El ex presidente Alberto Fujimori ha sido condenado a 25 años de prisión por delitos contra los derechos humanos. Este hecho es un precedente en la historia reciente de América Latina, pues por primera vez, un ex presidente elegido por la vía democrática es juzgado y sentenciado por estos hechos.
El fallo judicial ha sido contundente y claro; además ha provenido de un tribunal que se ha comportado a la altura de las circunstancias. También queda el precedente de que nadie puede abusar del poder que le ha sido delegado, y más si proviene del mandato popular.
Todo esto le hace muy bien a la democracia, la que sin embargo, en el caso de nuestro país, aún tiene mucho por perfeccionar para dar una mejor calidad de vida a muchos de nuestros compatriotas.
Sin embargo, quedan aún muchas cosas por hacer, como diría el gran César Vallejo.
Los fujimoristas se han comenzado a mover. Han anunciado manifestaciones y movilizaciones en todo el país. También están copando los medios de comunicación por medio de sus voceros y sus seguidores, para hacer parecer que son la mayoría.
La verdad es que no es así. Con el respeto por quienes optan por esta posición (incomprensible desde mi punto de vista), es necesario demostrar que la mayoría de este país quiere apostar por una democracia donde imperen la justicia social, la libertad, y se defiendan los derechos humanos de todos y todas.
Por ello, todos aquellos sectores sociales, como los trabajadores, los comerciantes, los despedidos, los jubilados, los sindicatos, los estudiantes, y todos aquellos que fueron afectados por el entreguismo económico de los años ’90 (montado por Fujimori), así como las organizaciones de derechos humanos y otros movimientos sociales, culturales y políticos (¿por qué no?), debemos manifestarnos para demostrar que somos esa mayoría que cree en la democracia, y que esta puede ser perfeccionada para mejorar la calidad de vida de muchos y muchas compatriotas.
El segundo gran paso son las elecciones del 2011, donde los peruanos y las peruanas debemos dar una nueva lección, como la del 7 de abril. Debemos demostrar que no somos desmemoriados y que nuestro voto no va ser por el mal menor. Y que debemos ser, no grupos que “jalan agua para su molino”, reclamando cada uno por su causa; sino una sociedad civil empoderada y organizada para pedir a nuestros políticos que cumplan con sus compromisos de campaña, y no con sus compromisos con grupos de poder.
De lo contrario, conviviremos otra vez con advenedizos que llegan al poder y hacen lo que quieren (aunque después del antecedente de Fujimori ya no será igual), o votando por males menores cada cinco años, que llegados al poder, se alían con la derecha que siempre ha gobernado el país.
De nosotros depende, de nadie más.
El fallo judicial ha sido contundente y claro; además ha provenido de un tribunal que se ha comportado a la altura de las circunstancias. También queda el precedente de que nadie puede abusar del poder que le ha sido delegado, y más si proviene del mandato popular.
Todo esto le hace muy bien a la democracia, la que sin embargo, en el caso de nuestro país, aún tiene mucho por perfeccionar para dar una mejor calidad de vida a muchos de nuestros compatriotas.
Sin embargo, quedan aún muchas cosas por hacer, como diría el gran César Vallejo.
Los fujimoristas se han comenzado a mover. Han anunciado manifestaciones y movilizaciones en todo el país. También están copando los medios de comunicación por medio de sus voceros y sus seguidores, para hacer parecer que son la mayoría.
La verdad es que no es así. Con el respeto por quienes optan por esta posición (incomprensible desde mi punto de vista), es necesario demostrar que la mayoría de este país quiere apostar por una democracia donde imperen la justicia social, la libertad, y se defiendan los derechos humanos de todos y todas.
Por ello, todos aquellos sectores sociales, como los trabajadores, los comerciantes, los despedidos, los jubilados, los sindicatos, los estudiantes, y todos aquellos que fueron afectados por el entreguismo económico de los años ’90 (montado por Fujimori), así como las organizaciones de derechos humanos y otros movimientos sociales, culturales y políticos (¿por qué no?), debemos manifestarnos para demostrar que somos esa mayoría que cree en la democracia, y que esta puede ser perfeccionada para mejorar la calidad de vida de muchos y muchas compatriotas.
El segundo gran paso son las elecciones del 2011, donde los peruanos y las peruanas debemos dar una nueva lección, como la del 7 de abril. Debemos demostrar que no somos desmemoriados y que nuestro voto no va ser por el mal menor. Y que debemos ser, no grupos que “jalan agua para su molino”, reclamando cada uno por su causa; sino una sociedad civil empoderada y organizada para pedir a nuestros políticos que cumplan con sus compromisos de campaña, y no con sus compromisos con grupos de poder.
De lo contrario, conviviremos otra vez con advenedizos que llegan al poder y hacen lo que quieren (aunque después del antecedente de Fujimori ya no será igual), o votando por males menores cada cinco años, que llegados al poder, se alían con la derecha que siempre ha gobernado el país.
De nosotros depende, de nadie más.
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