viernes, 14 de marzo de 2008

Regionalización, un proceso fallido

Los conflictos sociales vividos recientemente, así como los de junio y julio del año pasado, demuestran que a seis años de impulsado la regionalización en todo el país, vemos que los resultados de este proceso no vienen siendo buenos, debido a una falta de definiciones sobre la ley que creó las regiones

Esta ley, promulgada por el entonces presidente Alejandro Toledo en noviembre de 2002, a pocos días de los comicios donde se eligieron por primera vez a los “presidentes regionales”, había nacido con muchos defectos. Desde un principio no se definieron competencias claras acerca de las funciones de las regiones, así como su responsabilidad frente al gobierno central.

Hoy observamos que el Perú está dividido en 26 “países”, porque cada región tiene su “presidente”; y cada “presidente” hace lo que le viene en gana. Incluso varios de estos gobernantes se atreven a promulgar normas desconociendo la constitucionalidad de las mismas. Otros, ante el poco respaldo que gozan en la interna de sus regiones, prefieren confrontarse con el gobierno central como una forma de ganar popularidad, ante el declive de la aceptación del régimen aprista en el interior del país.

Ante esto, existe la propuesta de que norme la intervención del gobierno central en las regiones, ante su resistencia a las normas impulsadas por éste último. Esta razón puede ser válida, pero también hay que reconocer que el gobierno de Alan García impulsa normas para aplastar a las regiones y sus demandas, sin observar las distintas realidades en que viven.

La responsabilidad recae en el gobierno que presidiera Alejandro Toledo. Pero también está en el APRA antes de volver a ser gobierno. Porque siendo oposición, avalaron la norma de 2002, y presentaron candidatos a las elecciones, ganando 12 regiones de las 26. Cómo habrá sido la gestión de sus presidentes regionales, que el descontento llevó a que en las elecciones regionales de 2006, en pleno gobierno aprista, sólo retuvieran dos regiones.

El proceso de regionalización no debió hacerse en base a los antiguos departamentos. Incluso la regionalización de 1988 estaba mucho mejor estructurada, como un proyecto piloto, sin hacer transferencias directas de poder aún. Esta regionalización se hizo muy apurada, sin orden, sin sustentos claros. Incluso el hecho de permitir la elección por mayoría simple es un peligro. Cuántos gobiernos regionales no padecerían sus crisis, si hubieran tenido el respaldo de una segunda vuelta electoral, no importa el gasto en utilizar el “ballotage” en las regiones.

Es necesario replantear el tema de la regionalización, en acuerdo y dialogando con las regiones, dejando atrás la “mano dura”, y concertando de acuerdo a las realidades de cada región. Incluso algunas deben reconocer que no están preparadas para tener un gobierno regional.

Y otra cosa más: hay que poner a los titulares de los gobiernos regionales, “gobernadores”. Eso de presidentes regionales es muy “huachafo”. Además de muchos otros cambios que se tienen que pensar, con protagonistas como los partidos, el gobierno, y la sociedad civil, por un Perú más descentralizado y con regiones que puedan producir y salir de la extrema pobreza en que se encuentran.

martes, 11 de marzo de 2008

España confirma que es otra

José Luis Rodríguez Zapatero ha recibido nuevamente el respaldo de España. Con el 43,7 por ciento de los votos, el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) continuará cuatro años más en el poder con la idea de profundizar la tendencia a la defensa de los derechos sociales de los menos favorecidos, a la vez que mantiene la opción por el diálogo y la moderación, antes que por la confrontación.

Uno de los grandes derrotados es, pese a su aumento de curules en el Congreso de Diputados, el Partido Popular (PP). Durante los cuatro años en que le ha tocado ser oposición, sus propuestas fueron de aplastamiento a la ETA, así como de algunos recortes en los derechos civiles y restricciones para los inmigrantes, provenientes de África y América Latina. También mostraron su oposición a normas como el matrimonio de los homosexuales y lesbianas.

Otra perla más en contra del PP es que algunos medios de comunicación, por medio de sus analistas políticos, responsabilizaban a esta agrupación política y a su líder, Mariano Rajoy, de vulnerar las instituciones.

Entre otros perdedores figuran los partidos como Izquierda Unida (IU), que solo obtuvo 3 de las 350 bancas del Congreso. Asimismo, los movimientos regionalistas también han visto muy disminuidas sus opciones. En el norte del país, donde existe predominancia vasca, el PSOE fue claro ganador.

Pese al atentado de ETA en el que murió un concejal perteneciente al PSOE, la población española acudió masivamente a las urnas, registrándose un 75 por ciento de asistencia, uno de los más altos de la historia electoral española post-franquismo.

