miércoles, 2 de mayo de 2007

"Conchaya" no es la única


Parece que no solo al Ejecutivo le gusta que le descubran perlitas escondidas. Luego de los escándalos del verano que pasó, parecía que esta era la moda. Las demás instituciones del Estado, hasta el momento, estaban pasando piola. Salvo el escandalete del viaje de los congresistas a Brasil (¡por favor! ¿Quién no se divierte cuando tiene algún viaje, aunque sea de trabajo?), todo marchaba bien en el Congreso.

Pero los otorongos no se querían quedar atrás.

La congresista Elsa Canchaya, de las filas de Unidad Nacional, se ha convertido en el centro de la atención. Se descubrió que contrató a su empleada del hogar, Jackeline Simón, como asesora de su despacho. La señorita en cuestión sólo tiene formación escolar, contraviniendo el reglamento del Congreso, en el cual se establece que todo funcionario o asistente de algún parlamentario debe poseer como mínimo un título universitario. Sin embargo, se le estaba “pagando” casi seis mil soles mensuales. Es casi seguro que la tal Canchaya no le pagaba más de 600 soles, aunque los seis mil figuraran en la planilla. ¿O alguien le paga seis mil a su empleada? No es por menospreciar a la señorita Simón, ni a ninguna de las abnegadas y humildes empleadas del hogar que trabajan en muchos hogares pudientes. Pero la realidad es esa.

En buen cristiano, Canchaya habría usurpado el supuesto salario de su empleada

En su defensa, la parlamentaria argumentó que la acusaban de esto por “racismo” y que todo era falso. Se quiso agarrar de un tema que, si bien es cierto existe en nuestra sociedad, nada tenía que ver con la denuncia en su contra, que era evidente y comprobable. Al final, tuvo que reconocer la falta, aunque demasiado tarde, pues todo parece consumado.

Lo hecho por Canchaya es un grave delito que debe ser sancionado con todo el peso de la ley, para que quede un precedente. Felizmente, sus colegas congresistas ya han tomado la decisión de sancionarla, e incluso ya se habla de desaforarla. La reacción ha sido inmediata. En su propio partido, el PPC, le han suspendido la militancia.

La prensa ha puesto al descubierto otra vez las cochinadas de la gente relacionada a la política y a los sectores públicos, evidenciando que la corrupción continúa, sea del gobierno o de la oposición, y remembrando aquella famosa frase del gran Manuel González Prada, quien dijo hace 120 años que “donde se pone el dedo, sale la pus”.

Por su parte, el Congreso ha actuado bien, deslindando inmediatamente con la congresista elegida por Huancayo. Sin embargo, ¿será el único caso? Creemos que no. Y no solamente en el Congreso. En otras instituciones del supremo Estado peruano, deben ocurrir cosas similares. La prensa seguirá investigando, señores de la política. Así no les guste. Ya saben.

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