Enumeremos la lista:
- La huelga del gremio de los médicos, quienes no ven atendidos sus reclamos. La intolerancia del ministro de Salud, Hernán Garrido Lecca, en sus expresiones ante los reclamos. El entrampamiento del diálogo, pese a la mediación del jefe de Gabinete, Jorge Del Castillo. El presidente Alan García ha dicho que no hay plata para conceder sus pedidos.
- El descalabro de los grandes bancos y financieras de los Estados Unidos. El plan de salvataje propuesto por su mandatario, George W. Bush, por 700 mil millones de dólares (7 veces la producción económica anual del Perú). La negativa inicial, y finalmente, la aceptación del Congreso norteamericano para aprobar el Plan.
- Denuncia de once desapariciones en Vizcatán, en la zona del VRAE, producto de una intervención del Ejército Peruano. El ministro de Defensa, Ántero Flores Aráoz niega que se hayan dado estos hechos, aunque reconoce la intervención militar.
- Los congresistas peruanos deciden no dar cuenta de sus gastos operativos. Sólo aprueban dar 30 %, habiendo de por medio una Ley de Transparencia que obliga a dar TODA la información. Incluso ven la posibilidad de aumentarse el sueldo.
- La renuncia de Mario Pasco al Ministerio de Trabajo y Promoción del Empleo, debido al traspaso, tras votación del Congreso, de las MYPES al Ministerio de la Producción.
- El escándalo del “Petrogate”. Involucrados: Alberto Quimper, del directorio de PeruPetro y ex abogado del presidente Alan García; Rómulo León Alegría, ex parlamentario y ex ministro de Pesquería en el primer gobierno de Alan. A ambos se les escucha en un audio, en el que se les escucha hablando sobre una concesión “amarrada” a favor de una petrolera noruega, donde ambos obtendrían buenas ganancias producto de su “faenón”. Renuncia del presidente de Petroperú, César Gutiérrez y del mismo ministro de Energía y Minas, Juan Valdivia. Incluso queda implicado el primer ministro Jorge del Castillo, quien inmediatamente salió a defenderse.
Está demostrado que el crecimiento económico no es suficiente, si no interviene el Estado para resolver las demandas justas de la población. El libre mercado no tiene mecanismos de control para evitar el descalabro financiero, producto de las ambiciones de los dueños de la plata del mundo. El sistema prefiere intervenir “a lo bestia”, sin mostrar un respeto por los derechos humanos. El neoliberalismo no puede controlar los ímpetus de los políticos para beneficiarse a sí mismos. Tampoco logra atajar los lobbies para ciertos intereses creados. Y además, no puede evitar la corrupción.
Queda comprobado que se necesita otra forma de hacer política, basada en el diálogo y atención de las demandas de la sociedad; en la supervisión de la actividad financiera; en el respeto por los derechos humanos; en el que la actividad política sean transparente; y que se castigue con firmeza la corrupción.
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