Zapatero y su gobierno apostaron en estos cuatro años por la moderación en el lenguaje. Pese a los pedidos de poner la fuerza sobre ETA, prefirió dialogar con esta hasta el final, evitando caer en excesos que pudieran haber ocasionado violaciones a los derechos humanos. Sacó a su país del diabólico eje de George Bush, retirando las tropas españolas de Irak, las cuales fueron enviadas por su antecesor, José María Aznar, del PP. Incluso se tomó la molestia de defender a este, siendo su rival político en la interna hispana, ante los calificativos que le profiriera el mandatario venezolano Hugo Chávez en la Cumbre de las Américas, a fines del año pasado en Santiago de Chile, donde se hiciera famosa la frase “¿por qué no te callas?” del monarca español Juan Carlos.

Además, Rodríguez Zapatero promovió la igualdad de derechos para las minorías, tanto para los inmigrantes de América Latina y el África, maltratados por grupos fascistas y racistas de la Madre Patria; así como para los homosexuales, hecho al que se oponía el Opus Dei y sectores conservadores de la sociedad española.

Lo de América Latina es lo más relevante, pues la presencia del gobierno socialista garantiza que exista un mejor trato hacia los latinoamericanos residentes en este país; así como el aumento del intercambio comercial y cultural con nuestro continente.

Esta fue la apuesta de Rodríguez Zapatero y su gobierno. Y España le ha dado el visto bueno. Es que España ya no es la de la Santa Inquisición ni la del Medioevo; es una España que se ha colocado muy bien en el concierto europeo, acabando con esa idea de que “Europa termina en los Pirineos”. Lo ha demostrado al darle un nuevo espaldarazo a un PSOE renovado, antes que a las propuestas del pasado y al separatismo violentista.

jueves, 6 de marzo de 2008

La hora del centro

Los últimos sucesos que han provocado un grave conflicto entre dos países tradicional y culturalmente tan ligados, como es el caso de Ecuador y Colombia, no son más que la muestra de que en América Latina la cuestión política ha llegado a polarizarse en torno a un apoyo o repudio a los Estados Unidos.

Por un lado están los aliados del país del norte, y en la contraparte están quienes lo desafían, encabezados por Venezuela y su presidente Hugo Chávez. La cosa no estaría tan polarizada si no fuera por el discurso audaz, y a veces, agresivo, del mandatario venezolano; quien no solamente se muestra hostil con el presidente de los Estados Unidos (quien ha hecho muchos méritos para que sea así, con su abusiva incursión en Irak), sino que también arremete contra quienes se alinean alrededor de Washington.

Hasta cierto punto, la actitud de Chávez es comprensible, pues a lo largo de la historia latinoamericana, Estados Unidos ha cometido muchos abusos contra nuestros pueblos. Pero el tema es que está promoviendo una confrontación innecesaria con países vecinos, con los que debiera más bien estrechar los lazos de hermandad, pese a las diferencias. Además, el discurso antiyanqui es un buen rédito para obtener popularidad. Y no hay que olvidar que Chávez, pese a su discurso “antiimperialista”, viene dibujando a su país como un mini-Imperio, pues ejerce influencia económica e ideológica en ciertos países. Y hasta está preparado para una guerra.

Pese a que no vocifera mucho como Chávez, lo cierto es que Uribe también ha contribuido a inflar el problema. Ha podido mucho más su alineamiento con los Estados Unidos que la búsqueda de una solución pacífica al prácticamente eterno conflicto con las FARC. Esto queda demostrado en su insólita invasión al Ecuador, para atrapar al número dos de este grupo armado. Además, ha roto una saludable tradición colombiana de respeto del derecho internacional. Si Uribe tenía información de que integrantes de las FARC se encontraban en territorio ecuatoriano, debió realizar coordinaciones con su homólogo ecuatoriano Rafael Correa para hacer las investigaciones, y luego la captura y posterior extradición de los guerrilleros. Sin embargo, prefirió aplicar la política gringa de vulnerar la soberanía de un país hermano.

Estos extremos ideológicos y políticos, demostrados en discursos y acciones concretas, están llevando a América Latina a un dilema: o te unes a nosotros, o eres enemigo. Dilema que no permite una búsqueda de otras alternativas diferentes a estas dos, alejadas del radicalismo y el alineamiento hacia una posición extrema. Es hora de que quienes están cerca del centro político (que no es un punto, sino una zona, donde se ubican sectores socialdemócratas, progresistas, demócratas cristianos alejados de la derecha, etc.) se manifiesten, para poner un equilibrio al panorama político latinoamericano. Y es preciso que países que están marcados por esta moderación, como Argentina, Brasil, Chile y Uruguay, que no están enfrentados de manera radical con Estados Unidos, y la vez llevan relaciones cordiales con Venezuela (que es la contraparte) y sus aliados, hagan sentir su peso para llegar a ese equilibrio.

PD: Perdonen la ausencia de este blog durante un mes.