Una juventud indiferente y de espaldas a lo que sucede en el país.
También es altamente influenciable. A pesar de la masificación de los medios y las alternativas que se ofrecen, como los blogs y las redes sociales, creen más en los rollos oficiales. “El Perú avanza”, “Estamos bien”. Y están marcados por el consumismo y el creer que teniendo más, somos mejores. Y llevan encima una gran resignación, porque ni siquiera son capaces de protestar porque les cobran un sol en el micro por su medio pasaje, cuando deberían pagar sólo 60 u 80 céntimos. En Argentina o Chile, los estudiantes paralizan el transporte si les hacen eso.
No digo que sean todos. Hay también un sector joven que piensa, que reflexiona, y que se informa. Y que se pronuncia ante hechos como el Baguazo. Pero parece ser la minoría. Que demuestren lo contrario.
Lo cierto es que esta conducta atípica de la juventud peruana, antes decisiva en grandes momentos de la historia del Perú, es producto de varios factores. La dictadura de Fujimori, que anuló los espacios culturales y de reflexión. La desideologización. Los sistemas educativos. La propaganda oficial. La alienación gracias a los realities. Todo eso que produce una generación adormecida, distraída, sin percibir que su futuro está en juego.
Más allá del voto a PPK, le tienen resistencia al cambio. Que yo sepa, PPK no representa ningún cambio. Es más de lo mismo, y hasta peor. Quizá por eso se escoge lo más fashion, porque así se es más pituco, y es lo políticamente correcto. Y pobre que no votes por PPK, porque te hacen apanado en el Facebook. También es cierto, y hay que admitirlo, que las otras opciones tampoco ofrecen gran cosa.
Ante este escenario trágico, hay, hermanos, mucho por hacer.
2 comentarios:
el unico candidato q pretende cambios es Humala. O sea, que estas diciendo al final? Y si la juventud no quiere cambiar? Si ser joven no es siempre sinonimo de ser inconforme?
No necesariamente el cambio es Humala. Y puede que ser joven no necesariamente es sinónimo de cambios. Pero la ausencia de contenidos es lo que preocupa, además de querer que las cosas queden como estén. Y cuando se dé cuenta de que se necesitan cambios, quizás ya estén entre los 30 y 40, y anhelen tener los 20 de vuelta para implementarlos. Es una generación compleja. Por eso hay que trabajar para tener juventudes más críticas, y no conservadoras. Ojo que no hablo de izquierdas o derechas.
Y PPK no representa un cambio. Representa el continuismo, y con más fuerza.
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