Los diarios limeños han resaltado que las chicas del voley le pusieron coraje y pundonor en el último partido ante Venezuela, en el cual perdimos (como locales, para variar, como en el fútbol), y ahora debemos buscar un cupo a los Juegos Olímpicos de Pekín 2008 enfrentando a selecciones de otros continentes. La garra y el pundonor es lo que se resalta, no importa si perdemos.
Pero no basta con el esfuerzo. Hay que jugar bien para ser los mejores. No se puede ser conformistas, teniendo un pasado glorioso.
Esto es negativo, porque poco a poco, esto se convertirá en una costumbre. Mejor dicho, ay es una mala costumbre, porque el Perú, fue, durante más de tres décadas, amo y señor del voley femenino en América del Sur. Incluso nos codeamos con las mejores del mundo, siendo subcampeones del mundo en Lima, en 1982, y logrando la medalla de plata en Seúl 1988.
Todo eso es parte del pasado, porque ahora el Perú, sin querer queriendo, como diría el Chavo del Ocho, está por debajo de Brasil, Argentina, y ahora Venezuela, que nos ganó en casa y nos ha dejado casi fuera de los Juegos Olímpicos, a los que parece no asistiremos por segunda vez consecutiva. De dominar el contexto sudamericano, estamos casi en la mitad de la tabla del voley femenino en la región.
La responsabilidad recae en la dirigencia, que se ha quedado dormida en sus laureles, sin hacer una planificación seria, que era la que se hacía antes, cuando la selección peruana salía de gira por varios países, y estaba realmente apta para la alta competencia. Incluso había renovación constante de voleibolistas, lo que permitía que el equipo peruano siempre produzca nuevas figuras.
Sin embargo, entre los últimos diez y veinte años se viene jugando casi con las mismas jugadoras, y se han renovado los equipos cuando las más veteranas han dicho basta. Y el nivel que demuestran no es el mismo que el de sus rivales, que renuevan sus equipos y se han adaptado a las exigencias del voley mundial. Nuestras voleibolistas no tienen la misma velocidad ni los reflejos de los rivales, incluidos aquellos a los que aún somos superiores, como Bolivia, Uruguay y Paraguay; a los que vencimos sin problemas, pero que evidenciaron en nuestra selección femenina de voley ciertas limitaciones que nuestra prensa deportiva no quiso ver, y que resaltó que “ellas no juerguean”.
No basta no juerguear. Hay que demostrar que somos mejores en la cancha también.
Ni con Aparicio, ni con Figueiredo, ni con nadie, se podrá cambiar esta situación. Olvidémonos de Man Bok Park (agradezcámosle mas bien por todo su aporte), y más reclamemos que se realice una renovación total del deporte de la net alta, que alguna vez puso al Perú en todo lo alto.
Ni con Aparicio, ni con Figueiredo, ni con nadie, se podrá cambiar esta situación. Olvidémonos de Man Bok Park (agradezcámosle mas bien por todo su aporte), y más reclamemos que se realice una renovación total del deporte de la net alta, que alguna vez puso al Perú en todo lo alto.
Y algo más: si la escuela asiática (Akira Kato, japonés; y el popular “Mambo”, coreano) es la que mejores resultados nos ha dado, ¿por qué no recurrir a ella de nuevo?
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