lunes, 13 de julio de 2009

Nuevo gabinete: ¿para reír o para llorar?

La designación de Javier Velásquez Quesquén como nuevo presidente del Consejo de Ministros realmente ha sorprendido a la opinión pública nacional. Pese a que se voceaba al hasta antes de su designación titular del Congreso de la República, esto era tomado como una broma de mal gusto o como un simple rumor.

Sin embargo, por obra y arte del primer mandatario Alan García, esto se hizo realidad el sábado 11. Salvo la bancada aprista, que es un simple furgón de cola del presidente (con pocas excepciones), y los ayayeros de siempre; tanto la oposición parlamentaria, la de los movimientos sociales y diversos analistas políticos, mostraron su contrariedad ante el nuevo gabinete designado por García.

Y esto es porque, definitivamente, después de lo ocurrido en Bagua, se esperaba que el nuevo gabinete fuera más dialogante y concertador ante los conflictos sociales que, pese a que han disminuido su efervescencia, aún se mantienen latentes. En ese contexto, era imperiosa la necesidad de un independiente a cargo del Consejo de Ministros.

Esto no ha parecido importarle a Alan. Él ha preferido obstinarse más con su tesis del Perro del Hortelano, y ha decidido creer cual acto de fe que una inmensa mayoría está con él.

Por eso ha colocado a Velásquez Quesquén. El tema no es tanto que sea del partido de gobierno. Eso no estaría mal (aunque sé que para muchos es terrorífico) si es que el designado tuviera un perfil propio, como lo tuvo Jorge del Castillo. Velásquez no lo tiene. Por el contrario, es uno de los más sumisos y obedientes a los designios del señor presidente. Prácticamente, podemos decir que el presidente del Consejo de Ministros es el mismo Alan García.

Al presidente de la República tampoco le ha importado que Velásquez arrastre varios pasivos: una gestión poco acertada como titular del Congreso, al que convirtió en caja de resonancia de los dictados del Ejecutivo; los negocios de su secretaria, que tenía una empresa que ganó varias licitaciones estatales; y las denuncias de haber contratado en a varios “compañeros” y chiclayanos, dando lugar a un copamiento de puestos en el Estado.

Con esta designación y otras más que también son cuestionables (Aurelio Pastor en Justicia, con los “petroaudios” en pleno proceso judicial; y Rafael Rey en Defensa, para imponer autoridad a los revoltosos), García ha afianzado más su poder. Prácticamente él va dirigir el gabinete, el cual no será para nada de concertación y diálogo, sin ánimos de buscar la paz social; sino de continuar la línea económica neoliberal. Y además, garantizarla con la mayor fuerza posible.

García está demostrando que no ha cambiado. Sea el modelo que sea, de izquierda o de derecha, él siempre tratará de imponerse a las voces que le aconsejan moderación. Como en su primer gobierno, ha perdido su capacidad de escuchar y se ha tornado intolerante. Esta actitud del presidente no es responsable, y otra vez nos pone en la encrucijada del mal menor para el 2011.

Justificar a ambos lados
Nota: La imagen fue tomada de http://www.larepublica.pe/carlincaturas/12/07/2009/carlincaturas-12072009

viernes, 10 de julio de 2009

Y la porcina llegó al Perú

Cuando todo parecía indicar que el peligro había pasado, la famosa gripe AH1N1 se ha hecho presente en nuestro país. El endurecimiento del invierno limeño, el cual se presenta en el mes de julio, ha jugado a favor de este virus, que ya ha contagiado a más de mil 400 personas en nuestro país, de las cuales cuatro han muerto.

No obstante, hay que señalar que de estos casi millar y medio de casos, mas de mil ya han sido dados de alta en los hospitales, lo cual nos hace pensar que el virus, pese a su peligrosidad, no es algo que no se pueda vencer ni erradicar.

Antes de su llegada al Perú, el virus AH1N1 ya había impactado en otros países de América Latina, como Chile (donde se han registrado más de ocho mil casos) y Argentina (casi tres mil, con el saldo de 50 muertes). Por más esfuerzos que han hecho nuestros vecinos, no han podido detener su expansión.

El Perú parecía quedar inmune, debido a los pocos casos que registraba al comenzar julio. Pero la denominada “plaga del siglo XXI” aceleró su avance, en complicidad con el frío que se ha intensificado en el país, y ya tenemos la cantidad de casos que tenemos.

Por lo pronto se han dispuesto algunas medidas, como la suspensión de las clases escolares, tanto en los colegios públicos y privados, hasta el 3 de agosto. Otras instituciones, como la Universidad Nacional Federico Villarreal, ha dispuesto la paralización sus actividades académicas y administrativas durante una semana.

Sólo queda hacer caso a las recomendaciones del Ministerio de Salud, sobretodo en cuanto a la higiene; y si se registra algún síntoma, acudir rápidamente al centro sanitario más cercano para el tratamiento respectivo.

A la vez, esperamos que el gobierno siga tomando medidas pertinentes para que el virus no se siga expandiendo; y que no aproveche el desconcierto para hacer “cortinas de humo”, que no se sabe si le están cayendo del cielo o del infierno.

sábado, 4 de julio de 2009

Clase trabajadora decepcionante

Por principios ideológicos y de solidaridad, siempre he de estar con el trabajo antes que con el capital. Porque gracias a los trabajadores, la producción puede continuar y la economía sigue caminando, lo cual beneficia a todos. Porque también ellos han generado una clase social digna en su momento, luchando por un cambio de las estructuras y del sistema que los perjudica tanto a ellos, como a las clases medias o pequeñas burguesas (Marx dixit). Y porque son la parte más débil de la cuerda, históricamente maltratada por el capitalismo.

La clase trabajadora, pese a sus limitaciones económicas, fue una clase que se preocupó mucho por su educación y por el deseo de salir adelante. Y también por su responsabilidad laboral; pese a las dificultades que a veces se presentaban. Y con esa misma consecuencia podían salir a exigir sus derechos por medio de manifestaciones, huelgas y paros que han sido determinantes en la historia peruana, latinoamericana y mundial.

Sin embargo, la clase trabajadora actual dista mucho de lo que fuera antaño. Ahora son gente que no tiene compromiso con el país, parecen haberse quedado en 1989 y no se preocupan por tener el nivel de sus antecesores de aquella clase que defendieron Mariátegui y otros de sus contemporáneos.

Con esta clase trabajadora no me puedo identificar.

¿Cómo identificarse con los reclamos de los maestros, si estos no se preocupan en actualizarse y dar una mejor educación a nuestra niñez? ¿Cómo se puede apoyar a quienes se resisten a pasar por un concurso público para optar por una plaza en el magisterio? (Sin dejar de mencionar los mismos vicios que tiene este concurso, lleno de “compañeritis”). ¿Cómo se puede solidarizar uno con quienes, de alguna u otra forma, también son responsables del estado en que se encuentra nuestro sistema educativo?

¿Cómo puedo apoyar los paros y huelgas de los médicos que trabajan para el Estado, cuando los servicios de salud que brindan estos mismos señores son pésimos? ¿Cómo se les puede respaldar, cuando incluso lo hacen de mala gana? Además, atentan contra la salud del mismo pueblo, que no tiene recursos para ser bien atendido (como debe ser) en una clínica privada.

¿Cómo se puede dar un espaldarazo a la “causa” de los transportistas, cuando estos brindan el peor servicio de transporte en América Latina (y quizás en el mundo)? Además de su mal servicio, maltratan al pasajero, que es hijo del mismo pueblo al que pertenece, ya sea con sus respuestas, con sus cobros abusivos, con su desdén por los universitarios y escolares, con el estado de sus unidades de transporte.

Podemos seguir enumerando la lista, pero estos tres sectores del trabajo en el Perú nos muestran la calidad de médicos, maestros, transportistas, etc., que tenemos.

Con esta clase trabajadora, el pueblo no se va identificar. Es necesario que cambie, o de lo contrario se seguirá quedando más aislada de lo que ya está. Para gusto de los poderosos.